Ártículos Más Recientes

11:24 a.m.


Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló. Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí. Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo. Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.

11:24 a.m.


Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, adórenlo ante el estrado de sus pies. ¡Santo es el Señor! Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaban su Nombre, clamaban al Señor y él les respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube; ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado. Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, y adórenlo en su santa Montaña: el Señor, nuestro Dios, es santo.

11:24 a.m.


Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."

11:24 a.m.


Cristo era presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios comunicaba su palabra, su verbo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva, encontrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento. Porque él es “el tesoro escondido en el campo”, es decir, en el mundo. (cf Mt 13,38) Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue dicho al profeta Daniel: “...mantén ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final.” (Dn 12,4) También Jeremías dice: “Sólo después lo comprenderéis” (cf Jr 23,20)... La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. ... La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura el Reino de Cristo, anuncia la buena noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra y será glorificado por esta palabra... Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección, afirmando por ellas que “era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria.” (Lc 24,26) Si pues alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto “que es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.” (Mt 13,52)

11:24 a.m.


Moisés tomó la Carpa. la instaló fuera del campamento, a una cierta distancia, y la llamó Carpa del Encuentro. Así, todo el que tenía que consultar al Señor debía dirigirse a la Carpa del Encuentro, que estaba fuera del campamento. Siempre que Moisés se dirigía hacia la Carpa, todo el pueblo se levantaba, se apostaba a la entrada de su propia carpa y seguía con la mirada a Moisés hasta que él entraba en ella. Cuando Moisés entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la Carpa del Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés. Al ver la columna de nube, todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se postraba a la entrada de su propia carpa. El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué - hijo de Nun, su joven ayudante - no se apartaba del interior de la Carpa. El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, junto a él. Moisés invocó el nombre del Señor. El Señor pasó delante de él y exclamó: "El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación." Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: "Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de nosotros. Es verdad que este es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia". Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos.

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