07/27/17

11:26 p.m.

Por: H. Rubén Tornero, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias porque me has querido traer hoy a este momento de intimidad contigo. Tú me conoces mejor que nadie. Sabes lo débil y frágil que soy. Ayúdame. Creo en Ti, Jesús, pero ayúdame a creer cada día más y que esa fe se traduzca en obras concretas que me lleven a parecerme más a Ti. Confío en Ti, pero ayúdame a entender que puedo abandonarme en tus manos sin temor alguno; dame la confianza que necesito para saber ver tu amor también en los momentos difíciles y confiar que lo que Tú quieres para mí, realmente es lo mejor. Te amo, Jesús, pero ayúdame a dejarme amar por Ti. Enséñame a recibir tu amor y a transmitirlo a los demás; que todo aquél que se cruce conmigo, pueda ver en mí un poco del amor que nos tienes. Gracias, Jesús.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13,18-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la Palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la Palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la Palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la Palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la Palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús, hoy en este evangelio me explicas el significado de la parábola del sembrador. Tú hablas de los tipos de corazón con los que se puede acoger tu palabra. Lo que se me hace curioso Jesús, es que quieras sembrar también en terrenos que pueden parecer poco propicios. Aunque el sembrador sepa que es muy difícil que crezca su semilla en esos terrenos duros, pedregosos y llenos de espinas, aun así no deja de esparcir la semilla. A pesar de todo, el sembrador confía en que esa tierra, que hoy no es más que piedras y abrojos, algún día, con trabajo y amor, puede llegar a ser un hermoso vergel.

Mi corazón es una tierra compuesta de piedras, espinas, pájaros y tierra fértil. Sabes que me tiran los placeres, que soy más propenso a la ira que al perdón, que tengo muchos defectos contra los he luchado por largo tiempo sin haber conseguido apenas nada... pero Tú eres el mejor hortelano y confías en mí. Tú puedes transformar mi corazón de piedra en uno de carne; Tú puedes saciar toda la sed de felicidad que tiene mi corazón, Tú puedes hacer de mí un santo. Confías en mí. No esperas a que mi vida sea perfecta para comenzar a sembrar en mi alma tu maravilloso amor. Me quieres y confías en mí. Gracias, Jesús, por tu inmenso amor y tu infinita confianza. Ayúdame a no defraudarte, Jesús. No quiero estorbar tu obra en mí. Dame la gracia de no estorbar tu trabajo en mi alma para que pueda dar los frutos de santidad que esperas de mí.

"Es un corazón misericordiado y misericordioso". Es así: experimenta los beneficios que la gracia tiene sobre su herida y su pecado, siente cómo la misericordia pacifica su culpa, inunda con amor su sequedad, reaviva su esperanza. Por eso, cuando, al mismo tiempo y con la misma gracia, perdona al que tiene alguna deuda con él y se compadece de los que también son pecadores, esta misericordia arraiga en una tierra buena, en la que el agua no se escurre sino que da vida. En el ejercicio de esta misericordia que repara el mal ajeno, nadie mejor que el que tiene fresca la sensación de haber sido misericordiado en el mismo mal para ayudar a curarlo. Mírate a ti mismo; recuérdate de tu historia; cuenta tu historia, y en ella encontrarás tanta misericordia.
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a ser sembrador de la alegría del evangelio entre los que me rodean.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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10:47 a.m.
Dios pronunció estas palabras: "Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar en esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo. Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca."

10:47 a.m.
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal.

10:47 a.m.
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno".

10:47 a.m.
Que Cristo os ayude, hermanos muy amados, a acoger siempre la lectura de la palabra de Dios con un corazón ávido y sediento. Así vuestra fiel obediencia os llenará de gozo espiritual. Mas, si vosotros queréis saborear la dulzura de las santas Escrituras y aprovecharos como es debido de los preceptos divinos, debéis sustraeros durante algunas horas a vuestras preocupaciones materiales. Volved a leer las palabras de Dios en vuestras casas, dedicaos enteramente a su misericordia. Así lograréis que se realice en vosotros eso que está escrito del hombre dichoso:   «Meditará día y noche la ley del Señor» (Sl 1, 2) y también: «Dichosos los que escrutan sus mandatos, los que le buscan con sincero corazón» (Sl 118, 2). Los buenos comerciantes no buscan sacar beneficios de una sola mercancía sino de muchas. Los agricultores buscan un mayor rendimiento sembrando diversas clases de semillas. Vosotros, que buscáis beneficios espirituales, no os contentéis escuchando sólo en la iglesia los textos sagrados. Leed esos textos en vuestras casas; cuando los días son cortos, aprovechad las largas veladas. Y así podréis acumular un fermento espiritual en los graneros de vuestro corazón y dejar bien colocado el tesoro de vuestras almas, las perlas preciosas de las Escrituras.