04/07/17

11:30 p.m.

Por: H. Balam Loza, LC. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

"Aclama a Dios, tierra entera, cantad a su nombre glorioso, dadle honor con alabanzas, decid a Dios: ¡Qué admirables tus obras!" (Salmo 66). Jesús, amigo mío, ¡cuánto amor me has tenido! Has dado tu vida por mí, me has redimido, has perdonado mi pecado y me das tu gracia para que pueda llegar al cielo. Quiero agradecerte por todo y cantar como el salmista todas las obras que has hecho en mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-56

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: "¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación".

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: "Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca". Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: "¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Hoy nos preparamos para subir a Jerusalén con el Señor. Mañana lo veremos que entra en medio de aclamaciones a Jerusalén. Y, ¿cómo podemos ver los acontecimientos que estamos por vivir? ¿Qué actitud debemos de tener? El Evangelio de hoy nos puede dar mucha luz y podemos comenzar de atrás para adelante. Lo primero que vemos es que el pueblo se preparaba para la fiesta y muchos esperaban a Jesús, se preguntaban si iba a venir. En estos días vivimos una verdadera fiesta y todos esperamos a Jesús, pues Él es centro y el motivo. Es gracias a Él que quedaremos purificados y recibiremos la vida nueva. La Semana Santa y la Pascua son momentos de fiesta.

¿Y en que consiste esta fiesta? Lo principal es el sacrificio del Señor para que nosotros podamos tener vida. Jesús se ofrece como víctima por todo el pueblo, por cada persona que quiere recibir su gran amor. Y así como antes se rociaban las puertas de las casas judías con la sangre de los corderos para recordar el día de la liberación, hoy deben marcarse en las puertas de nuestros corazones para demostrar que es Cristo quien reina en nuestras vidas y que ya no somos esclavos del pecado; que el bien ha vencido el mal; que la gracia ha vencido el pecado.

Finalmente viene el prodigio. Jesús nos da vida con su sangre y, así como resucitó a Lázaro, viene a resucitarnos a nosotros. Después de esta Semana Santa que estamos por comenzar debemos cambiar nuestros rostros por los de la alegría, porque son días para contemplar en el silencio el gran amor de Dios, su gran misericordia. Y que el mundo, la gente con la convivimos, al vernos, pueda ver el gran milagro de Dios en nuestra vida y creer que, así como el amor nos ha cambiado a nosotros, también lo puede hacer con ellos. Eso es el apostolado, transmitir esta experiencia.

Él habla claro a los que decidían todo: pensemos en Anás y Caifás, que han juzgado a Jesús, o a esa palabra de Caifás: es más ventajoso para nosotros que muera un hombre por el pueblo y que no se estropee la nación entera. Ellos eran los sacerdotes, los jefes. Estas personas habían llegado a este estado de prepotencia, incluso de tiranía hacia el pueblo, instrumentalizando la ley; pero una ley que ellos rehicieron muchas veces hasta llegar incluso a quinientos mandamientos: todo estaba regulado, ¡todo! Era una ley científicamente construida, porque esta gente estaba capacitada, conocía bien, le daban muchos matices. Pero, era una ley sin memoria: habían olvidado el primer mandamiento que Dios dio a nuestro padre Abraham: camina en mi presencia y sé irreprensible. Ellos no caminaban, siempre estuvieron firmes en sus propias convicciones y no eran irreprensibles.
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Esta semana, Señor, voy a ir a misa todos los días y la viviré con gran amor y devoción.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:02 a.m.
Así habla el Señor: Yo voy a tomar a los israelitas de entre las naciones adonde habían ido; los reuniré de todas partes y los llevaré a su propio suelo. Haré de ellos una sola nación en la tierra, en las montañas de Israel, y todos tendrán un solo rey: ya no formarán dos naciones ni estarán más divididos en dos reinos. Ya no volverán a contaminarse con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeldías. Los salvaré de sus pecados de apostasía y los purificaré: ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios. Mi servidor David reinará sobre ellos y todos ellos tendrán un solo pastor. Observarán mis leyes, cumplirán mis preceptos y los pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que di a mi servidor Jacob, donde habitaron sus padres. Allí habitarán para siempre, ellos, sus hijos y sus nietos; y mi servidor David será su príncipe eternamente. Estableceré para ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los instalaré, los multiplicaré y pondré mi Santuario en medio de ellos para siempre. Mi morada estará junto a ellos: yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y cuando mi Santuario esté en medio de ellos para siempre, las naciones sabrán que yo soy el Señor, el que santifico a Israel.

11:02 a.m.
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor, anúncienla en las costas más lejanas! Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo cuidará como un pastor a su rebaño.» Porque el Señor ha rescatado a Jacob, lo redimió de una mano más fuerte que él. Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor, hacia el trigo, el vino nuevo y el aceite, hacia las crías de ovejas y de vacas. Sus almas serán como un jardín bien regado y no volverán a desfallecer. Entonces la joven danzará alegremente, los jóvenes y los viejos se regocijarán; yo cambiaré su duelo en alegría, los alegraré y los consolaré de su aflicción.

11:02 a.m.
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación". Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?". No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?".

11:02 a.m.
Está escrito: «Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo y somos miembros unos de otros» (Rm 12,5) y es Cristo quien nos une mediante los vínculos de la caridad: «Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas» (Ef 2,14). Conviene, pues, que tengamos un mismo sentir: que «si un miembro sufre, los demás miembros sufran con él y que, si en miembro es honrado, se alegren todos los demás miembros» (1C 12,26). Por eso dice san Pablo: «Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios» (Rm 15,7). Nos acogemos unos a otros si nos esforzamos a tener un mismo sentir «llevando los unos las cargas de los otros; conservando la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz» (Ef 4,2-3). Así es como nos acogió Dios a nosotros en Cristo; pues no engaña el que dice: «Tanto amó Dios al mundo, que le entregó su Hijo por nosotros» (Jn 3,16). En efecto, fue entregado como rescate para la vida de todos nosotros, y así fuimos arrancados de la muerte, redimidos de la muerte y del pecado. San Pablo explica el objetivo de esta realización de los designios de Dios, cuando dice que «Cristo consagró su ministerio al servicio de los judíos, por exigirlo la fidelidad de Dios» (Rm 15,8). Pues, como Dios había prometido a los patriarcas que los bendeciría en su descendencia futura y que los multiplicaría como las estrellas del cielo, por eso apareció en la carne y se hizo hombre el que era Dios y la Palabra en persona, el que conserva toda cosa creada y da a todos la incolumidad, por su condición de Dios. Vino a este mundo en la carne, mas «no para ser servido», sino, al contrario, como dice él mismo, «para servir y entregar su vida por la redención de todos» (Mc 10,45).

12:31 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

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*5° Viernes de Cuaresma*

*El Evangelio de hoy*

*Juan 10, 31-42*
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: «He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?»

Le contestaron los judíos: «No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre». Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad». Y muchos creyeron en él allí.

*Reflexión:*

Cuando la vida del cristiano transcurre con demasiada tranquilidad, es muy posible que nuestro testimonio cristiano no esté siendo muy creíble a los ojos de los demás.

Nuestras obras dan testimonio, o deben darlo, de nuestra personalidad cristiana pues, al igual que Jesús, nosotros realizamos las obras que él mismo realizó, a fin de llevar a cabo el proyecto del Padre para nuestro mundo. No se trata pues de hablar tanto, sino de mostrar con nuestra propia vida que pertenecemos a Cristo, que su camino es nuestro camino, que sus proyectos son los nuestros.

En fin, que ya no somos nosotros los que vivimos sino que es Cristo quien vive en nosotros. ¿Tus proyectos son los de Cristo? Y si lo son, ¿los defiendes y realizas con todo tu corazón? 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, que tú salvas mi vida y me libras de la mano del maligno, así podré alabarte y cantar tu amor y tu bondad. Amén.
*Acción:* 

Hoy consagraré a Jesús mis dolores, penas, preocupaciones mediante un momento de oración. 

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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