lunes 22 Febrero 2016 : Epístola I de San Pedro 5,1-4.

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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2° Domingo Cuaresma
El Evangelio de hoy
Lucas 9, 28-36
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Reflexión:
Mientras Jesús oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. ¡La oración de Jesús! Hay tantas clases de oración como personas orantes, aunque tradicionalmente hablemos de oración vocal y oración mental, oración de alabanza y oración de petición, oración comunitaria y oración personal, etc. La oración es la mejor manera que tenemos los humanos para comunicarnos con Dios y sin oración no hay propiamente religión, o mejor, expresión religiosa. Pero lo que queremos decir ahora, al comentar este texto evangélico de la transfiguración del Señor, es que la oración debe terminar siendo siempre un instrumento de transformación y transfiguración religiosa. Una oración que no nos cambie por dentro tiene poco sentido y poco valor. La oración debe ser siempre un acto de comunión y comunicación con Dios, porque en la oración de alguna manera somos habitados por Dios. No oramos tanto para que Dios nos escuche a nosotros, sino para que nosotros escuchemos a Dios. En la oración debemos pedir transformarnos nosotros en Dios, no que Dios se transforme en nosotros.
Oración:
Señor Jesús, me acerco a Ti con fe, una gran confianza y mucho amor. Quiero subir contigo a la montaña de la oración para contemplarte e iluminar interiormente mi vida. Amén.
Acción:
Hoy buscaré un momento de silencio para agradecerle a Dios su presencia en mi vida.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”
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