12/23/17

11:50 p.m.

Por: H. Iván Yoed González Aréchiga, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ¿quién puede considerarse algo frente a su Creador? Nada soy frente a Ti… y, sin embargo, puedo gloriarme de haber sido hecho a "tu imagen y semejanza". Quiero responder a mi deseo más profundo: el de parecerme cada instante más a Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".

María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando reflexiono en el nacimiento de Dios en este mundo, si mi fe es sencilla, siento contento o paz al contemplar esta verdad. Pero si mi fe aún está naciendo, tal vez me cueste todavía creer que verdaderamente Dios se haya encarnado entre nosotros. Ha pasado tanto tiempo desde que se escribieron los evangelios… ¿son reales?; podrían ser tan solo un mito, un texto, nada más. Así podemos pensar algunos -o quizá así nos orienta a pensar el ambiente diario y rutinario. Entonces surgen las preguntas: ¿tiene de verdad sentido esta vida?, ¿existe verdaderamente un Dios que se hizo carne?, ¿carne como la mía, que tantas veces menosprecio? Todo parece tan normal.

Nos preguntamos si de verdad puede existir algo más allá de lo que meramente habitual. Dicho de otro modo: nos surge la pregunta si lo "meramente" habitual tiene razón de ser. O más claro aún: nos surge la pregunta si en realidad existe algún sentido. Hay muchos modos de responder a estas incógnitas. Todos ellos se pueden resumir en aceptar razones para vivir, o en aceptar razones para morir. Podríamos vivir condenados a girar en un círculo de incertidumbres obscuras.

Dios conoce al hombre. Dios conoce sus miedos. Dios conoce sus ilusiones. Dios conoce lo duro que puede ser para un ser humano el perder el sentido de su vida. Dios conoce lo feliz que puede ser al encontrarlo. Dios quiso incidir en la historia del ser humano. Dios quiso revelarle una verdad: Dios lo ama.

Sí: Dios ama. Quizá a muchos nos cueste creerlo: Dios es amor. Dios es el sentido de la vida. Dios es el sentido más profundo de mi vida. Las preguntas existenciales tienen finalmente una respuesta: la encarnación. Pero esta verdad puede creerla solamente el sencillo de corazón, o aquél que busca sinceramente ser sencillo. Creer en la encarnación es un paso que sólo puede dar quien toca la experiencia de sentirse amado por Dios. Y, al mismo tiempo, paradójicamente quizá, mirando la encarnación es como puede el hombre conocer a Dios en su faceta real: el amor.

Quiero pedir la gracia de tocar al menos un poco este misterio: el misterio de la encarnación. Mucho hay por decir, mucho por reflexionar, mucho por pensar sobre el significado de la encarnación. Pero si al menos toco un poco en este instante lo que es este misterio, quizá sea suficiente por ahora -y quizá pueda conocerte mejor, Señor.

Hoy quiero pedirte simplemente esta gracia, por intercesión de María, que al abrirse a tu gracia, comprendió el sentido de su vida.

Las religiones están llamadas a hacernos comprender que el centro del hombre está fuera de sí mismo, que tendemos hacia lo Alto infinito y hacia el otro que tenemos al lado. Hacia allí está llamada a encaminarse la vida, hacia el amor más elevado y más concreto: sólo este puede ser el culmen de toda aspiración auténticamente religiosa; porque -dice también el poeta- "amor es aquello que nunca cambia, amor es aquello que no tiene fin". Por lo tanto, la religión es una necesidad para el hombre, para realizar su fin, una brújula para orientarlo hacia el bien y alejarlo del mal, que está siempre al acecho en la puerta de su corazón.
(Discurso de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pediré la gracia de tocar un poco el misterio de la encarnación de Dios para vivir con más conciencia, gratitud y amor la Navidad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:07 a.m.
Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña.» Natán respondió al rey: «Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo.» Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: «Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»

11:07 a.m.
Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo.» Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: «Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones.» El me dirá: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él.

11:07 a.m.
Hermanos: ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.

11:07 a.m.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

11:07 a.m.
     Un arcángel eminente ha sido enviado desde el cielo para decir a la Madre de Dios: “¡Alégrate!” Y viéndote, Señor, tomar carne por su voz, clama su sorpresa y admiración: Alégrate, en quien brilla el gozo de la salvación, Alégrate, por quien el mal ha desaparecido, Alégrate, porque levantas a Adán de su caída, Alégrate, porque tampoco Eva ya no llora más, Alégrate, montaña inaccesible al pensamiento humano, Alégrate, abismo insondable incluso a los ángeles, Alégrate, porque tú llegas a ser el trono y el palacio del Rey, Alégrate, porque tú llevas a Aquel que lo contiene todo, Alégrate, estrella que anuncia la salida del Sol, Alégrate, en tu seno Dios toma nuestra carne, Alégrate, a través de ti ha sido renovada toda la creación, Alégrate, a través de ti el Creador se hace un niño pequeño. Alégrate, Esposa no desposada. La Purísima, conociendo su estado virginal, respondió con confianza al ángel Gabriel: “¡Qué rara maravilla es tu palabra! Parece incomprensible a mi alma ¿cómo concebiré yo sin semilla, tal como lo dices tú?” ¡Aleluya, aleluya, aleluya! Para comprender este misterio desconocido, la Virgen se dirige al servidor de Dios y le pregunta cómo será concebido un Hijo en sus castas entrañas. Lleno de respeto, clama el ángel: Alégrate, Dios te revela sus designios inefables, Alégrate, confianza de los que oran en silencio, Alégrate, tú eres la primera de las maravillas de Cristo, Alégrate, en ti se recapitulan las doctrinas divinas, Alégrate, escalera por la cual Dios desciende del cielo, Alégrate, puente que nos conduce de la tierra hacia el cielo, Alégrate, inagotable admiración de los ángeles, Alégrate, herida incurable para los demonios, Alégrate, tú, de manera inexpresable, das a luz a la Luz, Alégrate, tú no revelas a nadie el cómo, Alégrate, tú sobrepasas la sabiduría de los sabios, Alégrate, tú iluminas la inteligencia de los creyentes, Alégrate, Esposa no desposada.

Hermanos Franciscanos

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