11/21/17

11:51 p.m.

Por: H. Jesús Salazar Brenes, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, enséñame a ser fiel y a multiplicar para el bien los dones con los que has enriquecido mi vida, para poder amar más y mejor a Ti y a todos los demás, especialmente aquellos que están más cercanos y necesitados.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 19,11-28

En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:

"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: "Inviertan este dinero mientras regreso".

Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: "No queremos que éste sea nuestro rey".

Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

Se presentó el primero y le dijo: "Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas". Él le contestó: "Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades".

Se presentó el segundo y le dijo: "Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas". Y el señor le respondió: "Tú serás gobernador de cinco ciudades".

Se presentó el tercero y le dijo: "Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado". El señor le contestó: "Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?"

Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ".

Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el evangelio de ayer, meditábamos en el encuentro de Jesús con Zaqueo y cómo ese encuentro le cambio la vida.Hoy continuamos con Jesús en la casa de Zaqueo, pero los invitados a oír al Señor somosnosotros. Esta parábola es una de las pocas ocasiones donde Jesús utiliza la imagen tan explícita de Él como rey.

El rey que nos muestra el Evangelio, parecería que es un rey que no sabe nada de matemáticas y economía. En primer lugar, llama a diez servidores y a lo diez les da la misma cantidad de dinero sin importar qué tan buenos son para los negocios. En segundo lugar, cuando regresa, sólo llama a tres para que le den cuentas de cómo han administrado el dinero. ¿Dónde están los otros siete?

Siete es el número bíblico de la perfección. Ahí está nuestra parte dentro del Evangelio. Dios nos dio diez onzas del oro más puro… Nuestra vida, nuestra familia, cualidades y talentos, también nuestras debilidades o nuestra enfermedad, nuestra llamada a estar más cerca de Dios, nuestra vocación a ser santo…

La pregunta del millón, ¿acaso por miedo estamos escondiendo todo ese oro bajo tierra? Hoy el Señor nos invita a empezar a desenterrarlo, porque el que es fiel en lo poco, tendrá una enorme recompensa en el Reino de los Cielos. No seamos como los ciudadanos que aborrecían al rey. Digámosle hoy con todo nuestro corazón ¡Cristo Rey nuestro, venga tu Reino!

"Un joven: san Francisco Javier, que muere en las playas de Shangchuan, mirando a China, a los cuarenta y seis años. Tan joven que, precisamente, se podría decir incluso "un desperdicio", hasta preguntarse por qué "el Señor no le dejó allí un poco más". Pero la actitud de san Francisco Javier fue la de decir: "hágase tu voluntad, Señor". Él sabe decirle solamente: "He confesado tu nombre hasta el final; jamás, Señor, he escondido la lámpara bajo la cama; me has dado cinco talentos, te daré otros cinco". Y de este modo, en paz, con alegría, se marcha".
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de diciembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy daré gracias a Dios por todos dones y talentos que me ha concedido a lo largo de mi vida y revisaré si no estoy dejando escondido alguno para ponerlo a trabajar.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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9:39 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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              *”Verbum Spei”*

      _”Palabra de Esperanza”_

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*33° Miércoles Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 19, 11-28*
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:

“Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: “Inviertan este dinero mientras regreso”.

Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: “No queremos que éste sea nuestro rey”.

Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

Se presentó el primero y le dijo: “Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas”. Él le contestó: “Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una pequeña cosa, serás gobernador de diez ciudades”.

Se presentó el segundo y le dijo: “Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas”. Y el Señor le respondió: “Tú serás gobernador de cinco ciudades”.

Se presentó el tercero y le dijo: “Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado”. El señor le contestó: “Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?”

Después le dijo a los presentes: “Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez”. Le respondieron: “Señor, ya tiene diez monedas”. Él les dijo: “Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia””.

Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.

*Reflexión:*

Es más cómodo no hacer nada y luego buscar una buena excusa de por qué no hemos hecho nada. Sin embargo, para Jesús esto no funciona. Nos ha dado a cada uno ciertas capacidades para la construcción del Reino, especialmente la gracia, que es a lo que parece referirse la parábola; y debemos ponerlas a trabajar.

Esto puede no ser muy sencillo, incluso puede involucrar riesgos, sin embargo, hay que correrlos. Yo estoy seguro que si el último siervo le hubiera dicho: “señor, puse a trabajar tu dinero, pero me fue mal y no solo lo perdí sino que ahora debes” el Señor lo hubiera amado, y hasta hubiera cubierto la deuda.

No dudemos en poner a trabajar nuestras capacidades para construir un Reino en donde haya más paz, más justicia y más amor. Dios está con nosotros para hacer la parte difícil. ¡Ánimo!

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, enséñame a ser fiel y a multiplicar para el bien los dones con los que has enriquecido mi vida, para poder amar más y mejor a Ti y a todos los demás, especialmente aquellos que están más cercanos y necesitados. Amén.
*Acción:*

Hoy daré gracias a Dios por todos dones y talentos que me ha concedido a lo largo de mi vida y revisaré si no estoy dejando escondido alguno para ponerlo a trabajar.

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      *”Nuntium Verbi Dei”*

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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11:03 a.m.
También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la esperanza que tenía puesta en el Señor. Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: "Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes". Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos. Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida. Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo. Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: "Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia". Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: "¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.