03/09/16

1:36 p.m.
El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto". Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación". Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: "El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?". Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia". Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

1:36 p.m.
En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto. Olvidaron a Dios, que los había salvado y había hecho prodigios en Egipto, maravillas en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo. El Señor amenazó con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha para aplacar su enojo destructor.

1:36 p.m.
Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".

1:36 p.m.
“Existe una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida que, desde antes de los siglos, Dios nos ha destinado” (cf 1Cor 2,7). Esta sabiduría de Dios es Cristo. Él es el poder de Dios y la sabiduría de Dios... En el Hijo “están todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia” (cf Col 2,3) “escondidos en el misterio, destinado, de antemano, desde antes de los siglos, Cristo ha sido predestinado y prefigurado en la Ley y los profetas. Por esto, los profetas llevaban el nombre de “videntes”. Veían a aquel que estaba escondido y desconocido de los otros. Abrahán también “vio su día y se alegró” (cf Jn 8,56). A Ezequiel se le abrieron los cielos mientras que al pueblo pecador quedaron cerrados. “Levantad el velo que me cubre”, dice David, y contemplaré las maravillas de tu ley” (cf Sal 119,18). En efecto, la ley es algo espiritual y para comprenderla hace falta que se levanté el velo “que se pueda contemplar la gloria de Dios con el rostro descubierto” (cf 2Cor 3,18ss). En el Apocalipsis se muestra un libro sellado con siete sellos. ¡Cuántos hombre, hoy día, que se tienen por instruidos, tienen en sus manos un libro sellado! Son incapaces de abrirlo, a no ser que el que tiene la llave de David se lo abra. “Si él abre nadie cerrará y si cierra nadie podrá abrir” (cf Ap 3,7). En los Hechos de los apóstoles, el eunuco tiene en sus manos el libro de Isaías y venera lo que no conoce. Le sale al encuentro Felipe y le muestra a Jesús presente en el texto... ¡Comprende, pues, que tú no puedes meterte en las Sagradas Escrituras sin tener un guía que te enseñe el camino!

12:49 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
         
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4° Miércoles Cuaresma
El Evangelio de hoy 
Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): «Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo». Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios. 
Entonces Jesús les habló en estos términos: «Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió». 

Reflexión:
El tema central de este pasaje es escuchar la palabra de Jesús y creer que él es verdaderamente el Hijo de Dios. Estos son dos elementos que están íntimamente relacionados entre sí.
Si nosotros reconocemos verdaderamente que Jesús es Dios, entonces su palabra deja de ser una palabra como la de los demás, para convertirse en “Palabra de Dios”; ahora bien, si la palabra de Jesús -lo que nosotros leemos en los evangelios-, es verdaderamente “Palabra de Dios”, debería ser algo sobre lo que no se duda o discute. Puede ser que no la entienda o que me resulte difícil de vivir o de aceptar, pero sigue siendo “Palabra de Dios”. Jesús nos dice hoy: “El que escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna”. 
Con esto, nos manifiesta que la fuente de la vida es su palabra por ininteligible que pudiera parecer o por difícil que fuera el vivir de acuerdo a ella. En definitiva, si el hombre quiere tener una vida llena de paz, de alegría y de gozo en el Espíritu, no tiene ninguna otra opción que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios expresada en Cristo. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, Hazme salir de mi comodidad, llévame a los afligidos, a los atribulados y prisioneros de vicios, pecados y toda atadura que los aleja de ti. Haz de mi vida un reflejo de tu luz, que pueda iluminar a los que viven en tiniebla y sombra de muerte, que pueda guiar sus pasos por tu senda de justicia y de paz. Amén.

Acción:
En este día buscaré a alguien verdaderamente necesitado de esperanza, fe y amor, y le diré claramente que Dios le ama, que tiene un plan para su vida. 
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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