Artículos por "Evangelio meditado"

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, por favor enséñame a disfrutar cada momento de unión contigo a través de mi humilde oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

«En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando'».

Dicho esto, Jesús comentó: «Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En determinadas ocasiones, es muy fácil decir que no sabemos qué nos pide Dios, inclusive afirmamos, que no le oímos, o peor aún que no nos habla, pero ¿qué tanto nos preparamos para entablar un diálogo de corazón a corazón con Aquél que nos ama? ¿Qué tanto le buscamos? ¿Qué tanto insistimos en el momento de pedir algo? ¿Nos hemos preguntado, alguna vez, si realmente pedimos aquello que necesitamos? ¿Aquello que verdaderamente nos conviene?

Gran enseñanza nos quiere dar Jesús mediante esta parábola, pues quiere disponer nuestro corazón para tener un verdadero encuentro con Él. Quiere que hagamos la experiencia de unos hijos que sienten en su corazón la necesidad de pedir y agradecer a un Padre que está siempre a la escucha de sus pequeños. En todo momento y ante cualquier circunstancia, sea buena o sea mala, el Señor está a la escucha. Lo que no comprendemos muchas veces, es que hay ocasiones en las cuales el Señor ve que lo que pedimos no es conveniente para nosotros, o puede pasar que no insistimos suficiente, quizá sea que nos falta paciencia, esa paciencia de la cual hablaba santa Teresa «Confianza y fe viva, mantenga el alma, que quien cree y espera, todo lo alcanza». Pues Dios, que es un gran Padre y no descuida a ninguno de sus hijos no es ajeno a aquello que le pidamos desde el fondo de nuestro corazón.

No dudemos jamás y no nos cansemos de pedir, pues la esperanza debe de ser esa flama viva que alimenta nuestra confianza a través de la oración, pidámosle ante todo al Señor que nos enseñe a orar, pues como nos recuerda constantemente el Papa Francisco: «Es necesario orar siempre y sin desanimarse».

«Como Jesús en Getsemaní, tenemos que orar confiándolo todo al corazón del Padre, sin pretender que Dios se amolde a nuestras exigencias, modos o tiempos, esto provoca cansancio o desánimo, porque nos parece que nuestras plegarias no son escuchadas. Si, como Jesús, confiamos todo a la voluntad del Padre, el objeto de nuestra oración pasa a un segundo plano, y se manifiesta lo verdaderamente importante: nuestra relación él. Este es el efecto de la oración, transformar el deseo y modelarlo según la voluntad de Dios, aspirando sobre todo a la unión con él, que sale al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso».
(Catequesis de S.S. Francisco, 25 de mayo de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy dialogaré con Jesús sobre todo aquello que llevo en mi corazón. Sea bueno, sea malo, lo dejaré en sus manos y tendré la esperanza y la certeza de que serán oídas con mucho amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme ponderar en mi interior la profundidad de mi condición de cristiano.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.

Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.

Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada”.

Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y Él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al menos cada domingo, la Iglesia nos invita en la celebración Eucarística a renovar nuestra fe mediante el rezo comunitario del credo. A veces lo recitamos con fervor y detenimiento; muchas, desafortunadamente, repasamos sus palabras de modo automático o como si fuera una letanía que a base de ser repetida ha perdido su atractivo. Mas ahí se encuentran condensados nuestros pilares. Y así, en el último enunciado, afirmamos creer en la vida del mundo futuro.

Detengámonos aquí. ¿Cuántas veces dedicamos tiempo a dialogar con Dios sobre esa verdad de fe? Tristemente, poco. Por una parte, no deseamos entrar en ello porque representa un reto a nuestro intelecto. ¿Cómo explicar la vida del mundo futuro? Por otra, desconocemos lo que significa, y por eso tememos. Precisamente de esta promesa escatológica es que nos habla el Evangelio el día de hoy. Visto de este modo, sus palabras –de por sí duras– se vuelven más comprensibles.

Jesús nos está advirtiendo dos cosas: primero, la innegable realidad de esa vida futura. Los eventos bíblicos citados son, de algún modo, prefiguración del tiempo de Cristo. A semejanza de cuanto aconteció en ellos, los discípulos estaban de fiesta en presencia del Maestro. Pero sabemos bien lo que habría de suceder cuando el Maestro fuese elevado en la cruz. Lo que sucedió en la primera venida, bien puede suceder en la segunda.

Aquí entra la segunda indicación de Jesús, es decir, la actitud que deben observar los discípulos cuando llegue esa vida futura. En una palabra, vigilancia. Cristo lo recordará a sus apóstoles en Getsemaní: vigilad y orad (Cfr. Mc 14, 38). El corazón que no vigila, ha dejado de esperar; y el corazón sin esperanza ha perdido la fe. Por eso es que hemos de vivir con esta actitud en el alma cada día. No olvidemos que ser cristiano es, sí, vivir esta vida en plenitud, pero conscientes de que estamos preparándonos para la eternidad.

«Nos hará bien esta semana pensar en el final. Si el Señor me llamara hoy, ¿qué haría? ¿Qué le diría? El pensamiento del fin nos ayuda a avanzar; no es un pensamiento estático: es un pensamiento que avanza porque es llevado adelante por la virtud, por la esperanza. Sí, habrá un fin, pero ese fin será un encuentro: un encuentro con el Señor. Es verdad, será un "rendir cuentas" de lo que he hecho, pero también será un encuentro de misericordia, de alegría, de felicidad. Pensar en el fin, el fin de la creación, el fin de la propia vida, es sabiduría; el sabio lo hace».
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2018).


. Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En un momento de oración silenciosa, elevaré mi corazón a Dios agradeciéndole de todo corazón por la gracia que me ha concedido de que mi nombre esté inscrito en los Cielos.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús permíteme abrir mi corazón para que Tú reines en mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 20-25

En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: "¿Cuándo llegará el Reino de Dios?" Jesús les respondió: "El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: 'está aquí' o 'está allá', porque el Reino de Dios ya está entre ustedes".

Les dijo entonces a sus discípulos: "Llegará un tiempo en el que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: 'está aquí' o 'está allá', pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación".

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Porque Jesús habla tanto del Reino de Dios y del Reino de Cristo. Es central en su Evangelio. “anunciar la buena nueva del Reino de Dios, porque para esto fui enviado” (Lc 4, 43). ¿Por qué es tan importante para Jesús el Reino? ¿Qué será el Reino de Dios? ¿En dónde está? ¿Cómo llegó? ¿Soy miembro del Reino de Dios? ¿Ya llegó?

Los fariseos e israelitas esperaban un Rey portentoso que les liberara físicamente casi que a fuerza y con espadas de Roma. El Reino no es aparatoso. No es material, sino espiritual. ¿Hoy que reina en el mundo lo material o lo espiritual? ¿Se podría decir que el Reino esta instaurado en la sociedad o en el mundo? ¿Qué vamos a hacer tú y yo? Nos toca. A ti y a mí. Jesús ya lo dio todo y lo sigue dando por amor a ti y a mí. Por AMOR a ti y a mí. Una Persona real que me ama. Por el simple hecho de ser educado habría que agradecerle a esta Persona. Pero el Evangelio de Cristo no se trata solo de ser educados, sino de amar y de compartir a la Persona Amada. De seguir dejándole entrar con su amor a mi corazón. Para que el primer lugar donde se instaure el Reino sea mi corazón. ¿Quién o qué reina mi corazón?

Pidámosle a la Virgen María que nos acompañe y nos enseñe el camino para confiar y creer en Jesús.

«Todos nosotros estamos llamados en este camino del Reino de Dios: es una vocación, es una gracia, es un don, es gratuito, no se compra, es una gracia que Dios nos da. Y todos nosotros los bautizados tenemos dentro el Espíritu Santo. ¿Cómo es mi relación el Espíritu Santo, el que hace crecer en mí el Reino de Dios? Una buena pregunta para hacernos hoy todos nosotros: ¿Yo creo, verdaderamente creo que el Reino de Dios está en medio de nosotros?».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Proponte darle a Cristo con alegría esa cosa que te ha estado pidiendo últimamente y que solo tú sabes.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Padre mío, me abandono a ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre (Oración del Beato Charles de Foucault).

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Quien de ustedes si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y ponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú?’ ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su aligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: «No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Me presentas hoy una parábola en la que me invitas a procurar, en todas mis acciones, la pureza de intención. Sería interesante preguntarme cuáles son las motivaciones más profundas de mi actuar, las intenciones que me llevan a trabajar, a rezar, a dedicar tiempo a alguna cosa en lugar de otra, a acoger a tal persona y rechazar a otra. Las intenciones manifiestan mucho qué lugar ocupas en mi vida.

Hoy me invitas a actuar siempre por tu gloria, por tu Reino, por amor a ti. Evitar en mi vida todo lo que pueda sonar a vanidad, a orgullo, a indiferencia, a amor propio. Cuando cumpla tu voluntad que lo haga por amor, porque de verdad quiero hacerlo y no sólo por cumplir un mandato, por salir de ese compromiso.

Quieres que tenga ante ti, además, la humildad del que se sabe creatura, necesitado de su Señor, de quien todo lo ha recibido. Ponerme en el lugar que me corresponde, de hijo, de creatura, de servidor, ya implica darte el lugar que mereces en mi vida y en todo lo que hago.

Señor, aparta de mi vida la vanidad de aparecer ante los demás como alguien que no soy, la soberbia de creer que todo lo puedo por mis medios, el orgullo de pensarme superior a los demás, la rebeldía de no darte el primer lugar en mi existencia.

«Con la serenidad del cuerpo y del espíritu podemos dedicarnos al servicio. Serenidad, servir al Señor en paz. Los obstáculos —tanto las ganas de poder, como la deslealtad— arrebatan la paz y te llevan a esa picazón del corazón de no estar en paz, siempre ansioso, mal… sin paz. Una insatisfacción que nos lleva a vivir en esa tensión de la vanidad mundana, vivir para aparentar. Así se ve mucha gente que vive solamente para ponerse en muestra, aparentar, para que digan: “ah, qué bueno que es”, por la fama, fama mundana. Pero así no se puede servir al Señor. Por ello, entonces pedimos al Señor que retire los obstáculos para que con la serenidad, tanto del cuerpo como del espíritu podamos dedicarnos libremente a su servicio».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2016, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me esforzaré por cumplir mis responsabilidades por amor a Dios y sin quejarme.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Padre mío, me abandono a ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre (Oración del Beato Charles de Foucault).

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Quien de ustedes si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y ponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú?’ ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su aligación?

Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: «No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Me presentas hoy una parábola en la que me invitas a procurar, en todas mis acciones, la pureza de intención. Sería interesante preguntarme cuáles son las motivaciones más profundas de mi actuar, las intenciones que me llevan a trabajar, a rezar, a dedicar tiempo a alguna cosa en lugar de otra, a acoger a tal persona y rechazar a otra. Las intenciones manifiestan mucho qué lugar ocupas en mi vida.

Hoy me invitas a actuar siempre por tu gloria, por tu Reino, por amor a ti. Evitar en mi vida todo lo que pueda sonar a vanidad, a orgullo, a indiferencia, a amor propio. Cuando cumpla tu voluntad que lo haga por amor, porque de verdad quiero hacerlo y no sólo por cumplir un mandato, por salir de ese compromiso.

Quieres que tenga ante ti, además, la humildad del que se sabe creatura, necesitado de su Señor, de quien todo lo ha recibido. Ponerme en el lugar que me corresponde, de hijo, de creatura, de servidor, ya implica darte el lugar que mereces en mi vida y en todo lo que hago.

Señor, aparta de mi vida la vanidad de aparecer ante los demás como alguien que no soy, la soberbia de creer que todo lo puedo por mis medios, el orgullo de pensarme superior a los demás, la rebeldía de no darte el primer lugar en mi existencia.

«Con la serenidad del cuerpo y del espíritu podemos dedicarnos al servicio. Serenidad, servir al Señor en paz. Los obstáculos —tanto las ganas de poder, como la deslealtad— arrebatan la paz y te llevan a esa picazón del corazón de no estar en paz, siempre ansioso, mal… sin paz. Una insatisfacción que nos lleva a vivir en esa tensión de la vanidad mundana, vivir para aparentar. Así se ve mucha gente que vive solamente para ponerse en muestra, aparentar, para que digan: “ah, qué bueno que es”, por la fama, fama mundana. Pero así no se puede servir al Señor. Por ello, entonces pedimos al Señor que retire los obstáculos para que con la serenidad, tanto del cuerpo como del espíritu podamos dedicarnos libremente a su servicio».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de noviembre de 2016, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me esforzaré por cumplir mis responsabilidades por amor a Dios y sin quejarme.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de Él. Di, pues, alma mía, di a Dios: ‘Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro.’ Y ahora. Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte» (San Anselmo de Canterbury).

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi padre».

En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: «¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?». Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Desde siempre, Dios ha querido vivir entre nosotros. En el desierto, Él tenía una tienda entre los judíos que peregrinaban; en Jerusalén, el rey Salomón le dedicó un edificio grandioso y bellísimo; pero el Señor nunca estuvo tan presente hasta el momento en que tomó un cuerpo y se hizo hombre como nosotros.

Por eso, con mucha razón Jesucristo «hablaba del templo de su cuerpo». En ningún otro lugar Dios se sentía más «en casa», y entrar en ese corazón significa encontrar a Dios mismo. Por eso Cristo no tenía ningún otro ideal. Su alimento era hacer la voluntad de su Padre (cf. Jn 4).

Él vivió totalmente dedicado, es decir consagrado, hacia su Padre. El celo con el que defendió la pureza del templo en Jerusalén era sólo un eco de aquella pasión con la que defendía su propia pureza. Y una clara imagen del celo que sigue teniendo por conservar a la Iglesia limpia de toda mancha y corrupción. ¡Cuántas veces derrama su gracia en los sacramentos para limpiar nuestros corazones!

Pidamos hoy al Señor este mismo celo por defender nuestra pureza y vida de gracia. Con el bautismo nos hemos convertido también nosotros en templos de Dios, no de piedra, sino de carne y hueso.

El mayor tesoro que tenemos es Dios mismo que habita en nosotros; no podemos perderlo por culpa de otros intereses, y menos aún por el pecado. Más bien Dios se merece una extremada atención por buscar ante todo su gloria y su voluntad. Y el mejor culto que se le puede ofrecer es el de la propia vida: dedicarle, consagrarle todas las fuerzas y todo el corazón.

«El discípulo de Jesús va a la iglesia para encontrarse con el Señor y encontrar en su gracia, operante en los sacramentos, la fuerza para pensar y obrar según el Evangelio. Por lo que no podemos ilusionarnos con entrar en la casa del Señor y “encubrir”, con oraciones y prácticas de devoción, comportamientos contrarios a las exigencias de la justicia, la honradez o la caridad hacia el prójimo. No podemos sustituir con «honores religiosos» lo que debemos dar al prójimo, postergando una verdadera conversión. El culto, las celebraciones litúrgicas, son el ámbito privilegiado para escuchar la voz del Señor, que guía por el camino de la rectitud y de la perfección cristiana».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de marzo de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una comunión espiritual, pidiendo a Cristo la gracia de darle gloria con mi cuerpo y agradeciéndole su presencia en mi corazón.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

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Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

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Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, amigo mío, vengo en este momento a estar un tiempo contigo. Quiero simplemente estar sin preocuparme de tantas cosas que poco a poco van ocupando mi corazón. Muchas veces busco el descanso en el confort de las cosas o en las distracciones pasajeras, que más o menos puedo disfrutar en el momento. Hoy vengo a tus pies para descansar contigo. Tú eres el que das la verdadera paz. Dame la paz, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Salieron a esperar al esposo» Nuestra vida es un espera, un espera del momento en que nos encontraremos cara a cara con Dios. Este mundo no es nuestra morada porque es el cielo nuestro destino. Y es justamente lo que hoy Jesús nos quiere enseñar. Parece como si Jesús nos estuviese diciendo «¡Amigo, espera en mí! Todo pasa y solamente Yo quedo».

Puede pasar que con los años vamos «acomodándonos» y olvidando nuestro destino. Cuando éramos niños y nos hablaban del cielo nuestros ojos se iluminaban y se llenaban de curiosidad «¿Cómo será el cielo?». Pero la verdad es que nos olvidamos un poco de eso mientras nos hacemos adultos y llegan las preocupaciones, trabajo, dinero,… No pensamos más ni a la muerte ni mucho menos en el cielo. Lo vemos como algo lejano que queremos retrasar lo más posible.

La realidad es que de repente nos despiertan de nuestro sueño. Vemos, por ejemplo, que algún amigo después de luchar contra el cáncer ha muerto; nos damos cuenta que nuestros antiguos profesores de colegio comienzan a pasar por los achaques de la vejez; nuestros padres ya no son los de antes… En fin, nos damos cuenta que la vida pasa y que pronto nos encontraremos nosotros también con la realidad de la muerte.

«Velad porque no sabéis el día ni la hora» Nadie tiene cita con la muerte y es lo que nos repite el Evangelio con esta frase final. O mejor, todos la tienen pero llega por sorpresa, de un momento a otro. Podremos revelarnos o quejarnos y decir que es injusto Dios, pero Él mismo nos lo avisa. Pero no sólo avisa sino que no invita a ver la muerte, no como algo triste, sino como algo alegre, como una fiesta. Debemos mantener la llama de la esperanza en nuestro corazón. Debemos anhelar llegar al cielo. Debemos de esperar ese momento con los ojos iluminados y llenos de curiosidad como cuando éramos niños. Eso significa tener aceite suficiente para recibir al esposo que llega.

«¿Cómo hacemos para evitar que la luz y la sal pierdan sus características? ¿Cómo se hace para evitar que el cristiano deje de ser tal, sea débil, se debilite precisamente su vocación? Una respuesta se puede encontrar en otra parábola, la de las diez vírgenes: cinco necias y cinco prudentes. La prudencia y la necedad, viene del hecho que algunas habían llevado consigo el aceite, para que no faltase mientras que las otras, jugueteando con la luz, se olvidaron y su luz acabó apagándose. También la lámpara, cuando comienza a debilitarse, nos dice que tenemos que recargar la batería. La conclusión es, por lo tanto, la misma: ¿Cuál es el aceite del cristiano? ¿Cuál es la batería del cristiano para producir la luz? Sencillamente la oración».
(Homilía de S.S. Francisco en Santa Marta, 7 de junio de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Esta semana voy a dedicar un momento para visitar un cementerio para pensar en cómo me estoy preparando para la muerte.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Abre mis ojos, Señor, a la bondad de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Con el dinero tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero».

Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero él les dijo: «Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús nos regala muchos dones cuando venimos a este mundo. No es en vano que popularmente se diga que «Dios no se deja ganar en generosidad». Nos regala la vida, la salud, nuestra familia, su perdón, su cuerpo, su sangre, entre otras tantas cosas. Jesús nos quiere y nos quiere bien.

Sin embargo, el uso que hacemos de estos dones depende de nosotros. Los podemos usar mal si queremos. ¡Por supuesto! A Dios le duele vernos haciendo algo mal, pero en definitiva le duele más el saber que somos nosotros los que elegimos hacernos daño al alejarnos de Él. Lo que es peor, podemos ssss creer que todo lo que tenemos lo conseguimos nosotros con nuestras propias fuerzas y que eso nos da derecho a destruirlo.

Y Dios llora… llora ante el hombre que ha olvidado que realmente es un guardián de dones y no un déspota tirano.

¿Qué uso estoy haciendox de los dones de Dios?

«La última pregunta de Pablo es: “¿Cómo puede haber un mensajero sin que sea enviado?”. Al final de esta Misa, todos seremos enviados, para llevar con nosotros los dones que hemos recibido y compartirlos con los demás. Esto puede provocar un poco de desánimo, ya que no siempre sabemos a dónde nos puede enviar Jesús. Pero él nunca nos manda sin caminar al mismo tiempo a nuestro lado, y siempre un poquito por delante de nosotros, para llevarnos a nuevas y maravillosas partes de su reino».
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de noviembre de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una lista con todos los dones que Dios me ha dado, le daré gracias por ellos y reflexionaré sobre el uso que estoy haciendo de ellos.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia, Señor, de vivir una experiencia de una auténtica oración para conocer más el gran amor que me ofreces.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’. Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’. El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando queríamos ir a una fiesta, cuando éramos niños, todos sabíamos que pedir el permiso a nuestros padres era todo un arte, y era mucho más cuando creíamos que era difícil. Yo, por ejemplo, hacía todo lo posible para obtener el sí. Calculaba el momento adecuado, si era mejor con mi mamá o con mi papá, qué palabras usar y, sobre todo, qué palabras no usar, el sí era mi objetivo.

Pero ahora pregunto, ¿cómo es mi arte cuando se trata de ir a la fiesta de Dios? Una fiesta que es en su Sagrado Corazón. En el Evangelio, Cristo no alaba al administrador por lo que hace, sino que nos ofrece una comparación entre dos personas, entre dos yo. El primer yo es el que hace de todo por un permiso para ir a una fiesta de algunas horas, y el otro, el que pide el permiso de ir a la fiesta de Dios que es por toda la eternidad.

Cuando era chico elaboraba todo este arte porque realmente deseaba ir a la fiesta, pero algunas veces no hago lo mismo para ir a la fiesta de Dios, no coloco todo mi esfuerzo cuando veo «difícil» la voluntad de Dios. Cristo me dice que debo tener la misma ilusión en las cosas de Dios como el administrador la tuvo para su bien.

Porque el esfuerzo es la obra del amor, el administrador hizo todo aquello porque se amaba a sí mismo. ¿Cuánto amo a Dios? Porque acá no se trata si las cosas salen o no salen sino de todo el esfuerzo que coloco para encontrar el permiso de ir a la fiesta de Dios, de entrar a su corazón. Entre una fiesta de algunas horas y la fiesta en el corazón de Cristo, ¿tú cuál prefieres? Si es a Dios utiliza todo tu arte para conocerle más, para promocionar esta fiesta y que todos vengan, pero porque amas a nuestro Rey y nada más.

«Hermanos y hermanas, esta página evangélica hace resonar en nosotros la pregunta del administrador deshonesto, expulsado por su amo: «¿Qué haré pues?» (v. 3). Frente a nuestras carencias y fracasos, Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Que los que han causado lágrimas hagan felices a alguien; que los que han quitado indebidamente, done a los necesitados. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor “porque hemos obrado astutamente”, es decir, con la sabiduría de los que se reconocen como hijos de Dios y se ponen en juego por el Reino de los cielos. Que la Santísima Virgen nos ayude a ser astutos para asegurarnos no el éxito mundano, sino la vida eterna, para que en el momento del juicio final las personas necesitadas a las que hemos ayudado sean testigos de que en ellas hemos visto y servido al Señor».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de septiembre de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Examinar que esfuerzo le estoy dedicando a mi apostolado, a la ayuda en mi parroquia, a conocer cada día más a nuestro Señor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¡Cristo, Rey Nuestro!
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, te doy gracias por haberme creado. Delante del misterio de tu amor contemplo en mi interior la única inquietud por dirigirme a ti. Toda mi vida está orientada únicamente hacia la felicidad. Creo firmemente en ti, confío en ti, Señor, te amo. Haz crecer en mí estas virtudes, cuya fuente eres Tú . Reconociéndome, pues, como una criatura amada por su Dios, vengo a presentarme a ti. Quiero escucharte, aprender de ti, vivir de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 37-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Solo aquél que ha experimentado el amor de Cristo puede amarlo también. Cuando mi alma pierde su calma, vienes tú Jesús a recobrarla nuevamente. Pues nos demuestras cómo Dios fue bueno con nosotros. En el mundo me veo instigado a saciar mis anhelos de eternidad con lo pasajero. Tú vienes, Señor, sin embargo, a mostrarme el único alimento que satisface toda hambre. Eres alimento para el pobre hambriento como para el rico hambriento. Eres alimento eterno, eres agua que calma toda sed. Eres Tú quien sacia el deseo en mi interior de saberme verdaderamente amado, verdaderamente amada, porque me quieres siempre, sin interrupción, y por toda la eternidad.

Puedo venir a ti con la certeza de que nunca me echarás de tu presencia, totalmente al contrario, implorarás que me acerque más a ti. Ardes de amor por mí, nunca me echarás fuera. Pues bajaste del cielo para estar cerca de mí. ¿Tengo un don más grande que el poderte visitar y recibir en la Eucaristía? La voluntad del Padre, de mi padre, es que te mire a Ti, Señor Jesús, y así obtendré la vida eterna: mirándote, imitándote en tu amor.

Quiero imitarte Señor. Puedo confiar en tu testimonio veraz, en tu modelo de vida. ¿Cómo no creer en quien me amó? Por eso quiero, me siento en el apremio de imitarte. Me siento en la urgencia de vivir enteramente disponible para con toda persona –yo tampoco los echaré fuera de mí. Me siento en la urgencia incluso de ir hacia todo hombre a proclamar tu testimonio: me amas, nos amas a cada uno. Hazme caminar en actitud de constante encuentro con toda persona en mi vida, desde mis hermanos hasta mis hijos, desde mi pareja hasta aquél pobre en la ciudad, desde las personas en mi apostolado hasta aquél que incluso me ofendió. Para que todo el que me vea te vea a ti, Señor Jesús, y crea en ti, tenga vida eterna y lo resucites en el último día.

«En Jesús, en su “carne” -es decir, en su concreta humanidad- está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna. Aquella que ha vivido esta experiencia en modo ejemplar es la Virgen de Nazaret, María: la primera persona humana que ha creído en Dios acogiendo la carne de Jesús. Aprendamos de Ella, nuestra Madre, la alegría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es “privado”, un don que no es “propiedad privada”, sino que es un don para compartir: es un don “para la vida del mundo”».
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de agosto de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré un pequeño sacrificio por las personas que aún no han experimentado tu amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¡Cristo, Rey Nuestro!
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, te doy gracias por haberme creado. Delante del misterio de tu amor contemplo en mi interior la única inquietud por dirigirme a ti. Toda mi vida está orientada únicamente hacia la felicidad. Creo firmemente en ti, confío en ti, Señor, te amo. Haz crecer en mí estas virtudes, cuya fuente eres Tú . Reconociéndome, pues, como una criatura amada por su Dios, vengo a presentarme a ti. Quiero escucharte, aprender de ti, vivir de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 37-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Solo aquél que ha experimentado el amor de Cristo puede amarlo también. Cuando mi alma pierde su calma, vienes tú Jesús a recobrarla nuevamente. Pues nos demuestras cómo Dios fue bueno con nosotros. En el mundo me veo instigado a saciar mis anhelos de eternidad con lo pasajero. Tú vienes, Señor, sin embargo, a mostrarme el único alimento que satisface toda hambre. Eres alimento para el pobre hambriento como para el rico hambriento. Eres alimento eterno, eres agua que calma toda sed. Eres Tú quien sacia el deseo en mi interior de saberme verdaderamente amado, verdaderamente amada, porque me quieres siempre, sin interrupción, y por toda la eternidad.

Puedo venir a ti con la certeza de que nunca me echarás de tu presencia, totalmente al contrario, implorarás que me acerque más a ti. Ardes de amor por mí, nunca me echarás fuera. Pues bajaste del cielo para estar cerca de mí. ¿Tengo un don más grande que el poderte visitar y recibir en la Eucaristía? La voluntad del Padre, de mi padre, es que te mire a Ti, Señor Jesús, y así obtendré la vida eterna: mirándote, imitándote en tu amor.

Quiero imitarte Señor. Puedo confiar en tu testimonio veraz, en tu modelo de vida. ¿Cómo no creer en quien me amó? Por eso quiero, me siento en el apremio de imitarte. Me siento en la urgencia de vivir enteramente disponible para con toda persona –yo tampoco los echaré fuera de mí. Me siento en la urgencia incluso de ir hacia todo hombre a proclamar tu testimonio: me amas, nos amas a cada uno. Hazme caminar en actitud de constante encuentro con toda persona en mi vida, desde mis hermanos hasta mis hijos, desde mi pareja hasta aquél pobre en la ciudad, desde las personas en mi apostolado hasta aquél que incluso me ofendió. Para que todo el que me vea te vea a ti, Señor Jesús, y crea en ti, tenga vida eterna y lo resucites en el último día.

«En Jesús, en su “carne” -es decir, en su concreta humanidad- está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna. Aquella que ha vivido esta experiencia en modo ejemplar es la Virgen de Nazaret, María: la primera persona humana que ha creído en Dios acogiendo la carne de Jesús. Aprendamos de Ella, nuestra Madre, la alegría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es “privado”, un don que no es “propiedad privada”, sino que es un don para compartir: es un don “para la vida del mundo”».
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de agosto de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré un pequeño sacrificio por las personas que aún no han experimentado tu amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que te conozca para poder amarte y que te ame para poder seguirte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy, Cristo nos invita a preguntarnos qué significa ser su discípulo. Nos ha estado formando y ahora nos lo hace ver, y nos pregunta para que nosotros podamos decidir qué queremos hacer. Ante las prescripciones enunciadas por Cristo podemos ver, a primera vista, que es muy difícil y hasta radical lo que Él pide, pero no hay que malinterpretar lo que dice la Escritura porque Dios, de hecho, quiere que le demostremos nuestro amor a través de nuestros padres, esposos, hijos y hermanos; porque lo que Él quiere es que aprendamos a amarlos como Dios los ama.

La otra parte de la que habla Cristo es el tomar la cruz. Todos sufrimos, sea en cosas grandes o pequeñas, la diferencia que podemos hacer es en cómo vivimos estos momentos difíciles; nos puede iluminar contemplar cómo lo hizo Dios. Esto es darle sentido al sufrimiento sabiendo que una vida sin esta actitud es insoportable, el que no vive amando hasta en el sufrimiento, le es muy difícil continuar viviendo.

Estos dos elementos son la base de la vida del cristiano. Los podemos resumir como poner a Dios en el lugar indicado, que sería en el centro de nuestras vidas, para de ahí, iluminar todas nuestras obras, pensamientos y actitudes. Todo para amar más a Dios y comunicar este amor a los demás, para que también otros puedan encontrarlo y amarlo.

Y a ti, ¿cómo te pide Dios seguirlo amando más y tomar tu cruz hoy, en las circunstancias en las que te encuentras?

«La vida nueva que el Señor nos propone resulta incómoda y se transforma en sinrazón escandalosa para aquellos que creen que el acceso al Reino de los Cielos sólo puede limitarse o reducirse a los vínculos de sangre, a la pertenencia a determinado grupo, clan o cultura particular. Cuando el “parentesco” se vuelve la clave decisiva y determinante de todo lo que es justo y bueno se termina por justificar y hasta “consagrar” ciertas prácticas que desembocan en la cultura de los privilegios y la exclusión —favoritismos, amiguismos y, por tanto, corrupción—. La exigencia del Maestro nos lleva a levantar la mirada y nos dice: cualquiera que no sea capaz de ver al otro como hermano, de conmoverse con su vida y con su situación, más allá de su proveniencia familiar, cultural, social “no puede ser mi discípulo”. Su amor y entrega es una oferta gratuita por todos y para todos».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Demostrarles a mis seres queridos cómo los ama Dios con un acto concreto.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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Por: Francisco J. Posada, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te entrego mi todo porque me he dado cuenta de que interesándome por ti y tus cosas mi vida ha cambiado, ayuda mi fe y confianza para darte mi corazón y el mejor espacio en todas mis actividades, perdóname por mi falta de fe y te pido que me concedas una confianza cada día más robusta.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 15-24

En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: “Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios”.

Entonces Jesús le dijo: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: 'Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes'. Otro le dijo: 'Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes'. Y otro más le dijo: ‘Acabo de casarme y por eso no puedo ir'.

Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: 'Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos'.

Cuando regresó el criado, le dijo: 'Señor, hice lo que ordenaste, y todavía hay lugar'. Entonces el amo respondió: 'Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete'”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Confiar en Dios no es una tarea fácil ya que implica el dejarnos cuidar por Él aunque nos pida dejar algunas cosas. Ante la invitación de Cristo al banquete del Reino podemos pensar como la gente citada en el evangelio que hay otras cosas más importantes y que no podemos acudir. El primero, dice que tiene que ver una propiedad que acaba de comprar y mejor ir a revisarla no vaya ser que lo hayan engañado así que deja a un lado la invitación y dice “no tengo tiempo”. El segundo pone una situación de trabajo porque el que no trabaja no come y dice que en este momento está ocupado y el trabajo ocupa un lugar importantísimo para él. El tercero dice “yo tengo mi propia fiesta” por eso no puede acudir y en cambio hasta pudo haber invitado al comensal a su banquete diciendo que estaría mucho mejor.

Estas tres actitudes reflejan preocupaciones sanas de toda persona, son deseos y necesidades que tenemos y no podemos huir de ellas. Ante la necesidad de tener un suelo donde vivir, un trabajo estable y una familia Dios no se da la vuelta y nos dice, “arréglatela como puedas” sino que nos invita a poner en sus manos todas nuestras preocupaciones e interesarnos por lo más importante, la parte mejor de nuestra vida. Es un camino que nos toca recorrer cada día porque no es nada fácil y sencillo pero en cada momento, mirando a Dios y diciendole que confiamos en Él podemos lograr darle nuestro todo y preocuparnos de las cosas de Dios porque Él se preocupará de las nuestras. Es este dejar que Dios entre en mi vida y todo lo que es parte de ella porque quiere ayudarme y que lo sienta cerca.

«El Señor no pide nada a cambio: solo amor, fidelidad, como Él es amor y Él es fiel. Porque la salvación no se compra, simplemente se entra en el banquete: “Bienaventurado quien coma en el reino de Dios”. Y esta es la salvación. En realidad, yo me pregunto: ¿qué sienten estos que no están dispuestos a ir al banquete? Se sienten seguros, se sienten con una seguridad, se sienten salvados a su modo fuera del banquete. Y han perdido el sentido de la gratuidad, han perdido el sentido del amor y han perdido una cosa más grande y más hermosa aún y eso es muy feo: han perdido la capacidad de sentirse amados. Y, cuando tú pierdes —no digo la capacidad de amar, porque esa se recupera— la capacidad de sentirte amado, no hay esperanza: has perdido todo».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de noviembre de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Antes de comenzar cualquier cosa confiarle a Dios lo que vaya a hacer.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ¡muchas gracias por el don de la vida! Concédeme la gracia de aprovechar bien el tiempo que me das para aceptar tu misericordia y enmendar mis pecados. Ayúdame a vivir cada día como si fuera el último que me regalas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme'. Los justos le contestarán entonces: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?' Y el rey les dirá: 'Yo les aseguro que cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron'.

Entonces dirá también a los de la izquierda: 'Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron'.

Entonces ellos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?' Y él les replicará: 'Yo les aseguro que cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo'. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¡Estamos tan acostumbrados a leventarnos cada día sin darnos cuenta de que pudimos no haberlo hecho! Abrir los ojos nuevamente es un don de Dios que no todos reciben a diario. Se nos ha dado el don del tiempo para poder construir, con mucho esfuerzo y con la ayuda de la gracia, nuestra casa en el reino preparado para nosotros desde la creación del mundo.

Cada acto bueno que tu haces es como un ladrillo, entre mas haces, mas marial para la construcción!!! El material de los labrillos, es la intención con la que lo haces; intención que solo Dios y tú ven y conocen: oro, si lo haces por amor a Dios; plata, si lo haces por amor al Prójimo... y así sucesivamente. Si perseveras en el bien, acabarás contruyendo una digna morada en el cielo para toda la eternidad.

Vive hoy como quisieras que te encuentre el Señor aquel día, en que vestido de gloria y majestad, separe a los justos de los injustos, y les asigne el lugar que ha ellos corresponde.

El Señor es un Dios misericordioso, pero, ¡cuantas veces abusamos de su misericordia y olvidamos su justica! Este es el timpo propicio, HOY, hoy es el día de gracia que nos ofrece el Señor... Mañana??? Mañana quién sabe si estaremos. Los fieles difuntos a quienes hoy recordamos y por quienes intercedemos dan fe de ello.

«Hoy es un día de recuerdo del pasado, un día para recordar a quienes caminaron antes que nosotros, a aquellos que también nos han acompañado, nos han dado la vida. Recordar, hacer memoria. La memoria es lo que hace que un pueblo sea fuerte, porque se siente enraizado en un camino, enraizado en una historia, enraizado en un pueblo. La memoria nos hace entender que no estamos solos, somos un pueblo: un pueblo que tiene historia, que tiene pasado, que tiene vida. Recordar a tantos que han compartido un camino con nosotros, y están aquí [indica las tumbas alrededor]. No es fácil recordar. A nosotros, muchas veces, nos cuesta regresar con el pensamiento a lo que sucedió en mi vida, en mi familia, en mi pueblo... Pero hoy es un día de memoria, la memoria que nos lleva a las raíces: a mis raíces, a las raíces de mi pueblo. Y hoy también es un día de esperanza: la segunda lectura nos ha mostrado lo que nos espera. Un cielo nuevo, una tierra nueva y la ciudad santa de Jerusalén, nueva. Hermosa es la imagen que usa para hacernos entender lo que nos espera».
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de de noviembre de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a hacer una obra de misericordia el día de hoy ofreciéndola por los fieles difuntos.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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Por: Iván A. Virgen, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

“Te ruego que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta.” Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén. (Oración para después de la comunión Sto. Tomás de Aquino, fragmento).

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo:

"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos".

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Con este Evangelio recordamos a todos los santos, de manera especial a aquéllos que no tienen fiesta señalada en el calendario litúrgico; todos esos santos desconocidos. Ellos fueron hombres y mujeres de todas épocas que fueron amigos de Jesús para quiénes cuya prioridad era el amor a Dios y al prójimo. Hombres y mujeres que con su vida tuvieron un impacto positivo en el mundo, y por los cuales el mundo ha experiementado la existencia de un Dios caritativo. Vivieron en el mundo , y en el mundo sufrieron muchas cosas que hasta hoy mucha gente sufre como hambre, persecución, sed de justicia, etc. Pero siguiendo el ejemplo de Cristo, siendo mansos y pobres de espíritu, fueron dichosos viviendo la fe en la ordinariedad. Esta fiesta nos invita a querer ser uno de ellos, y no olvidar que la santidad es algo que se encuentra en el día a día.

Por eso, es bueno conocer cómo estos hombres y mujeres vivieron, y así encontrar aspectos concretos para imitar o iluminar en nuestro actuar conforme a la vida cristiana. Así, aprender de ellos como hicieron de lo ordinario algo extraordinario con el amor y dejar un impacto en la vida de quienes nos rodean.

«Hoy es un día de alegría, pero de una alegría serena, tranquila, de la alegría de la paz. Pensemos en el ocaso de tantos hermanos y hermanas que nos precedieron, pensemos en nuestro ocaso, cuando llegará. Y pensemos en nuestro corazón y preguntémonos: «¿Dónde está anclado mi corazón?». Si no estuviese bien anclado, anclémoslo allá, en esa orilla, sabiendo que la esperanza no defrauda porque el Señor Jesús no decepciona».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de Noviembre de 2013).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En este día, dedicaré un breve momento para investigar la vida de algún santo del que haya escuchado pero no conozca.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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Por: Francisco J. Posada, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, concédeme la gracia de ver como Tú ves y que esto me lleve a amar como Tú amas. Perdóname las ocasiones que he elegido el ensalzarme sobre otros y mostrar que soy mejor que todos; te pido que me sigas iluminando para seguir tu camino de humildad y servicio.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1.7-11

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:

“Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’.

Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muchas veces nos encontramos en la situación de buscar un lugar, en la escuela, en un restaurante, en una cafetería, estacionamiento, etc. En cierto sentido nuestra vida está llena de «lugares», por lo que la historia que cuenta Cristo se hace muy relevante a nuestro día a día. La lección que el Maestro nos quiere compartir es que hay que buscar las cosas buenas sin dejar a los demás humillados o creernos los mejores en todo y siempre. Hay que sabernos con los mismos derechos de los demás y ver que en la vida lo más importante no es ser el primero siempre sino saber llegar.

El don que nos da Dios nos hace merecer los lugares privilegiados que Él guarda en su corazón. Con esta certeza en mente, nada más nos preocupa porque ya tenemos lo más importante y de lo que no tenemos que preocupar más. No importa ya el lugar, sino que, con esta convicción de que Dios me tiene un lugar especial, todo adquiere un nuevo sentido.

Cristo también nos pide que nos hagamos los últimos, como en una fiesta el último que se sienta es el que sirve hasta el final. En la medida del amor y del servicio a los demás lo que es más importante es servir sin contar el tiempo o las energías que conlleva no querer ser servido sino servir. Aunque la prioridad es diferente, sin las personas que sirven la fiesta no se podría llevar a cabo, algo estaría faltando y no serían los invitados de los primeros puestos.

Pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de ver los lugares como verdaderos discípulos de Cristo que siempre buscan servir a los demás.

«El Evangelio de este domingo nos muestra a Jesús participando en un banquete en la casa de un líder de los fariseos. Jesús mira y observa cómo corren los invitados, se apresuran a llegar a los primeros lugares. Esta es una actitud bastante extendida, incluso en nuestros días, y no sólo cuando se nos invita a comer: normalmente, buscamos el primer lugar para afirmar una supuesta superioridad sobre los demás. En realidad, esta carrera hacia los primeros lugares perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial, porque arruina la fraternidad. Todos conocemos a esta gente: escaladores, que siempre suben para arriba, arriba.... Hacen daño a la fraternidad, dañan la fraternidad».
(Ángelus de S.S. Francisco, 1 de septiembre de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré un acto de servicio sin buscar el crédito por ello.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, ayúdame a ser consciente de las necesidades de los demás. Que Tú seas, Señor, la ley de mi vida. Que en ti encuentre el camino para la santidad y la entrega al prójimo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1-6

Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Había allí, frente a él, un enfermo de hidropesía, y Jesús, dirigiéndose a los escribas y fariseos, les preguntó: “¿Está permitido curar en sábado o no?”.

Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tocó con la mano al enfermo, lo curó y le dijo que se fuera. Y dirigiéndose a ellos les preguntó: “Si alguno de ustedes se les cae en un pozo su burro o su buey ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado?” Y ellos no supieron que contestarle.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el Evangelio de hoy Jesús rompe muchas de las «reglas» del decoro judío: ¡sana en sábado! En la cultura judía, la costumbre en el Sabbath era abstenerse de casi todas las actividades en ese día sagrado. El sábado debía ser un día de descanso, un día de "retorno" a Dios. El enfoque del Sabbath era estar sólo con Dios. Pero Dios, está por encima de la ley, Él es la Ley.

Cuando se trata de la ley, Jesús deja claro que toda ley está subordinada a la única gran ley: que debemos amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nunca nos desviaremos del camino si cumplimos este mandamiento.

La ley es importante en nuestro mundo. Sin embargo, el propósito y la intención de la ley es asegurar la seguridad y la paz para los pueblos del mundo. Sin embargo, a veces, podemos poner las «reglas» antes de lo que es amoroso y saludable para un individuo, familia o comunidad. Cierto, podemos estar manteniendo la «ley» o «regla». Sin embargo, podemos estar rompiendo el mayormandamiento: «Ama a tu prójimo». Jesús, hoy ayúdanos a ser conscientes de usar la «ley» para el bien de los demás y no sólo para «guardar las reglas».

«Él todos somos hijos y hermanos; una referencia al valor primario de la persona humana antes y por encima de cualquier interés; y un incentivo para todos, comenzando por los más pobres, a esforzarse por la justicia y el respeto de los derechos fundamentales. Recordemos que «los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de cambiar las reglas, la calidad de las relaciones y las estructuras sociales: son personas capaces de llevar paz donde hay conflictos, de construir y cultivar relaciones fraternas donde hay odio, de buscar la justicia donde domina la explotación del hombre por el hombre. Sólo el amor es capaz de transformar de modo radical las relaciones que los seres humanos tienen entre sí. Queridos hermanos y hermanas, os exhorto a proseguir con entrega y perseverancia vuestro apostolado, siguiendo los buenos ejemplos de los muchos que os han precedido».
(Discurso de S.S. Francisco, 27 de junio de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré un acto de caridad con una persona que esté en necesidad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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