domingo 28 Febrero 2016 : Libro del Exodo 3,1-8a.13-15.

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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2° Sábado Cuaresma
El Evangelio de hoy
Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca‘. Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre, y el muchacho empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no dejaban que se las comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos cuando su padre lo vio, y se enterneció profundamente. Corrió hacia él y, echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberle recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara, pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.
El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’».
Reflexión:
Esta parábola habla de la alegría de Dios. ¡la alegría de Dios es perdonar!
es la alegría de un padre que vuelve a acoger en casa al hijo que se había perdido, que estaba como muerto y ha vuelto a la vida, ha vuelto a casa. ¡Aquí está todo el Evangelio, aquí está todo el cristianismo!
La misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del «cáncer» que es el pecado.
Jesús es todo misericordia, Jesús es todo amor: es Dios hecho hombre. Cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida; cada uno de nosotros es ese hijo que ha derrochado la propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo.
Dios es un padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel. Y cuando volvemos a Él, nos acoge como a hijos, en su casa, porque jamás deja, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor.
Y su corazón está de fiesta por cada hijo que regresa. Está de fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría cuando uno de nosotros pecadores va a Él y pide su perdón.
Entonces, sí nos arriesgamos a permanecer fuera de la casa del Padre. Como ese hermano mayor de la parábola, que en vez de estar contento porque su hermano ha vuelto, se enfada con el padre que le ha acogido y hace fiesta. Si en nuestro corazón no hay la misericordia, no hay la alegría del perdón, no estamos en comunión con Dios aunque observemos todos los preceptos, porque es el amor lo que salva, no la sola práctica de los preceptos.
Es el amor a Dios y al prójimo lo que da cumplimiento a todos los mandamientos.
Jesús nos llama a todos a seguir este camino: «Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso».
(Papa Francisco).
Oración:
Señor Jesús, te doy gracias por esa persona, que me habló por vez primera de ti, ayúdame a ser misericordioso con todas las personas que viven lejos de tu amor. Invoquemos ahora la intercesión de María, Madre de la Misericordia. Amén.
Acción:
En silencio… que cada uno piense en una persona con la que no estamos bien, con la que estamos enfadados, a la que no queremos.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”
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