06/16/17

11:37 p.m.

Por: H. Iván Yoed González, L.C. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, estoy en un mundo rodeado de invitaciones a seguir el camino del egoísmo, del menor esfuerzo, de la mentira, por eso inicio esta oración pidiéndote perdón por las veces que te he traicionado. Permite que pueda descubrir ahora el camino para amar a los demás como Tú quieres, concédeme conocerte más profundamente para poder enamorarme más de Ti y dar gloria a Dios amando a los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Señor, te pido la gracia de jamás obrar en tu nombre si no busco el bien. Y te pido buscar siempre el bien en tu nombre. Nada, ningún acto de mi vida, es indiferente para crecer en el amor. Ningún acto que no vaya dirigido a hacer el bien te es indiferente. Ningún acto de amor te es indiferente. Pero si alguna vez digo hacer el bien, pero realizo el mal conscientemente, te ofendo, Señor. Y me ofendo a mí mismo también pues soy imagen y semejanza tuya.

El don de la sinceridad es lo que quiero pedirte, Señor. Una sinceridad que tenga sus raíces en lo más profundo de mi alma. Que viva siempre con la intención de obrar en la verdad. Que no me deje vencer ante la tentación de la mentira, de los caminos fáciles, de la vida placentera. Que mi faro sea siempre tu luz.

Si perdiese algún día la claridad, confío, Señor, que aun allí estaré en tus manos. Pongo de mi parte toda mi voluntad, mi libertad, mi amor, mis deseos, mis ilusiones y proyectos para buscar tenerte siempre como fin. Jamás tu nombre en vano, jamás. Que siempre te encuentres en mi corazón para que mis labios digan sí, cuando es sí, y no cuando es no.

"Jesús dice además a sus discípulos que no juren, en cuanto el juramento es señal de la inseguridad y de la doblez con la cual se desarrollan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantía a nuestras actividades humanas. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de limpieza y de confianza recíproca, de manera que podemos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos."
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de febrero de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy no obraré con doblez o mentira; buscaré activamente el amor, siendo sincero y franco con lo que hago, digo y pienso.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:22 a.m.
Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la palabra de la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo, y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense reconciliar con Dios. A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.

11:22 a.m.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen; cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados.

11:22 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan 'sí', que sea sí, y cuando digan 'no', que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

11:22 a.m.
     La Ley dada a Moisés es una compilación de enseñanzas variadas y de imperativos, una colección útil para todos de lo que es bueno hacer en esta vida, y un reflejo místico de las costumbres de la vida celeste: una antorcha y una lámpara, un fuego y una luz, réplica de las lámparas de arriba. La Ley de Moisés era el itinerario de la piedad, la regla de las costumbres honestas, el freno del primer pecado, el boceto de la verdad que ha de venir (Col 2,17)... La Ley de Moisés era para la piedad un maestro y para la justicia un guía, para los ciegos una luz y para los insensatos una prueba, para los niños un pedagogo y para los imprudentes una amarra, para las cervices duras una brida y para los impacientes un yugo que constreñía.      La Ley de Moisés era el mensajero de Cristo, el precursor de Jesús, el heraldo y el profeta del  gran Rey, una escuela de sabiduría, una preparación necesaria y una enseñanza universal, una doctrina llegada en el momento oportuno y un misterio temporal. La Ley de Moisés era un resumen simbólico y enigmático de la gracia futura, anunciando en imágenes la perfección de la verdad que ha de venir. Por los sacrificios anunciaba la Víctima, por la sangre, la Sangre, por el cordero, el Cordero, por la paloma, la Paloma, por el altar, el Sumo Sacerdote, por el Templo, la permanencia de la divinidad, por el fuego del altar, la plena «Luz del mundo» (Jn 8,12) que desciende de Arriba.

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