11/11/16

11:48 p.m.

Por: H. Rubén Tornero, LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Estoy aquí, Señor. Pongo mi vida a tus pies. Sé que no soy digno de estar aquí, delante de Ti; sin embargo, creo que Tú me amas y quieres que esté contigo. Confío en tu misericordia y en la alegría que te da verme. Te amo, y aunque mi vida sea un desastre, quiero que sea un nido de amor donde Tú puedas reposar y amar, a través de mí, a los que me rodean. Gracias por todo, Jesús, y ayúdame a escucharte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.

Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".

Dicho esto, Jesús comentó: 'Si así pensaba el juez injusto', ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús, Tú hoy me quieres enseñar la necesidad de orar. Divino Maestro, Tú sabes que sin Ti, sin la oración, soy tan sólo un muerto con nombre de vivo, un zombieespiritual. Ayúdame. Dame la gracia de que no pueda pasar mucho tiempo sin pensar en Ti, así, como no puedo pasar mucho tiempo sin respirar. No dejes que para mí la oración sea solamente una cosa accesoria de la que más o menos puedo prescindir, sino que realmente sea parte de mi vida.

Tú bien sabes que no puedo pasar todo el día en la capilla. Me has dado un trabajo, una familia, una misión y no quieres que los descuide. Si bien no puedo dedicar todo mi día a rezar Padrenuestros, si puedo hacer de mi vida una oración, manteniéndome unido a Ti en lo más profundo de mi alma, preguntándome en cada momento qué es lo que Tú quieres que yo haga, es decir, buscando siempre amarte más en lo concreto de mi día.

Ayúdame, oh Jesús mío, a ser tu apóstol, a no tener miedo, ni mucho menos vergüenza de pedirte siempre que se instaure tu Reino en el mundo. Dame la fuerza de poder compartir con los demás este gran tesoro de la oración y ayudarte a que todos descubran su poder y eficacia, convencidos de que Tú siempre nos escuchas.

«Ninguna comunidad cristiana puede ir adelante sin el apoyo de la oración perseverante, la oración que es el encuentro con Dios, con Dios que nunca falla, con Dios fiel a su palabra, con Dios que no abandona a sus hijos. Jesús se preguntaba: “Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?”. En la oración, el creyente expresa su fe, su confianza, y Dios expresa su cercanía, también mediante el don de los Ángeles, sus mensajeros.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy invitaré a alguien a rezar un Padrenuestro conmigo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:44 a.m.
Querido hermano, tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso, y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de Dios. porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos, Por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad.

11:44 a.m.
Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra: la posteridad de los justos es bendecida. En su casa habrá abundancia y riqueza, generosidad permanecerá para siempre. Para los buenos brilla una luz en las tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre.

11:44 a.m.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".

11:44 a.m.
     Es preciso que no restrinjas tu oración a la sola petición en palabras. En efecto, Dios no necesita que se le hagan discursos; sabe, aunque no le pidamos nada, lo que nos hace falta. ¿Qué hay que decir a esto? La oración no consiste en fórmulas: engloba toda la vida. «Por tanto, ya comáis, ya bebáis, dice el apóstol Pablo, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.» (1C 10,31). ¿Estás en la mesa? Ora: al tomar el pan, agradece a quien te lo ha concedido; bebiendo el vino, acuérdate del que te ha hecho este don para alegrar tu corazón y solazar tus miserias. Acabada la comida, no te olvides de tu bienhechor. Cuando te pones la túnica, agradece al que te la ha dado; cuando te pones tu manto, muestra tu afecto a Dios que nos provee de vestidos adecuados para el invierno y para el verano, y para proteger nuestra vida.      Acabado el día, agradece a aquel que te ha dado el sol para trabajar durante el día y el fuego para iluminar la noche y proveer nuestras necesidades. La noche te da motivos para la acción de gracias; mirando el cielo y contemplando la belleza de las estrellas, ora al Señor del universo que ha hecho todas las cosas con tanta sabiduría. Cuando contemplas a la naturaleza dormida, adora a aquel que con el sueño nos alivia de todas nuestras fatigas y, a través de un poco de descanso, devuelve el vigor a nuestras fuerzas.      Así orarás sin descanso, si tu oración no se contenta con fórmulas y si, por el contrario, te mantienes unido a Dios a lo largo de toda tu existencia, de manera que hagas de tu vida una incesante oración.

Hermanos Franciscanos

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