01/03/14

10:54 a.m.
Hijos míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo es justo. Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio. El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano. January 02, 2014 at 05:00PM

10:54 a.m.
Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, la salvación provino de su diestra, de su brazo de santidad. ¡Rujan el mar y todo lo que contiene, el mundo y todos los que lo habitan! Aplaudan los ríos y los montes griten de alegría delante del Señor, porque ya viene, porque ya viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos según su derecho. January 02, 2014 at 05:00PM

10:54 a.m.
Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?". "Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que traducido significa Pedro. January 02, 2014 at 05:00PM

10:53 a.m.
Señor, yo soy la oveja que, por andar tras mis placeres y caprichos, me he perdido miserablemente; mas Vos, Pastor y juntamente Cordero divino, sois aquel que habéis venido del cielo a salvarme, sacrificándoos cual víctima sobre la cruz en satisfacción de mis pecados. Si yo, quiero enmendarme, ¿qué debo temer? ¿Por qué no debo confiarlo todo de vos, mi Salvador, que habeis nacido de intento para salvarme? ¿Qué mayor señal de misericordia podíais darme? Oh dulce Redentor mío, para inspirarme confianza, que daros vos mismo? Yo os he hecho llorar en el establo de Belén; pero si vos habéis venido a buscarme, yo me arrojo confiado a vuestros piés; y aunque os vea afligido y envilecido en ese pesebre, reclinado sobre la paja, os reconozco por mi Rey y Soberano. Oigo ya esos vuestros dulces vagidos, que me convidan a amaros, y me piden el corazón. Aquí le teneis, Jesús mío. Hoy lo presento a vuestros piés; mudadlo, inflamadlo Vos, que a este fin habeis venido al mundo, para inflamar los corazones con el fuego de vuestro santo amor. Oigo también que desde ese pesebre me decís: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. Y yo respondo ¡Ah, Jesús mío! Y si no amo a Vos, que sois mi Dios y Señor ¿a quién he de amar? January 02, 2014 at 05:00PM

Hermanos Franciscanos

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