07/05/16

11:51 p.m.

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigios más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.

Oración introductoria
Señor, tu busco en esta oración sabiendo que el celo por las almas te consume. Confío que así como enviaste a tus doce apóstoles a buscar a las ovejas perdidas, hoy me ilumines para conocer y cumplir mi misión.

Petición
Jesús, quiero colaborar contigo en la obra de la salvación. Hazme ver en dónde y cómo puedo hacerlo.

Meditación del Papa
Es su responsabilidad tener en cuenta el vínculo esencial entre la fe y la caridad, porque se iluminan uno al otro en su propia verdad. La caridad favorece la apertura y el encuentro con el hombre de hoy, en su realidad concreta, para llevar a Cristo y su amor a cada persona y a cada familia, especialmente para aquellos más pobres y solos. Caritas Christi urget nos: es el amor de Cristo que llena los corazones y nos mueve a evangelizar. El divino Maestro, ahora como entonces, envía a sus discípulos por los caminos del mundo para proclamar su mensaje de salvación a todos los pueblos de la tierra. Los desafíos actuales que tienen delante, queridos hermanos, son exigentes. Pienso, en primer lugar, en la indiferencia religiosa, que lleva a muchas personas a vivir como si Dios no existiese, o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse a la cuestión de la verdad y el deber de la coherencia. Benedicto XVI, 16 de febrero de 2012.

Reflexión
Toda llamada es una invitación. Implica una cierta iniciativa e interés por parte de quien la realiza. En el pasaje de los discípulos de Emaús, vemos cómo, Jesús, caminaba junto a ellos, aun si no eran capaces de reconocerlo. Cuántas veces, Jesús camina junto a nosotros y no somos capaces de descubrirlo. Es Él quien toma la iniciativa. Invita. Llama. Sale a nuestro encuentro. Cuando Jesús eligió a los doce, en cada uno de ellos, estábamos representados nosotros como cristianos. Dice el evangelio que los llamó por su nombre.

Cada día, Jesús nos llama por nuestro nombre. Lo hace a través de múltiples medios: algún sacramento, el testimonio de tantas personas, los eventos de la vida cotidiana... Esta llamada, trae consigo poderes y responsabilidades. El poder es el de la gracia que actúa en, y por medio de nosotros. La responsabilidad es la de curar toda enfermedad o dolencia. El mundo necesita la luz del cristianismo. ¡Cuánta paz, alegría y vida, se halla en quien conoce y ama a Dios! Cuando Jesús dijo a los doce: «Id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y en vuestro camino predicad diciendo: El Reino de Dios se acerca», nos invita a fijarnos en los más necesitados. En las almas atribuladas por el pecado. Nuestro mensaje es un mensaje de salvación. Es un mensaje de confianza y esperanza. Es un mensaje de alegría. Es un mensaje transformador. Un mensaje capaz de tocar lo más profundo de cada ser humano.

Ojalá que cada uno de nosotros, en medio de sus quehaceres de cada día, al escuchar su nombre, se sienta realmente interpelado. Cuando vemos a través de la televisión la euforia y la emoción de quienes se ganan el premio de la lotería, vemos que todos tienen una misma reacción: la de darlo a conocer. La de participar a los demás de esa alegría.

Los cristianos, nos hemos sacado la verdadera lotería, "el premio gordo". Lo curioso de este premio, es que, no sólo es para nosotros. Se trata de compartirlo, de transmitirlo y de hacer que, más "ovejas perdidas de la casa de Israel" encuentren a Dios y sean felices. ¡Cuánto amor y cuánta misericordia por parte de Dios! Sigamos su voz. Seamos apóstoles y, en ese hacer felices a los demás, acrecentaremos nuestra verdadera felicidad y nos estaremos ganando la vida eterna...

Propósito
Examinar mi responsabilidad como discípulo y misionero de Cristo y rezar hoy por un sacerdote en particular.

Diálogo con Cristo
Señor, me has elegido a pesar de mi debilidad. Quiero corresponder a tanto amor, imitar tu entrega a la misión. Te ofrezco mi trabajo de este día como respuesta a tu llamado a ser tu discípulo y misionero, sabiendo que el modo más eficaz de comunicarte se logra por la autenticidad de mi testimonio que, con tu gracia, puede iluminar la vida de los demás.

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Celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen el 16 de Julio. Puedes rezar la novena.

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11:51 a.m.
Israel era una viña exhuberante, que producía su fruto. Cuanto más se multiplicaban sus frutos, más multiplicaba él los altares; cuanto mejor le iba al país, mejores hacía él las piedras conmemorativas. Su corazón está dividido, ahora tendrán que expiar: el mismo Señor destrozará sus altares, devastará sus piedras conmemorativas. Seguramente dirán entonces: "No tenemos rey, porque no hemos temido al Señor. Pero el rey ¿que podría hacer por nosotros?". ¡Samaría está completamente perdida! Su rey es como una astilla sobre la superficie de las aguas. Los lugares altos de Aven, el pecado de Israel, también serán destruidos; espinas y cardos invadirán sus altares. Ellos dirán entonces a las montañas: "Cúbrannos", y a las colinas: "¡Caigan sobres nosotros!". Siembren semillas de justicia, cosechen el fruto de la fidelidad, roturen un campo nuevo: es tiempo de buscar al Señor, hasta que él venga y haga llover para ustedes la justicia.

11:51 a.m.
Canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas! ¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro! recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca! Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.

11:51 a.m.
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

11:51 a.m.
«Jesús llamó a sus discípulos y escogió a doce» para enviarlos, sembradores de la fe, a propagar la ayuda y la salvación de los hombre en el mundo entero. Fijaos en este plan divino: no son ni sabios, ni ricos, ni nobles, sino pecadores y publicanos los que escogió para enviarlos, de manera que nadie pudiera pensar que habían sido arrastrados con habilidad, rescatados por sus riquezas, atraídos a su gracia por el prestigio de poder o notoriedad. Lo hizo así para que la victoria fuera fruto de la legitimidad y no del prestigio de la palabra. Escogió al mismo Judas, no por inadvertencia sino con conocimiento de causa. ¡Qué grandeza la de esta verdad que incluso un servidor enemigo no puede debilitar! ¡Qué rasgo de carácter el del Señor que prefiere que, a nuestros ojos quede mal su juicio antes que su amor! Cargó con la debilidad humana hasta el punto que ni tan sólo rechazó este aspecto de la debilidad humana. Quiso el abandono, quiso la traición, quiso ser entregado por uno de sus apóstoles para que tú, si un compañero te abandona, si un compañero te traiciona, tomes con calma este error de juicio y la dilapidación de tu bondad.

12:53 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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             *”Verbum Spei”*

    _”Palabra de Esperanza”_

   

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*14° Martes Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Mateo 9, 32-38*
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había visto nada semejante en Israel”. Pero los fariseos decían: “Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”.

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.

*Reflexión:*

En este mundo individualista, en el que muchos de nuestros hermanos viven sólo para sí mismos, sin ver a los demás, Jesús nos recuerda que no estamos ni viajamos solos. Jesús vio a todas estas personas que necesitaban de alguien que los instruyera, que los ayudara a mejorar su vida, a descubrir y construir el Reino de los cielos, y dice la Escritura que: “Tuvo compasión de ellos”.

Si la evangelización y la promoción social, a la que nos invita el Evangelio, no avanza, o no avanza como debiera, es porque a muchos de los cristianos nos falta “sentir compasión” de aquellos que no conocen la verdad del Evangelio, porque sólo pensamos en nosotros mismos, porque es suficiente que yo conozca a Jesús, me reúna con mis hermanos a orar y a dar gloria a Dios, sin pensar que, también nosotros, somos el medio para que otros lo conozcan y lo amen; porque si el Evangelio se separa de la caridad y del servicio, se convierte en una filosofía.

Debemos orar al Señor que envíe operarios a la mies. Sí, pero sería más importante, al menos en estos momentos de la historia, orar para que el Señor nos haga reconocer, en nosotros mismos, a estos operarios, para que el Señor verdaderamente mueva nuestro corazón a la compasión por los demás y al celo por el Evangelio. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, no dejes que mi vida se convierta en un desperdicio ni en un sembrar vientos; por tu gracia y amor instrúyeme para sembrar, en mi vida y en mi entorno, la semilla de la eternidad, esa semilla que ni el polvo ni la polilla destuyen y te pido que la riegues con tu agua de vida, el Espíritu Santo. Amén. 
*Acción:*

Hoy tendré un gesto de amor y caridad con alguien que se resiste a la fe y lo haré con la conciencia de que es una semilla de eternidad para él y los suyos. 

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          *”Nuntium Verbi Dei”*

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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