SANTO ROSARIO - LUNES 26 DE OCTUBRE 2020 - MISTERIOS GOZOSOS

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sé que siempre estás conmigo, en todo lugar y en cada momento, con cada persona que me encuentro; pero ahora quiero estar solamente contigo sin distracción, dedicar este momento de mi día sólo para Ti. Dame la gracia de sentirme mirado por tu misericordia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17
Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada, y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: “Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado”.
Entonces el Señor dijo: “¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?”.
Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que él hacía.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Al verla...», ese es el primer contacto de Jesús con la mujer encorvada. La mirada de Cristo no es una mirada más o una mirada cualquiera. Es una mirada de misericordia, de compasión, que lo único que refleja es amor puro y verdadero. La mirada de Jesús va más allá, no tiene límites, no ve simplemente a una mujer enferma, no se pregunta si es sábado o no, para Él lo que importa es el amor.
Muchas veces nuestros ojos pueden estar perdidos mientras vamos por el mundo; nos dejamos llevar por las pasiones sin dominar nuestra vista. Podemos caer en ver inferiores a los demás, en ver los defectos de los demás sin darnos cuenta de los propios; o al contrario, ver los talentos de los demás y sentirnos menos. Nuestra mirada puede depender de nuestro estado de ánimo, puede estar totalmente vuelta hacia nosotros mismos, o, en la situación actual, puede ser una mirada pesimista y negativa. La mirada de Cristo no está en Él, sino que sale de Él. Nos invita a ver a los demás por lo que hay en el alma, en su interior y no sólo en las apariencias.
Esa es nuestra mirada a los demás, pero también debemos pensar, ¿cómo nos sentimos mirados por los demás?, ¿busco sólo que me vean por mis apariencias?, ¿me preocupo más por lo exterior que por lo interior? La sociedad nos puede llevar a actuar para quedar bien, para ser aceptados, que los demás vean lo que quieren ver, pero no lo que en realidad somos. Cristo no nos mira así, Cristo mira nuestro corazón, y lo ve herido, con polvo, con fallas, pero con un inmenso amor. No busquemos ser vistos por los demás sino sólo por Cristo. Y así, mirar como Cristo mira y sentirme mirado como Cristo me mira.
«Jesús no soporta la hipocresía. Y a menudo llama a los fariseos “hipócritas”, “sepulcros blanqueados”. Pero no es un insulto de Jesús, es la verdad. Desde afuera eres perfecto, es más, almidonado precisamente siendo correcto, pero dentro eres otra cosa. La actitud hipócrita nace del gran mentiroso, el diablo. Él es el gran hipócrita y los hipócritas son sus herederos. La hipocresía es el lenguaje del diablo, es el lenguaje del mal que entra en nuestro corazón y es sembrado por el diablo. No se puede convivir con gente hipócrita, pero existe. A Jesús le gusta desenmascarar la hipocresía. Él sabe que será ciertamente esta actitud hipócrita la que lo llevará a la muerte, porque el hipócrita no piensa si utiliza medios lícitos o no, va adelante: con la calumnia».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2019, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Qué difícil es ver cómo Tu ves Señor, pero es a lo que me invitas todos los días.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré que al ver a los demás. tenga un pensamiento positivo de cada uno.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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30° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Mateo 22, 34-40
Al oír los fariseos que Jesús había dejado sin palabra a los saduceos, se juntaron en un lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”.
El le respondió: “‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu’. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo mandamiento, que tiene la misma importancia: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. En estos dos mandamientos se basan toda la Ley y los Profetas”.
Reflexión
Antes, para poner a Jesús a prueba, los saduceos habían hecho una pregunta sobre la fe en la resurrección, pero fueron duramente refutados por Jesús. Ahora son los fariseos quienes atacan. Fariseos y saduceos eran enemigos entre sí, pero se convierten en amigos en la crítica contra Jesús.
Amar a Dios “con todo el corazón”, o sea, ponerle a él por delante de todo lo demás, es el primer mandamiento: escuchar su Palabra, encontrarnos con él en la oración, amar lo que ama él, hacer nuestro proyecto de vida contando con él. Pablo alaba a los de Tesalónica porque “abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Es un aspecto que hemos de recordar todos, en medio de un mundo que tiende a privilegiar los horizontes meramente materialistas y hasta idolátricos.
Pero Jesús añade en seguida otro mandamiento que es inseparable del primero: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Cuando el joven rico le preguntó qué tenía que hacer para conseguir la vida eterna, Jesús le recordó, entre los diversos mandamientos, este: “honra a tu padre y a tu madre y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En el sermón del monte había enseñado explícitamente, y además ampliando el mandato a los enemigos: “han oído que se dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo; pues yo les digo: amen a sus enemigos, para que sean hijos de su Padre celestial que hace salir el sol sobre malos y buenos”.
Oración
Te alabo, oh Señor, porque quien confía en ti experimenta la seguridad de tu gracia y la inseguridad que nos hace humildes y nos permite ver que no somos autosuficientes. Haz que al escuchar tu Palabra aprendamos a esperar tu Reino y a regocijarnos ahora mismo por lo que has preparado para nosotros. Amén.
Acción
Para reflexionar ¿Qué relación existe entre el primero y segundo mandamiento? ¿Por qué el amor a Dios y al prójimo constituye el resumen de la Ley y de los Profetas?
“Nuntium Verbi Dei”
“Mensaje de la palabra de Dios”