febrero 2018

11:37 a.m.
Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.

11:37 a.m.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal. 

11:37 a.m.
Jesús dijo a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

11:37 a.m.
“Dichosos los misericordiosos, dice el Señor, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5:7). No es, por cierto, la misericordia una de las últimas bienaventuranzas. “Dichoso el que cuida del pobre y desvalido”. Y de nuevo: “Dichoso el que se apiada y presta”. Y en otro lugar: “El justo a diario se compadece y da prestado” (Sl 71:13; 111:5; 36:26). Tratemos de alcanzar la bendición, de merecer que nos llamen dichosos: seamos benignos. Que ni siquiera la noche interrumpa tus quehaceres de misericordia. No digas: “Vuelve, que mañana te ayudaré” (Sl 3:28). Que nada se interponga entre tu primera reacción y tu generosidad... “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo” (Is 58:7) y no dejes de hacerlo con agrado y presteza. “Quien reparte limosna, dice San Pablo, que lo haga con agrado” (Rm 12:8). Tu mérito será doble por la presteza en realizarlo. Porque lo que se lleva a cabo con ánimo triste y forzado no merece gratitud ni tiene nobleza. De manera que cuando hacemos el bien, hemos de hacerlo, no tristes, sino con alegría... “Entonces saldrá tu luz como la aurora, te abrirá camino la justicia” (Is 58:8). ¿Hay alguien que no desee la luz y la justicia?... Es por eso, servidores de Cristo, sus hermanos y coherederos (Gal 4:7), visitemos a Cristo mientras nos sea posible, curémoslo, no dejemos de alimentarlo o de vestirlo; acojamos y honremos a Cristo (Mt 25:31s), no sólo invitándolo a la mesa, como algunos lo han hecho, o cubriéndole de perfumes, como María Magdalena, o cooperando a su sepultura, como Nicodemo... Ni con oro, incienso y mirra, como los magos... El Señor del universo “quiere misericordia y no sacrificios “ /Mt 9:13), nuestra compasión mucho más que “millares de corderos cebados (Mi 6:7). Presentémosle nuestra misericordia mediante la solicitud para con los pobres y humillados, de modo que, cuando nos vayamos de aquí nos “reciban en las mansiones eternas” (Lc 16:9) en el mismo Cristo , nuestro Señor.

11:29 a.m.
Ellos dijeron: "¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras". ¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan! ¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.

11:29 a.m.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi refugio. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Oigo los rumores de la gente y amenazas por todas partes, mientras se confabulan contra mí y traman quitarme la vida. Pero yo confío en ti, Señor, y te digo: «Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos.» Líbrame del poder de mis enemigos y de aquellos que me persiguen.

11:29 a.m.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará". Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. "Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

11:29 a.m.
Date a mí, mi Dios, date siempre a mí... Descansamos en el don de tu Espíritu; allí gozamos de tí, allí está nuestro bien y nuestro descanso. El amor nos enseña, y tu Espíritu que es bueno exalta nuestra bajeza, retirándola de las puertas de la muerte (Ps 9,14). En la buena voluntad encontramos la paz. Un cuerpo, por su peso, tiende hacia su lugar propio; el peso no va necesariamente hacia abajo, sino a su lugar propio. El fuego tiende hacia lo alto, la piedra hacia abajo..., cada uno hacia su propio lugar; el aceite sube encima del agua, el agua desciende debajo del aceite. Si algo no está en su lugar, está sin reposo; pero cuando ha encontrado su lugar, queda en reposo. Mi peso es mi amor: es él quien me arrastra, o que me lleva. Tu don nos inflama y nos lleva hacia arriba; nos abraza y partimos... Tu fuego, tu buen fuego nos hace quemar y vamos, subimos hacia la paz de la Jerusalén celeste –- porque he encontrado mi alegría cuando se me ha dicho: « ¡Vamos a la casa del Señor! » (Ps 121:1) Es allí donde la buena voluntad nos conducirá para estar en nuestro lugar, allí donde no desearemos nada más que morar por la eternidad.

10:12 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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*”Verbum Spei”*
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*2° Martes Cuaresma*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 23, 1-12*

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».

*Reflexión:*
Aunque este evangelio está referido especialmente a los líderes religiosos (sean o no clérigos), no podemos negar que presenta la realidad de la soberbia que existe en todos nosotros.
O, ¿quién podría negar, que cuando se presenta la ocasión, no busca tomar los puestos de honor, que su nombre esté entre luces de colores, que toda la gente hable de él, ser la estrella de su propia película? Sobre todo, esto ocurre en aquellos a los que Dios ha puesto al frente de cualquier grupo humano, desde el padre de familia, hasta el ejecutivo; el político y el sacerdote.
Se nos olvida con frecuencia que nuestra vida cristiana se manifiesta en la humildad, que el único importante en toda conversación es Cristo, que Él es el único que merece el poder, el honor y la gloria, y que el elemento que plenifica nuestra vida, es el servicio. Entrenémonos en nuestra vida tomando los últimos lugares, dándole el lugar de honor en nuestra vida a Cristo y sirviendo con alegría a los demás.
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor Jesús, concédeme la gracia de no perder la dimensión de servicio, además, enséñame a vivir tu humildad y tu alegría para ser cada día más como Tú. Amén.

*Acción:*
Hoy seré más sensible de lo que hay a mi alrededor, sobre todo del que vive oprimido, de la viuda, del huérfano y de las situaciones en donde hace falta que brille la justicia de Dios. Y además de ser sensible, pondré mi mejor empeño en hacer el bien de una manera real y concreta.
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*”Nuntium Verbi Dei”*
_”Mensaje de la palabra de Dios”_
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11:29 a.m.
¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma! ¡Presten atención a la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda! Vengan, y discutamos -dice el Señor-: Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana. Si están dispuestos a escuchar, comerán los bienes del país; pero si rehúsan hacerlo y se rebelan, serán devorados por la espada, porque ha hablado la boca del Señor.