07/21/13

10:53 a.m.
En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: "¿Han visto al amado de mi alma?". Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre, en la habitación de la que me engendró. El Amado July 20, 2013 at 05:00PM

10:53 a.m.
Oh Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco, mi alma tiene sed de ti; en pos de ti mi carne languidece cual tierra seca, sedienta, sin agua. Por eso vine a verte en el santuario para admirar tu gloria y tu poder. Pues tu amor es mejor que la vida, mis labios tu gloria cantarán. Quiero bendecirte mientras viva y con las manos en alto invocar tu Nombre. Mi alma está repleta, saciada y blanda, y te alaba mi boca con labios jubilosos. pues tú fuiste un refugio para mí y salto de gozo a la sombra de tus alas. Mi alma se estrecha a ti con fuerte abrazo y tu diestra me toma de la mano. July 20, 2013 at 05:00PM

10:53 a.m.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras. July 20, 2013 at 05:00PM

10:53 a.m.
Sólo el sentido del oído puede alcanzar la verdad, porque solo él entiende la palabra… “No me toques”, esto es: desentiéndete de ese sentido seductor;apóyate en la palabra y familiarízate con la fe. La fe ignora el error, la fe abarca lo invisible, no conoce la limitación de los sentidos; además trasciende los límites de la razón humana, el proceso de la naturaleza, los términos de la experiencia ¿Por qué le preguntas a la mirada lo que no puede saber? ¿Para qué se empeñan las manos en palpar lo que le supera? Todo lo que te pueden enseñar es de un nivel inferior. Pero la fe te dirá de mí cosas que no menguan en nada mi majestad. Aprende a poseer con más certeza, a seguir con más seguridad lo que ella te aconseja. "No me toques, que aun no estoy arriba con el Padre". Como si cuando haya subido, quisiera que lo tocasen o fuese ello posible. Claro que podrá; pero con su afecto, no con sus manos; con el deseo, no con la mirada; con la fe, no con los sentidos. ¿Por qué quieres tocarme ahora, si valoras la gloria de mi resurrección por lo que te dicen los sentidos? ¿No sabes que durante el tiempo de mi mortalidad, los ojos de mis discípulos no pudieron soportar la gloria de mi cuerpo transfigurado, que aún debía morir? Todavía complaceré tus sentidos revistiéndome de siervo, para que puedas conocerme como antes. Pero mi gloria es extraordinaria...Prescinde, pues, de tu juicio… de un misterio reservado para la fe... Lo que el ojo nunca vio, ni oreja oyó, ni hombre alguno ha imaginado (1Co 2,9), la fe lo lleva cerrado y lo guarda sellado dentro de sí misma. Me tocará dignamente la fe, si me acepta sentado a la derecha del Padre (Mc 16,19; Sal. 109,1), no en la forma de siervo, sino en un cuerpo celestial idéntico al anterior, aunque de forma distinta. ¿Por qué quieres tocar mi cuerpo deforme? Espera un poco y tocarás mi cuerpo hermoso. Pues lo que ahora es deforme se volverá bello. July 20, 2013 at 05:00PM

Hermanos Franciscanos

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