07/28/17

11:36 p.m.

Por: H. Balam Loza, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, aumenta mi fe. Quiero creer con sencillez, pero con firmeza, que Tú eres mi Dios y que estás realmente presente en el Sagrario. Mi fe es débil porque, si por un lado la teoría no me falta, muchas veces la rutina hace que me olvide del gran misterio de la Eucaristía. Te pido que me des la gracia de tener una fe por lo menos como un grano de mostaza.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 11,19-27

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo a Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas".

Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Ya sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?". Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo firmemente que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".

Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"Creo firmemente que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Marta en este momento está pasando por una prueba muy dura pues su hermano hace unos días que ha muerto. Sabe que Jesús, pudiendo haber hecho algo, ha preferido no hacer nada. Y en medio de estas circunstancias adversas pronuncia esta frase con convicción total, pero con sencillez impresionante.

Pensemos en Pedro cuando la barca estaba por huirse. Grita y se desespera. Y se da cuenta cuando el Maestro los saca de la tempestad. Poco a poco Pedro aprende que a veces hay que ser más fuertes y tener fe. Después el ladrón que estaba al lado de la cruz de Jesús le gritaba "Si eres Dios sálvate a Ti y a nosotros". Es decir, muchas veces la fe está puesta en los milagros o en los hechos asombrosos. Pero ¿qué pasa cuando llega el dolor irreversible y no hay milagros?

Marta nos enseña dos cosas. Lo primero es pedir. Pide con confianza a Jesús la curación de su hermano. Cuando estamos sufriendo acudamos a Jesús, Él, muchas veces, es el único que puede ayudarnos, consolarnos, curarnos. Lo segundo es la fe profunda. Cuando ve que no recibe la respuesta que quería del Maestro permanece tranquila y dice esas palabras que revelan el corazón creyente de la mujer sencilla.

Lázaro llevaba muerto tres días cuando llegó Jesús. Y a sus hermanas, Marta y María, les dijo palabras que se han grabado para siempre en la memoria de la comunidad cristiana. Así dice Jesús: "Yo soy la resurrección y la vida; Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; El que vive y cree en mí no morirá eternamente.

Considerando esta palabra del Señor, nosotros creemos que la vida de aquel que cree en Jesús y sigue sus mandamientos, después de la muerte se transformará en una vida nueva, plena e inmortal. Como Jesús ha resucitado con su propio cuerpo, pero no ha regresado a una vida terrenal, así nosotros resucitaremos con nuestros cuerpos que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre. Y la fuerza del Espíritu Santo, que Le ha resucitado, resucitará también a quien está con Él.

(Ángelus de S.S. Francisco, 6 de abril de 2014).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a ir a Misa con un espíritu de profunda fe. Voy a poner, durante el ofertorio, todo lo que llevo dentro, mis problemas y sufrimientos con la certeza de que, aunque tal vez no sienta nada y mi vida siga igual, el Señor conoce mi sufrimiento y está a mi lado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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10:53 a.m.
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.

10:53 a.m.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: El me respondió y me libró de todos mis temores. Miren hacia El y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: El lo escuchó y lo salvó de sus angustias. El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en El se refugian! Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

10:53 a.m.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".

10:53 a.m.
Marta y María eran dos hermanas no solo en la carne, sino también en la devoción. Ambas se adhirieron al Señor, ambas le sirvieron en unidad de corazón cuando estaba físicamente presente. Marta lo recibió en su casa como suele recibirse a los forasteros. No obstante, es la sierva la que recibe al Señor, la enferma al Salvador, la criatura al Creador. (…) En efecto, el Señor quiso tomar la forma de siervo y en ella ser alimentado por los siervos, (…). Así, pues, fue recibido como huésped el Señor al que, viniendo a su casa, los suyos no lo recibieron, pero a cuantos lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios (Jn 1,11-12), adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, rescatando a los cautivos y haciéndolos coherederos. Ninguno de vosotros diga: ¡Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa! No te duela ni te aflijas; no lamentes haber nacido en tiempos en que ya no ves al Señor en la carne; no te privó de esta gracia: “Lo que hicisteis —dice— a los míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).

3:15 a.m.
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               *“Verbum Spei”*
        _“Palabra de Esperanza”_
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*16° Viernes Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy* 
*Mateo 13, 18-23*

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta”.

*Reflexión:*
Son muchas personas las que cada domingo reciben la semilla del Evangelio. Sin embargo, es triste constatar que en nuestro mundo, no se ven muchos frutos evangélicos. Muchas personas no ponen atención en la misa y  asisten sólo “por cumplir”.
Son muchos los que aun habiéndola escuchado, no les interesa vivirla; otros más, son los que quisieran vivirla, pero las invitaciones de los amigos, las tentaciones del confort, los puestos superiores y otras vanidades del mundo, impiden que den fruto. Son verdaderamente pocos a los que se aplica hoy en día, son pocos los que abren totalmente su corazón al Evangelio y que buscan encontrar la manera de hacerlo vida, que buscan comprenderlo, más que con la cabeza, con el corazón.
Dios nos ha llamado a dar fruto, la tierra de nuestro corazón es tierra buena, apartemos de nuestra vida todo aquello que pueda impedir que la semilla del Evangelio dé fruto. Esforcémonos por ser de los que llenan de fruto la vida, y más aún, de los que hacen que este fruto permanezca. 
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor, te pido perdón porque yo mismo he sido mi propio ídolo y te he suplantado en repetidas ocasiones con cosas mundanas; he puesto mi confianza en el dinero, en mis bienes materiales, cayendo en el engaño de que entre más posea, más seguro estaré. Amén.

*Acción:* 
Contemplando un crucifijo, meditaré en que esa imagen es un recuerdo del amor de Jesús que, por obediencia a la voluntad del Padre, murió por mí en la cruz.
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         *“Nuntium Verbi Dei”*   
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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Hermanos Franciscanos

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