02/15/17

11:21 p.m.

Por: H. Iván Yoed González Aréchiga LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, gracias por este instante. Todo quiero ponerlo en tus manos para dedicarte estos minutos. Como respuesta a tu gracia; para mostrarte que te quiero y en gratitud por todos los dones que voy a recibir hoy.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas."

Entonces él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías." Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitará al tercer día.

Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, según los hombres!".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Si alguna vez he llegado a dudar de que el Evangelio es siempre nuevo, es éste un pasaje que me vuelve a sacudir. ¿Acaso no me ocurre que ante la pregunta que nos haces, me encuentro sorprendido una vez más? Alguna vez la habré respondido, quizá incluso varias veces -o por ventura sería ésta la primera vez.

La vida cristiana es tan hermosa cuando se contempla como un siempre nuevo caminar hacia el cielo. Donde no importa qué tan sumido me haya encontrado en mi miseria, o qué tanto me haya olvidado de Ti; qué tanto haya sufrido o qué tanto desesperado; qué tanto carcajeado o qué tanto suspirado; cuáles metas alcanzado, cuáles perdido. Porque me encuentre donde me encuentre, siempre vienes nuevamente a interpelarme, porque siempre sigo siendo libre de aceptar tu amor.

Hoy vienes Tú hacia mí, una vez más, te me acercas, me llamas por mi nombre, me dices: ‘Oye, ¿me conoces?... ¿Quién soy para ti?... Y qué nueva me parece la pregunta. Tan nueva que responderla para Ti y para mí. Luego me preguntas, ‘¿quién dice el mundo que soy yo?’ Porque si el mundo supiera quién soy… podrían quizá abrirse a mí, abrirse a la experiencia de mi amor.

Es bueno que me sienta sorprendido. Ayúdame a sentirme sorprendido y a remover toda rutina frente a Ti, pues quizá pienso que ya te he comprendido; cuando en realidad poco te he experimentado. Y tan poco tal vez, que menos pienso en aquellos que en el mundo quizá nunca lo han hecho.

«Jesús mira a los apóstoles y pregunta una vez más: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es la pregunta más importante, con la que Jesús se dirige directamente a aquellos que lo han seguido, para verificar su fe. Pedro, en nombre de todos, exclama con naturalidad: “Tú eres el Mesías”. Jesús queda impresionado con la fe de Pedro, reconoce que ésta es fruto de una gracia, de una gracia especial de Dios Padre.»
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Participar en una hora eucarística pidiendo esa fe fuerte que sabe reconocer siempre a su Dios y Señor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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10:52 a.m.
Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales. Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre. Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo. Otro hombre derramará la sangre de aquel que derrame sangre humana, porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla". Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos: "Además, yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra". Dios añadió: "Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra.

10:52 a.m.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti, para proclamar en Sión el nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor.

10:52 a.m.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

10:52 a.m.
     Esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa que, aunque más el alma sepa de ella, siempre puede entrar  más adentro, por cuanto es inmensa y sus riquezas incomprensibles, según exclama  San Pablo diciendo: “Oh alteza de riquezas de sabiduría y ciencia de Dios, cuán incomprehensibles son sus jucios e incomprehensibles sus vías.” (Rom 11,33) Pero el alma en esta espesura e incomprehensiblilidad de juicios y vías desea entrar porque muere en deseo de entrar en el conocimiento de ellos muy adentro, porque el conocer en ellos es deleite inestimable que excede todo sentido... ¡Oh, si se acabase ya de entender cómo no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios – que son de muchas maneras – si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras, poniendo en eso el alma su consolación y deseo! ... Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría la puerta es la cruz, que es angosta, y desear entrar por ella es de pocos, mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.

6:53 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*6° Miércoles Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Marcos 8, 22-26*
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?”. El ciego empezando a ver, le dijo: “Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan”.

Jesús le volvió a imponer las manos en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Vete a tu casa, y si pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie”.

*Reflexión:*.

El encuentro con Jesús renueva nuestra vida, nos da una nueva mirada y más allá de eso, nos da un nuevo corazón. Cambia en nosotros esa mentalidad complicada y nos da un corazón de niño. Gracias a eso podemos ver las cosas con una pureza plena y ver en los demás las grandes maravillas. El Señor nos hace salir de nosotros mismos, de nuestros paradigmas y esquemas. Nos hace salir de nuestra “aldea” y nos lleva de la mano a un lugar nuevo. Es ahí donde podemos contemplar a Dios en su plenitud, donde podemos gozar de su presencia y donde podemos ser auténticamente felices.

El encuentro con Cristo transforma nuestras vidas. El encuentro con Cristo es el encuentro con el amor mismo. Es el encuentro con alguien que me ama desde toda la eternidad y me mira tal cual soy. Y esta experiencia consiste en darse cuenta que Jesús, me mira profundamente, en lo más profundo de mi alma. Me mira, sí, pero no con una mirada cualquiera sino con una mirada cargada de misericordia. Y es ahí cuando el hombre se siente amado. Y es justamente esto la experiencia de la misericordia. El darnos cuenta que somos amados antes que podamos hacer algo. Que somos amados por lo que somos.

Y el darnos cuenta de esto nos cambia la vida, nos hace ver que así como somos amados así podemos amar, pero que para amar como Dios me ama, tengo que dejar a un lado mis esquemas tan reducidos y ver en los demás, en todos, un hermano. Tengo que dejar mi aldea pequeña y limitada para ver como lo hace Jesús. Tengo que ser un misionero de la misericordia y llevar a los hombres al encuentro con Jesús, que los ama y los espera.

(Papa Francisco).

*Oración:*

Señor Jesús, concédeme la gracia de buscar tu rostro, en el servicio de cada uno de mis hermanos y salir de mis propios esquemas para que ayudando a los demás pueda tener un encuentro personal contigo, y así para poder manifestarlo con mis semejantes. Amén.
*Acción:*

Hoy, voy a hacer un acto de caridad con la persona que más me cueste.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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