03/06/17

11:49 p.m.

Por: H. Rubén Tornero, LC |

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, una vez más me tienes aquí, en tu presencia. Aumenta mi fe, Señor. Tú bien sabes que creo, pero que mi fe es débil y pequeña; sabes que me cuesta mucho mantenerme fiel en los momentos de prueba y tenerte presente en los momentos de prosperidad. Tú sabes lo presto que soy para quejarme y lo tardo para agradecerte. Aumenta por favor mi fe.

Aumenta mi confianza. Tú sabes cuánto me cuesta abandonar todas mis cosas a tu voluntad... ¡Aún más!, sabes lo mucho que me cuesta abandonarme plenamente en tus manos. Bien conoces el apego que tengo a mi manera de hacer las cosas, a mi modo de pensar, a mi forma de llevar mi vida adelante con mis propios criterios, que la mayoría de veces, no son los tuyos. Ayúdame a confiar en Ti.

Aumenta mi amor. Sabes que me cuesta descubrirte en las personas que me rodean, sobre todo en aquellas que me resultan antipáticas. Ayúdame a amarte tanto que sea capaz de verte en todos, en todo y en todo momento; que me enamore tanto de Ti, Jesús, que todo me hable de Ti. Aumenta mi amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Padre... Así me invita el Evangelio a llamarte. Tú, el creador de todas las estrellas y planetas; Tú que me pensaste con amor desde toda la eternidad. Tú que, pase lo que pase, haga lo que haga, nunca dejarás de ser mi Padre.

Eres mi Padre aun cuando yo no me comporte como tu hijo. Tú te mantienes fiel en la cruz con los brazos abiertos para acoger siempre a todos tus hijos.

Eres Padre y sufres al ver que tantas veces yo no sé ser hermano de los demás. No hay dolor más grande para un padre que ver cómo sus hijos se pelean como animales, se usan como a cosas y se matan como a enemigos.

Padre, perdóname por no haberme comportado siempre como un verdadero hijo tuyo; por haber pasado tantas veces indiferente ante mi hermano que sufre pidiendo limosna por la calle o que me ha reclamado un poco de atención y cariño en mi propio hogar.

Enséñame a ser un verdadero hijo tuyo, un hermano de mi hermano. Ayúdame, Padre, a saber recibir tu infinito amor, y dame la gracia de aprender a recibir el amor que Tú me tienes.

Decir “Padre nuestro”, significa decir: Tú que me das la identidad y tú que me das una familia. Es tan importante la capacidad de perdón, de olvidar las ofensas, esa sana costumbre de: “venga, déjalo estar... que se encargue el Señor” y no guardes rencor, resentimiento y ganas de venganza. Así si vas a rezar y dices solo “Padre”, pensando a quien te ha dado la vida y te da la identidad y te ama, y dices “nuestro” perdonando a todos, olvidando las ofensas, es la mejor oración que tú puedas hacer. En este contexto, se ruega a todos los santos y a la Virgen, todo, pero el fundamento de la oración es el “Padre nuestro”.
Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a rezar dos Padrenuestros pidiéndole a Dios la gracia de comportarme como verdadero hijo suyo y hermano de los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:48 a.m.
Así habla el Señor: Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.

11:48 a.m.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: El me respondió y me libró de todos mis temores. Miren hacia El y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: El lo escuchó y lo salvó de sus angustias. Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.

11:48 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

11:48 a.m.
Dios sólo perdonará a aquellos que harán perdonado: así es la ley. Los santos no sienten ningún odio, ninguna hiel; ellos perdonan todo y siempre piensan que merecen mucho más castigo por las ofensas hechas a Dios. Desde el momento en el que odiamos a nuestro prójimo, Dios nos devuelve este odio: es un rasgo que se vuelve en nuestra contra. El otro día le decía a alguien: “ ¿Pero entonces usted no quiere ir al cielo? y, ¿que usted no quiere ver a esta persona? – ¡Por supuesto! Sí, pero nos esforzaremos de permanecer lejos uno del otro para de no vernos.” Aquellos no tendrán esta molestia pues la puerta del cielo está cerrada al odio. En el cielo no hay ningún resentimiento. Igualmente, los corazones buenos y humildes que reciben las injurias y las calumnias con alegría o indiferencia empiezan su paraíso en este mundo. Aquellos que conservan su rencor permanecen infelices. El medio para contrarrestar el demonio cuando éste nos suscita pensamientos de ira contra aquellos que nos hacen el mal, es rezar en cuanto antes por ellos. Es así como vencemos el mal con el bien, es así como viven los santos.

8:17 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”

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1° Lunes Tiempo Adviento

El Evangelio de hoy 

Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme‘. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?‘ Y el Rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron‘.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron‘.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?‘ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo‘. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

*Reflexión*

La liturgia nos propone este texto, donde nos enseña que la vida cristiana está cimentada en la caridad, y nos invita a que trabajemos en esta área tan importante de nuestra vida, ya que nuestro juicio finalmente será en base a la caridad.

Y esto no significa que las prácticas religiosas o nuestro conocimiento bíblico o teológico no sean importantes; por supuesto que lo son, pues deben ser un medio para que crezca en nosotros la fe y, con ello, la caridad. Empecemos por cosas simples, por ejemplo, visitar a los miembros de nuestra propia familia.

¿Hace cuánto que no visitas a tus abuelos o tíos que están enfermos o necesitados? ¿Qué calidad de visita es la que practicas con ellos: la clásica visita de doctor? Si no somos capaces de vivir lo más sencillo, atendiendo a nuestra propia familia, qué difícil será que lo hagamos por los demás. No olvidemos que en esto se está decidiendo nuestra felicidad. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, dame tu gracia para que todas mis emociones, pensamientos y acciones estén llenos de la pureza con la que me creaste y para la cual me buscas y me guías. Gracias, por este día… Hoy quiero estar contigo. Quiero escucharte y en cada momento estar en tu presencia. Amén.
*Acción:*

Este día haré un acto de caridad a una persona necesitada, consciente de que se lo estoy haciendo al mismo Cristo.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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