
Creador de los astros, eterna Luz del alma, Cristo, Redentor nuestro, acoge al que a Ti clama. Para salvar al mundo, a muerte condenado, tu Amor buscó a los reos remedio a sus pecados. Al declinar los siglos, humilde apareciste -como Esposo del tálamo- del seno de la Virgen. Al poder de tu Nombre y al invocar tu gloria, el Cielo y la tierra se rinden y Te adoran. Juez del fin de los tiempos, pedimos con confianza Que en la vida nos guarde de la maldad satánica. Gloria demos al Padre, y a Cristo, Rey santísimo, y al Espíritu Santo, por siglos de los siglos.