07/02/18

10:41 a.m.
Hermanos: Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

10:41 a.m.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".

10:41 a.m.
No hay que creer que Tomás era muy distinto de los demás apóstoles. Todos, más o menos, perdieron la confianza en las promesas de Cristo cuando lo vieron siendo llevado para ser crucificado. Cuando lo pusieron en la tumba, su esperanza fue enterrada con él, y cuando les llevaron la noticia de que había resucitado, nadie creyó. Cuando se les apareció, «les reprochó su incredulidad y endurecimiento » (Mc 16:14). Tomás fue el último en ser convencido, porque fue el último en ver a Cristo. Sin embargo, es seguro que no era un discípulo reservado y frio: anteriormente, había expresado su deseo de compartir el peligro de su Maestro y de sufrir con él: «Vamos también, para morir con él» (Jn 11:16). Es a causa de Tomás que los apóstoles arriesgaron sus vidas por su Maestro. Entonces santo Tomás amaba a su Maestro, como un verdadero apóstol, y se puso a su servicio. Pero cuando lo vio crucificado, por un tiempo se debilitó en su fe, como los otros, y más que los otros. Se había apartado, rehusando los testimonios no solamente de una sola persona, sino de dix otras, de María Magdalena y de otras mujeres. Al parecer le hacía falta, una prueba visible de lo que es invisible, un signo infalible venido del cielo, como la escalera de los ángeles de Jacob (Gn 28:12), para calmar su angustia mostrándole el objetivo del camino al momento de ponerse en marcha. Lo habitaba un secreto deseo de certeza y ese deseo se despertó al escuchar la noticia de la resurrección. Nuestro Salvador consintió a su debilidad, respondió a su deseo, pero le dijo: «Porque me ve has visto, crees. Felices los que creen si haber visto». Es así que todos sus discípulos le sirven, incluso en sus debilidades, para que él las trasforme en palabras de enseñanza y de consuelo para su Iglesia.

3:45 a.m.
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*”Verbum Spei”*
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*13° Lunes Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 8, 18-22*

En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.
En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”.
Otro discípulo le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”.

*Reflexión:*
En este pasaje Jesús les muestra a sus discípulos dos de las condiciones para seguirlo, la primera es: estar dispuesto a todo y aceptarlo todo por amor y la segunda es no ponerle condiciones, pues el Reino tiene prioridad.
Es importante el recordar estos dos elementos de la vida cristiana, pues nos encontramos en un mundo que ha hecho de nuestra vida una vida cómoda y placentera, lo cual es un regalo de Dios que no debemos despreciar, sin embargo, nos puede llevar, si no estamos atentos, a rehusar el sacrificio que muchas veces implica el seguimiento de Jesús y la observancia del Evangelio. Nuestros pies y nuestras manos deben estar siempre dispuestos para la construcción del Reino, de manera que, aun despreciando nuestra comodidad, podamos ser testigos del amor de Dios.
La pereza sólo produce hastío y limitan nuestro crecimiento en el amor y el servicio. No condiciones a Jesús, mantén siempre como prioridad la construcción del Reino y la vida evangélica y tu vida será efectivamente la de un auténtico discípulo.
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor Jesús, quiero tener una verdadera vida en donde Tú te puedas manifestar glorioso y hacer tu obra en mí. Te pido perdón por todo aquello que hago que no es conforme a lo que tú mismo grabaste en mi corazón como una ley perfecta que me conduce a la felicidad. Amén.

*Acción:*
Hoy haré una lista de los roles que desempeño en mi vida y revisaré qué cosas no son conforme al plan de Dios y haré acuerdos conmigo y con Dios para cambiarlas.
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*”Nuntium Verbi Dei”*
_”Mensaje de la palabra de Dios”_
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Hermanos Franciscanos

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