07/24/21

11:24 a.m.


Llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: "Dáselo a la gente para que coman". Pero su servidor respondió: "¿Cómo voy a servir esto a cien personas?". "Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque así habla el Señor: Comerán y sobrará". El servidor se lo sirvió: todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor.

11:24 a.m.


Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores a todos los vivientes. El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad.

11:24 a.m.


Hermanos: Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

11:24 a.m.


Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

11:24 a.m.


        En el desierto, nuestro Señor multiplicó el pan, y en Caná convirtió el agua en vino. Acostumbró el paladar de sus discípulos a su pan y a su vino, hasta el momento en que les daría su cuerpo y su sangre. Les hizo probar un pan y un vino transitorios para excitar en ellos el deseo de su cuerpo y de su sangre vivificante. Les dio estas pequeñas cosas generosamente, para que supieran que su don supremo sería gratuito. Se los dio gratuitamente, aunque habrían podido comprárselos, con el fin de que supieran que no pagaban una cosa inestimable: ya que, si podían pagar el precio del pan y del vino, sin embargo no podrían pagar su cuerpo y su sangre. No sólo nos colmó gratuitamente de con sus dones, sino que además nos trató con afecto. Nos dio estos dones gratuitamente para atraernos, con el fin de que vayamos a él y recibamos gratuitamente este bien por muy grande que sea la eucaristía.         Estas pequeñas porciones de pan y de vino que nos dio, eran dulces a la boca, pero el don de su cuerpo y de su sangre es útil para el espíritu. Nos atrajo con estos alimentos agradables hacia el palacio, con el fin de acercarnos hacia lo que da vida a nuestras almas... La obra del Señor alcanza todo: en un santiamén, multiplicó un poco de pan. Lo que los hombres hacen y transforman en diez meses de trabajo, sus diez dedos lo hicieron en un instante... De una pequeña cantidad de pan surgió una multitud de panes; fue como en el momento de la primera bendición: "Sed fecundos, multiplicaos, cubrid la tierra" (Gn 1,28).

Hermanos Franciscanos

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