09/03/16

11:34 a.m.
¿Qué hombre puede conocer los designios de Dios o hacerse una idea de lo que quiere el Señor? Los pensamientos de los mortales son indecisos y sus reflexiones, precarias, porque un cuerpo corruptible pesa sobre el alma y esta morada de arcilla oprime a la mente con muchas preocupaciones. Nos cuesta conjeturar lo que hay sobre la tierra, y lo que está a nuestro alcance lo descubrimos con esfuerzo; pero ¿quién ha explorado lo que está en el cielo? ¿Y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu? Así se enderezaron los caminos de los que están sobre la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y, por la Sabiduría, fueron salvados".

11:34 a.m.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”. Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Alégranos por los días en que nos afligiste, por los años en que soportamos la desgracia. Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus hijos. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos.

11:34 a.m.
prefiero suplicarte en nombre del amor, Yo, Pablo, ya anciano y ahora prisionero a causa de Cristo Jesús, te suplico en favor de mi hijo Onésimo, al que engendré en la prisión. Te lo envío como si fuera yo mismo. Con gusto lo hubiera retenido a mi lado, para que me sirviera en tu nombre mientras estoy prisionero a causa del Evangelio. Pero no he querido realizar nada sin tu consentimiento, para que el beneficio que me haces no sea forzado, sino voluntario. Tal vez, él se apartó de ti por un instante, a fin de que lo recuperes para siempre, no ya como un esclavo, sino como algo mucho mejor, como un hermano querido. Si es tan querido para mí, cuánto más lo será para ti, que estás unido a él por lazos humanos y en el Señor. Por eso, si me consideras un amigo, recíbelo como a mi mismo.

11:34 a.m.
Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."

11:34 a.m.
Me gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. En esas charlas les hacía notar que aquella maravilla no se veía desde abajo. Y, para materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba: ¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra. Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era oración, un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa tarea, sabían perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su esfuerzo: era sólo para Dios… Convencidos de que Dios se encuentra en todas partes, nosotros cultivamos los campos alabando al Señor, surcamos los mares y ejercitamos todos los demás oficios nuestros cantando sus misericordias. De esta manera estamos unidos a Dios en todo momento… Pero no me olvidéis que estáis también en presencia de los hombres, y que esperan de vosotros -¡de ti!- un testimonio cristiano. Por eso, en la ocupación profesional, en lo humano, hemos de obrar de tal manera que no podamos sentir vergüenza si nos ve trabajar quien nos conoce y nos ama, ni le demos motivo para que sonroje… Y tampoco os sucederá como a aquel hombre de la parábola que se propuso edificar una torre: después de haber echado los cimientos y no pudiendo concluirla, todos los que lo veían comenzaban a burlarse de él, diciendo: ved ahí un hombre que empezó a edificar y no pudo rematar. Os aseguro que, si no perdéis el punto de mira sobrenatural, coronaréis vuestra tarea, acabaréis vuestra catedral, hasta colocar la última piedra.

1:29 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

       _”Palabra de Esperanza”_

      

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*22° Sábado Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 6, 1-5*
Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?”

Jesús les respondió: “¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres”.

Y añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

*Reflexión:*

El texto de hoy nos presenta de nuevo la actitud legalista de los fariseos, que no ven más allá de la letra de la ley. Están más preocupados del cumplimento de la ley del sábado, que de darle de comer al hambriento; han visto que los discípulos arrancaban espigas, pero no se han dado cuenta de que lo hacían porque tenían hambre, ya que nadie les había dado un bocado de pan ese día.

Es triste ver que, muchas veces, esta escena se repite en nuestras vidas, cuando estamos más ocupados de no faltar a la liturgia del Domingo y descuidamos la caridad, muchas veces, la más elemental, es decir, la que debemos practicar en nuestras propias casas. Nos preocupa si la gente llega o no tarde; si platica o no en la misa; y pocas veces, volteamos a ver las necesidades de esa gente.

El evangelio de Jesús es claro, que al centro de toda nuestra vida está la caridad, lo cual no significa no cumplir la ley, sino darle a ésta el justo puesto que Dios le ha dado. No descuidemos el velar por los que menos tienen, por los que pasan necesidad, por los que, en definitiva, nos necesitan; por aquellos que, para comer, van cortando espigas por el camino. Ofrécete tú para que no tengan que cortar de esas espigas, hazte solidario con todo aquel que pasa necesidad y habrás cumplido toda la ley. 

(Evangelización Activa).
 

*Oración:*

Señor Jesús, quiero abrir mi corazón a tu Palabra para que vengas a él con tu acción misericordiosa y deje ir todos aquellos recuerdos dolorosos y heridas que aún no cierran ni han sanado del todo mi corazón. Amén.
*Acción:*

Ofreceré ayunar una comida del día por la conversión de un familiar que está muy renuente en acercarse a Dios.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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