04/10/16

12:30 p.m.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron excitar al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín. Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: "Este hombre no hace otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la Ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés". En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel.

12:30 p.m.
Aunque los poderosos se confabulen contra mí, yo meditaré tus preceptos. Porque tus prescripciones son todo mi deleite, y tus preceptos, mis consejeros. Te expuse mi conducta y tú me escuchaste: enséñame tus preceptos. Instrúyeme en el camino de tus leyes, y yo meditaré tus maravillas. Apártame del camino de la mentira, y dame la gracia de conocer tu ley. Elegí el camino de la verdad, puse tus decretos delante de mí.

12:30 p.m.
Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".

12:30 p.m.
     Vosotros, hijos de la verdadera luz, huid de las disputas y malas doctrinas. Igual que las ovejas, seguid a todas partes a vuestro pastor. Porque a menudo unos lobos aparentemente dignos de fe hacen extraviar a los que corren en los caminos de Dios, pero si permanecéis unidos, no encontrarán lugar adecuado entre vosotros. Tened cuidado de no participar más que a una sola eucaristía; en efecto, no hay más que una sola carne de nuestro Señor, una sola copa para unirnos en su sangre, un solo altar, igual que no hay más que un solo obispo rodeado de presbíteros y diáconos. Entonces, todo lo que hagáis, lo haréis según Dios… Mi refugio es el Evangelio, que es para mí el mismo Jesús en carne, y los apóstoles son los que encarnan el presbiterio de la Iglesia. Amemos también a los profetas, porque también ellos han anunciado el Evangelio; pusieron su esperanza en Cristo y lo esperaron; creyendo en él fueron salvados y, permaneciendo en la unidad de Jesucristo, santos dignos de amor y de admiración, merecieron recibir el testimonio de Jesucristo y tener parte en el Evangelio, nuestra común esperanza… Dios no habita donde reina la división y la cólera. Sino que el Señor perdona a todos los que se arrepienten, si el arrepentimiento les conduce a la unidad de Dios y a la comunión con el obispo. Creo en la gracia de Jesucristo que nos librará de toda cadena. Os lo suplico, no actuéis jamás por espíritu de disputa, sino según la enseñanza de Cristo. He oído a algunos que dicen: “Lo que no encuentro en los archivos, no lo creo en el Evangelio”… Para mí, mi archivo, es Cristo; mis archivos inviolables, son su cruz, su muerte y su resurrección y la fe que se desprende de ellas. Es de ahí que espero, con la ayuda de vuestras plegarias, toda mi justificación.

2:04 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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3° Domingo Pascua
El Evangelio de hoy
Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor” Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se lo había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”: Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién eres?, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo:”Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le preguntó:”Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le prguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro:cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras” . Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”.

Reflexión:
La Iglesia nace de Jesús, muerto y resucitado, que se hace presente en medio de los discípulos.
Jesús prepara de comer a sus discípulos y, tras haber comido, inicia un intenso diálogo entre Él y Pedro. En este, hay tres miradas diferentes: de elección, de arrepentimiento y de misión.
La primera mirada.
Es la primera mirada, la mirada de la misión. Por tanto, hay una primera mirada: la vocación y un primer anuncio de la misión. Y ¿cómo es el alma de Pedro en aquella primera mirada? Es entusiasta.
La segunda mirada, el arrepentimiento.
Después, en la noche dramática del Jueves Santo, cuando Pedro reniega de Jesús tres veces. “Y Pedro lloró amargamente”. Aquel entusiasmo de seguir a Jesús se convirtió en llanto, porque él ha pecado, él ha renegado a Jesús. Aquella mirada cambia el corazón de Pedro, más que antes. El primer cambio es el cambio de nombre y también de vocación. Esta segunda mirada es una mirada que cambia el corazón y es un cambio de conversión al amor…
La tercera mirada, la misión
Esta mirada es la confirmación de la misión, pero también la mirada en la que Jesús pide a Pedro que le confirme su amor. Y tres veces el Señor pide a Pedro la manifestación de su amor y lo exhorta a apacentar a sus ovejas. A la tercera pregunta, Pedro permanece entristecido, casi llora…
También nosotros podemos pensar: ¿cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión? Pero, por el camino que Él ha hecho, todos nosotros estamos bajo la mirada de Jesús. Él nos mira siempre con amor. Nos pide algo, nos perdona algo y nos da una misión.
(Papa Francisco).

Oración:
Señor Jesús, gracias por todo el amor que has derramado en mi vida con tu resurrección. Amén.

Acción:
En cualquier momento del día dedicaré 10 minutos para rezar por los que están enfermos.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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