11/04/16

10:54 p.m.

Por: H. Hiram Galán LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, estás a la puerta y llamas… Cuántas veces has tocado a la puerta de mi corazón y yo continuamente te ignoro. Hoy al menos quiero regalarte este momento; si bien no me siento capaz de abrirte pues me da miedo que me puedas pedir algo, te dejo la puerta de mi corazón sin seguro para que pases y seas Tú el que vea la necesidades que hay en él.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero".

Al oír estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero él les dijo: "Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios".

Palabra del Señor. 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Ésta es una de las frases evangélicas más conocidas por la sociedad, pero paradójicamente es también la que muchos parecen intentar vivir de manera contraria.La gran mayoría de los católicos tenemos muy en claro que amamos a Dios sobre todas las cosas, y que si bien no todos tenemos un compromiso activo con la iglesia, si tratamos de vivir de acuerdo a las leyes de Dios. Pero la verdadera interrogante llega cuando el amar a Dios sobre todas las cosas pasa de la teoría a la vida real.

¿Cuántas veces hemos estado dispuestos a hacer lo que sea con tal de ganar más dinero? Si se nos presenta la oportunidad de mentir, modificar e incluso hacer alguna trampilla para ahorrarnos o ganarnos unos centavos, ¿preferimos optar por vivir en la verdad y pagar el precio de ello?

Creo que no, una prueba clara de ello está en nuestro comportamiento diario, ya sea en la evasión de impuestos, en la mordida que le damos al oficial de tránsito para evitar una multa mayor, o en las simples mentiras diarias que nos permiten conservar nuestro puesto de trabajo o incluso granjearnos un ascenso.

¿Esto es amar a Dios sobre todas las cosas? ¿En verdad podemos pretender llevar una doble vida de amor a Dios y amor al dinero?

Nuestra vida se desarrolla en una continua búsqueda de la felicidad, y eso está perfecto, cuando tenemos bien claro que nuestra felicidad sólo está en Cristo. Pero cuando buscamos la felicidad en otros sitios, no sólo no la encontramos sino que terminamos más infelices y vacíos de como empezamos.

El dinero no es malo, es malo darle un lugar privilegiado en nuestra jerarquía de valores, o peor aún, suplantar el lugar que le debemos a Dios poniendo al dios dinero. Recordemos siempre que nos veamos agobiados y preocupados por algo que no sea Dios, que «no podemos servir a dos amos pues terminaremos amando a uno y odiando al otro.»

«La Palabra de Dios nos conduce a una elección final: “ningún criado puede servir a dos señores porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro”. El estafador ama la estafa y odia la honestidad. El estafador ama los sobornos los acuerdos oscuros, esos acuerdos que se hacen en la oscuridad. Y la cosa peor es que él cree ser honesto. El estafador ama el dinero, ama las riquezas: las riquezas son un ídolo. A él no le importa —como dice el profeta— pisotear a los pobres. Son los que tienen las grandes “industrias del trabajo esclavo”. Y hoy en el mundo, el trabajo esclavo es un estilo de gestión.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Trataré de considerar que en el mundo existen personas que sobreviven con una cuarta parte de lo que yo tengo y buscaré algún medio por el cual pueda ayudar y ser solidario con los que menos tienen.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:24 a.m.
Hermanos: Yo tuve una gran alegría en el Señor cuando vi florecer los buenos sentimientos de ustedes con respecto a mí; ciertamente los tenían, pero les faltaba la ocasión de demostrarlos. No es la necesidad la que me hace hablar, porque he aprendido a hacer frente a cualquier situación. Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en aquel que me conforta. Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades. Y ya saben, filipenses, que al comienzo de la evangelización, cuando dejé Macedonia, ninguna otra iglesia me ayudó pecuniariamente. Ustedes fueron los únicos que cuando estaba en Tesalónica, en dos ocasiones me enviaron medios para asistirme en mis necesidades. No es que yo busque regalos; solamente quiero darles la ocasión de que ustedes se enriquezcan cada vez más delante de Dios. Por el momento, tengo todo lo necesario y más todavía. Vivo en la abundancia desde que Epafrodito me entregó la ofrenda de ustedes, como perfume de aroma agradable, como sacrificio aceptable y grato a Dios. Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.

11:23 a.m.
Feliz el hombre que teme al Señor y se complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra: la posteridad de los justos es bendecida. Dichoso el que se compadece y da prestado, y administra sus negocios con rectitud. El justo no vacilará jamás, su recuerdo permanecerá para siempre. Su ánimo está seguro, y no temerá, hasta que vea la derrota de sus enemigos. Él da abundantemente a los pobres: su generosidad permanecerá para siempre, y alzará su frente con dignidad.

11:23 a.m.
Jesús decía a sus discípulos: "Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero". Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. El les dijo: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios."

11:23 a.m.
No consintamos, hermanos y amigos míos, en administrar de mala manera lo que, por don divino, se nos ha concedido, para que no tengamos que escuchar aquellas palabras: «Avergonzaos, vosotros, que retenéis lo ajeno, proponeos la imitación de la equidad de Dios y nadie será pobre.»  No nos dediquemos a acumular y guardar dinero, mientras otros tienen que luchar en medio de la pobreza, para no merecer el ataque acerbo y amenazador de la palabras del profeta Amós: «Escuchad, los que decís: ¿cuándo pasará la luna nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?» (Lc 8,5)... Imitemos aquella suprema y primordial ley de Dios, que hace llover sobre los justos y los pecadores, y hace salir igualmente el sol para todos (Mt 5,45); que pone la tierra, las fuentes, los ríos y los bosques a disposición de todos sus habitantes; el aire se lo entrega a las aves, y el agua a los que viven en ella, y a todos da con abundancia, los subsidios para su existencia, sin que haya autoridad de nadie que los detenga, ni ley que los circunscriba, ni fronteras que los separen; se lo entregó todo en común, con amplitud y abundancia, y sin deficiencia alguna. Así enaltece la uniforme dignidad de la naturaleza con la igualdad de sus dones, y pone de manifiesto las riquezas de su benignidad.

Hermanos Franciscanos

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