12/31/25

Creyentes rezando y celebrando la víspera de Navidad en Katmandú, Nepal. / Crédito: Shutterstock

Durante la víspera del 31 de diciembre y el primer día del nuevo año, la Iglesia Católica ofrece la oportunidad de obtener indulgencias plenaria como muestra de la misericordia de Dios y el deseo de santificación de todos sus miembros.

Una indulgencia plenaria es la remisión de la pena temporal por los pecados que nos han sido perdonados en culpa.

Indulgencias el 31 de diciembre

En la víspera de la Solemnidad de María, Madre de Dios, la Iglesia otorga indulgencia plenaria a aquellos fieles cristianos que recen públicamente el Te Deum, agradeciendo a Dios por el año que culmina. Esta bendición se extiende especialmente el 31 de diciembre.

Para recitar el Te Deum puede ingresar AQUÍ.

Indulgencias el 1 de enero

Asimismo, el 1 de enero, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, se concede indulgencia plenaria a quienes recen públicamente el himno Veni Creator, implorando bendiciones para el nuevo año que inicia.

Para recitar el el himno Veni Creator  ingrese AQUÍ.

Adicionalmente, aquellos que reciban devotamente la bendición papal Urbi et Orbi, ya sea a través de radio, televisión o internet (C4), así como quienes reciban con devoción la bendición del obispo de su diócesis (C4), también podrán obtener estas especiales bendiciones de la Iglesia.

Condiciones en todos los casos para obtener la indulgencia plenaria

Además de realizar la obra específica mencionada en los puntos anteriores, se deben cumplir las siguientes condiciones:

En primer lugar, es necesario experimentar un rechazo profundo hacia cualquier afecto relacionado con el pecado, incluso el venial.

En segundo lugar, se debe asistir a la Confesión sacramental, recibir la Comunión y rezar por las intenciones del Papa. Estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de llevar a cabo la obra que otorga la indulgencia, pero se sugiere que la Comunión y la oración se realicen el mismo día en que se lleva a cabo la obra.

Es importante destacar que mediante una única confesión se pueden obtener varias indulgencias, aunque se recomienda la frecuencia en el sacramento de la Reconciliación para profundizar en la conversión y en la pureza de corazón.

En cuanto a la Comunión eucarística y la oración por las intenciones del Santo Padre, se debe tener en cuenta que con una sola Comunión y una sola oración, realizadas el mismo día, se obtiene una indulgencia plenaria.

Finalmente, la condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple al rezar un Padre Nuestro y un Ave María. No obstante, se otorga a cada cristiano la facultad de emplear cualquier otra fórmula de acuerdo con su piedad y devoción.

null / San Silvestre, 31 de diciembre / ACI Prensa

Cada 31 de diciembre la Iglesia recuerda a San Silvestre (270-335), trigésimo tercer Papa de la Iglesia Católica. Su pontificado duró alrededor de 21 años, desde el año 314 hasta su muerte, acontecida en 335. 

Silvestre nació en Roma y gobernó la Iglesia tras la institución del Edicto de Milán (313), por el que el imperio romano detuvo oficialmente la persecución religiosa contra los cristianos. Esta fue, sin duda, una etapa en la que surgieron nuevos retos para los fieles, ya que la Iglesia dejaba atrás los años de la clandestinidad y empezaba a jugar un papel cada vez más importante en la vida pública. 

San Silvestre, en ese contexto, tuvo que afrontar problemas de naturaleza completamente diferente, como la aparición y difusión de ciertas herejías, el enfriamiento del compromiso religioso de muchos, y las intromisiones en los asuntos eclesiales por parte de Constantino o del poder imperial.

Confusión y división

En el nuevo contexto eclesial, Dios quiso que San Silvestre, elegido Papa el 31 de enero de 314, asumiera el liderazgo de la Iglesia. Una vez acabada la persecución, quedó en evidencia que el arrianismo, herejía aparecida en el siglo III, era el principal agente de división entre los cristianos. Ni siquiera los obispos estuvieron libres de su influencia, pues muchos abrazaron las tesis del obispo Arrio: negación de la divinidad de Jesucristo y su consustancialidad con Dios Padre. 

Debido a esta situación, muchos pastores fieles a la doctrina acudieron al emperador para solicitar su intervención y que, valiéndose de su poder, zanje la disputa en torno a la persona de Cristo y llame a la unidad de los cristianos. 

En busca de la unidad: Concilio de Nicea

Constantino decidió intervenir convocando a un concilio en la ciudad de Nicea (hoy Turquía) en 325 -el primer concilio ecuménico de la historia-. El Papa Silvestre envió una delegación al concilio integrada por un obispo y dos sacerdotes.

La gran mayoría de los obispos participantes, provenientes de todo el mundo, reunidos en la antigua ciudad del Asia Menor, condenaron el arrianismo. Además, como una forma de difundir las enseñanzas del concilio, los padres conciliares establecieron una fórmula sobre la base de los principios de la recta doctrina que un cristiano debe creer y conocer. Dicha recopilación de verdades fundamentales recibieron el nombre de “Credo” (Yo creo), lo que hoy conocemos como el “Credo de Nicea”. Posteriormente dicha fórmula sería aprobada por el Papa San Silvestre.

Fortalecimiento de la estructura eclesial

El emperador y muchas familias conversas al cristianismo donaron bienes y riquezas a la Iglesia. Eso acrecentó su poder y presencia. San Silvestre se convirtió, entonces, en el primer Papa que tuvo que velar por el buen uso de una cantidad considerable de posesiones y bienes. El pontífice ordenó, por ejemplo, la edificación de templos y convirtió el Palacio Laterano, donado por Constantino, en la primera catedral de Roma, hoy conocida como San Juan de Letrán. Por eso, la tradición se refiere a San Silvestre en términos de un Papa “administrador”. 

El Papa San Silvestre fue llamado a la presencia del Padre el 31 de diciembre del 335. Fue el primer Pontífice que no murió martirizado, después de que sus 32 predecesores padecieron ese terrible destino. 

Hermanos Franciscanos

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