03/16/14

10:48 p.m.
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante. Porque con la medida con que midáis se os medirá.


Oración introductoria


Señor Jesús, se acerca el tiempo de tu Pasión, se acerca el momento de mi salvación. Tú has venido al mundo, no para condenarlo, sino para dar tu vida por el perdón de los pecadores. Si por algo me puedo contar entre aquellos que se acercan a ti, no es por mis virtudes o perfecciones, sino por mi miseria. Tu infinita misericordia reclama inundar el gran vacío de mi nada. ¡Qué lejos estoy de parecerme a ti! Señor, con gran facilidad me comparo con los demás y me elevo como juez de mis hermanos. El juzgar a los demás es similar a que yo te escupiera en tu rostro al momento en que pendes de la cruz, como decir: Yo no necesito tu misericordia.


Petición


Dame, Señor, un corazón compasivo y humilde que no juzgue a los demás, que piense siempre bien de los que me rodean, y si en algún momento obra mal mi prójimo, ayúdame a comprender que lo que más necesita es mi ejemplo y oraciones, no mis acusaciones.


Meditación del Papa Francisco


Si nosotros vivimos según la ley del "ojo por ojo, diente por diente", jamás salimos de la espiral del mal. El Maligno es astuto, y nos hace creer que con nuestra justicia humana podemos salvarnos y salvar al mundo. En realidad, ¡sólo la justicia de Dios nos puede salvar! Y la justicia de Dios se ha revelado en la Cruz: la Cruz es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre este mundo.

¿Pero cómo nos juzga Dios? ¡Dando la vida por nosotros! He aquí el acto supremo de justicia que ha vencido de una vez para siempre al Príncipe de este mundo; y este acto supremo de justicia es precisamente también el acto supremo de misericordia. Jesús nos llama a todos a seguir este camino: "Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso". Yo les pido una cosa ahora. En silencio, todos, pensemos, cada uno piense en una persona con la que no estamos bien, con la cual estamos enojados y que no la queremos. Pensemos en esa persona y en silencio en este momento oremos por esta persona. Y seamos misericordiosos con esta persona. (S.S. Francisco, 15 de septiembre de 2013).


Reflexión


Cuando hago un juicio temerario contra alguien, me elevo como juez de mis hermanos y usurpo un poder que sólo es propio de Jesucristo, quien vendrá a juzgar a vivos y muertos en los últimos tiempos. Al juzgarlos mal, es como si los condenara de antemano al fuego del infierno o a las penas del purgatorio. Emito sentencias más fuertes incluso que las que tal vez daría el Juez Supremo.


Estas palabras de Cristo son muy actuales en nuestro mundo de hoy: el no juzgar a otros. Me recuerda aquel cuento cuando una señora había desatado una dura crítica a uno de sus vecinos. La lección del párroco cuando se fue a confesar fue muy viva. Cogiendo una hoja de papel la partió enfrente de ella en pequeñas partes y tiro las pequeñas partes al aire. El vendaval lo esparció todo. Era imposible recoger cada parte y rehacerla de nuevo. Pues así sucede cuando uno crítica o juzga temerariamente. Es muy difícil rehacer la fama de la persona íntegramente.


Así rezamos los cristianos en el Padre nuestro: "perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".


El hombre tiene una naturaleza débil que le empuja al mal, y debemos pensar si vemos a algún hermano caer que es la debilidad del hombre; no juzguemos porque no conocemos el interior del hombre. El juicio corresponde sólo a Dios, justo Juez, quien ve el corazón de cada hombre y no juzga por las apariencias. Sería mejor seguir la regla de creer el bien que nos dicen y perdonar el mal que se ve. La lengua es una arma mortífera, que hiere y llega hasta matar el buen nombre de mi prójimo. Por eso perdonar siempre, hasta setenta veces siete, esta es la ley del amor.


"Dad y se os dará... porque en la medidacon que midáis se os medirá". Debo tratar a los demás de la misma manera que me gustaría ser tratado. ¡Con cuánta facilidad encuentro excusa para todos mis errores! Sin embargo, cuando el prójimo comete un error, le achaco hasta las culpas más insólitas.


Venzamos al mal con el bien. Tal como el Papa nos invita, no seamos simples espectadores, ante el mal siempre respondamos con una mayor entrega y fidelidad a la Santa Voluntad Divina.


Propósito


El día de hoy, cada vez que me vea tentado a juzgar una persona, pensaré en todas las cosas buenas que en ella se esconden.


Diálogo con Cristo


Jesús, dame tus ojos para ver a tus hijos con el mismo amor con el que Tú los ves, y si en algún momento te soy infiel y endurezco mi corazón juzgando a mis hermanos, dame la gracia de darme cuenta de mi error para así poder corregirme. Sé paciente conmigo, Señor, que tengo tanta soberbia en mi corazón y soy tan lento en aprender los modos del amor.


Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos. (San Hilario, en Catena Aurea, vol. I p. 248)



March 16, 2014 at 10:24PM

11:09 a.m.
Oré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: "¡Ah, Señor, Dios, el Grande, el Temible, el que mantiene la alianza y la fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos! Nosotros hemos pecado, hemos faltado, hemos hecho el mal, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y tus preceptos. No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país. ¡A ti, Señor, la justicia! A nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como les sucede en este día a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países adonde tú los expulsaste, a causa de la infidelidad que cometieron contra ti. ¡A nosotros, Señor, la vergüenza reflejada en el rostro, y también a nuestros reyes, a nuestros jefes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti! ¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él! Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas. March 15, 2014 at 05:00PM

11:08 a.m.
No nos tengas rencor por faltas de nuestros padres, que tu misericordia corra a nuestro encuentro, pues ya no podemos más. Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro, en atención a la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados en honor a tu nombre. Que hasta ti llegue la queja del prisionero; con tu potente brazo salva a los condenados a muerte. Y nosotros, tu pueblo, el rebaño de tu redil, te daremos gracias para siempre; de edad en edad diremos tu alabanza. March 15, 2014 at 05:00PM

11:08 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: «Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes». March 15, 2014 at 05:00PM

11:08 a.m.
Jesucristo ha enseñado que el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que está llamado a “usar misericordia” con los demás: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7)… El amor misericordioso, en las relaciones recíprocas entre los hombres, no es nunca un acto o un proceso unilateral. Incluso en los casos en que todo parecería indicar que sólo una parte es la que da y ofrece, mientras la otra sólo recibe y toma… sin embargo en realidad, también aquel que da, queda siempre beneficiado. Cristo crucificado, en este sentido, es para nosotros el modelo, la inspiración y el impulso más grande. Basándonos en este desconcertante modelo, podemos con toda humildad manifestar misericordia a los demás, sabiendo que la recibe como demostrada a sí mismo (Mt 25, 34s)... Sólo entonces, en efecto, es realmente un acto de amor misericordioso: cuando, practicándola, nos convencemos profundamente de que al mismo tiempo la experimentamos por parte de quienes la aceptan de nosotros. Si falta esta bilateralidad, esta reciprocidad, entonces nuestras acciones no son aún auténticos actos de misericordia, ni se ha cumplido plenamente en nosotros la conversión, cuyo camino nos ha sido manifestado por Cristo con la palabra y con el ejemplo hasta la cruz, ni tampoco participamos completamente en la magnífica fuente del amor misericordioso que nos ha sido revelada por El… La misericordia auténticamente cristiana es también, en cierto sentido, la más perfecta encarnación de la “igualdad” entre los hombres y por consiguiente también la encarnación más perfecta de la justicia… La igualdad introducida mediante la justicia se limita, sin embargo al ámbito de los bienes objetivos y extrínsecos, mientras el amor y la misericordia logran que los hombres se encuentren entre sí en ese valor que es el mismo hombre, con la dignidad que le es propia. La misericordia se hace elemento indispensable para plasmar las relaciones mutuas entre los hombres, en el espíritu del más profundo respeto de lo que es humano… Por tanto, el amor misericordioso es sumamente indispensable entre aquellos que están más cercanos: entre los esposos, entre padres e hijos, entre amigos; es también indispensable en la educación y en la pastoral. March 15, 2014 at 05:00PM

6:28 a.m.
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».


Oración introductoria


Dios mío, cuando sé dejar a un lado mis preocupaciones y guardo el silencio necesario para experimentar tu cercanía, ¡qué bien me siento! No quiero que estos minutos pasen sin que yo me percate con Quién estoy. Ayúdame a estar dispuesto a acoger tu mensaje.


Petición


Dame una fe viva que se refleje en la docilidad interior a tu Palabra.


Meditación del Papa Francisco


¡Dios es pura misericordia! Él te espera también en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio.

También tú, querido joven, querida joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Déjate buscar por Jesús, déjate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda. “Qué bien se está aquí”, poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida.

Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. A María le pedimos que nos enseñe a seguir a Jesús. Que nos enseñe a ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. Queridos jóvenes, ¡Jesús nos espera, Jesús cuenta con nosotros! Amén. (S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).


Reflexión


Éste es uno de los pasajes del Evangelio que más me impresionan. Los evangelistas suelen ser bastante sobrios y discretos en sus narraciones. Nos dicen muy poco y se abstienen cuidadosamente de comentarios y ponderaciones personales como para no desvirtuar la desnuda objetividad de los hechos. Así, es cierto, nos resulta más difícil tratar de ponderar los acontecimientos que se nos transmitieron.


Pero también adquieren más garantías de veracidad e historicidad.


En el pasaje de la transfiguración del Señor –como en la mayoría de las narraciones evangélicas— hemos de echar mano de nuestra intuición y sensibilidad, de nuestra penetración psicológica y espiritual, de nuestra capacidad de contemplación; pero, sobre todo, de nuestra fe y de nuestro amor, si queremos comprender y gustar algo del misterio de Jesús. Es, en efecto, "la fe la única que puede franquear el misterio de aquel rostro", como dice el Papa Juan Pablo II en su exhortación Novo millennio ineunte (n. 19). Hagamos, pues, un esfuerzo de contemplación y coloquémonos al lado de Jesús y de los apóstoles en esta escena.


"Jesús se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz...". Es sumamente difícil tratar de describir lo que vieron y experimentaron aquel día Pedro, Santiago y Juan al lado de nuestro Señor en la montaña santa. ¿Cómo expresar aquella belleza, aquella grandeza y hermosura divina de nuestro Salvador? No, no es poesía ni romanticismo fácil. Si no conocemos mínimamente a Dios, entiendo que estas palabras puedan sonarnos "cursis".


Pero si ya hemos hecho alguna vez una experiencia de nuestro Señor en nuestra vida, entonces se quedan infinitamente cortas...


Muchos años más tarde, cuando Pedro era ya viejo y escribía su segunda carta a aquella comunidad de primeros cristianos, decía: "Porque no fue siguiendo artificiosas fábulas como os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino como quienes han sido testigos oculares de su grandeza y de su majestad. Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria cuando de la magnífica gloria se hizo oír aquella voz que decía: -Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas todas mis complacencias-. Y esta voz bajada del cielo la oímos nosotros, los que con Él estábamos en el monte santo" (II Pe 1, 14-18).


Está claro que Pedro se refiere a la experiencia personal que nuestro Señor les permitió aquel día de la transfiguración y que dejó una huella profundísima en su alma.


Estas palabras, sumamente autorizadas porque son fruto de un testimonio presencial, pueden abrirnos un poco a la realidad del misterio. Sólo algo que queda indeleblemente grabado en la conciencia y en el corazón de una persona puede luego recordarse de una manera tan vívida y tan intensa después de muchísimos años...


"¡Señor, qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré aquí tres chozas: una para ti, otra Moisés y otra para Elías". Ésas fueron las únicas palabras que Pedro acertó a pronunciar aquel día. No pudo articular ninguna más. Sólo admiración, gozo intenso e indescriptible, éxtasis...


Y otro tanto hace san Juan en su primera epístola: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida –porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna, la que estaba en el Padre y se nos manifestó-, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos para que vuestro gozo sea colmado" (I Jn 1, 1-4).


¿Quién de nosotros es capaz de explicar lo que Juan quiso decirnos y expresarnos en esta carta? Es algo sumamente íntimo y difícil de comentar. Quien escucha estas palabras, se siente invitado a tratar de entrar personalmente en el misterio de Jesús para hacer una experiencia semejante. Sólo en el contacto íntimo y directo con nuestro Señor, en la oración y en los sacramentos, es donde aprendemos a conocerlo. ¡Él está vivo y hay que tratarlo y amarlo como a una Persona realmente viva!


"Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz". ¿Hay belleza humana semejante? El problema, para comprender todo esto, es que no tenemos una experiencia humana análoga con la que podamos establecer alguna relación. Esto es lo que suele ocurrirnos en las cosas del espíritu y, porque no tenemos experiencias sensibles ni puntos concretos de comparación, por eso nos es tan difícil tratar de expresarlo. Los místicos hablan de lo "inefable", o sea, lo que no es capaz de poderse explicar.


San Juan de la Cruz, en su bello "Cántico espiritual", describe con tonos líricamente maravillosos algo de esta experiencia. Habla de la belleza del Amado –del Señor- y lo hace simulando un diálogo con las criaturas y la respuesta que éstas dan a su pregunta:


Pregunta a las criaturas:

— ¡Oh bosques y espesuras,

plantadas por la mano del Amado!

¡Oh prados de verduras

de flores esmaltados,

decid si por vosotros ha pasado!


Respuesta de las criaturas:

– Mil gracias derramando

pasó por estos sotos con presura,

y yéndolos mirando,

con sola su figura

vestidos los dejó de su hermosura.


Expresión de la Esposa, o sea, del alma:

Y todos cuantos vagan

de ti me van mil gracias refiriendo,

y todas más me llagan,

y déjame muriendo

un no sé qué que quedan balbuciendo”.


Tal vez nos puede ayudar a atisbar este misterio de la transfiguración el comentario que hace el Papa Juan Pablo II en la exhortación apostólica "Vita consecrata". Él aplica estas palabras a las personas totalmente consagradas a Dios, pero creo que, de alguna manera, también pueden aplicarse a todos los cristianos: "¡Señor, qué hermoso es estar aquí! Estas palabras muestran la orientación cristocéntrica de toda la vida cristiana. Sin embargo, expresan con particular elocuencia el carácter absoluto que constituye el dinamismo profundo de la vocación a la vida consagrada: ¡qué hermoso es estar contigo, dedicarnos a ti, concentrar de modo exclusivo nuestra existencia en ti! En efecto, quien ha recibido la gracia de esta especial comunión de amor con Cristo, se siente como seducido por su fulgor: Él es -el más hermoso de los hijos de los hombres- (Sal 45, 3), el Incomparable" (Vita consecrata, n. 15).


En fin, ojalá que esta sencilla y pobre reflexión pueda ayudar a quien la lea a buscar con más ardor a nuestro Señor Jesucristo y a pedirle a Él la gracia de conocerlo y de amarlo con toda el alma para poder seguirlo más de cerca, a partir de esta Cuaresma.



March 16, 2014 at 06:02AM

6:28 a.m.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.


Oración introductoria


Aquí estoy, Señor, en tu presencia. Quiero estar contigo estos momentos para que llenes mi corazón de tu amor, de tu bondad. Tú conoces mi alma, sabes cuánto me cuesta salir de mí mismo y amar de verdad. Por eso, vengo a ti, que eres la fuente de amor, para que acercándome tanto a la hoguera de tu caridad, mi corazón y mi vida ardan en tu amor.


Petición


Señor, llena mi corazón de tu amor.


Meditación del Papa Francisco


Jesús nos invita a ser prefectos como el Padre es perfecto. Y Jesús perdona a sus enemigos. Vengarse no es cristiano. ¿Cómo podemos entonces lograr a amar a nuestros enemigos?

Rezando porque cuando uno reza por quien te hace sufrir, es como si el Señor viene con el aceite y prepara nuestros corazones a la paz. ¡Rezar! Es lo que Jesús nos aconseja: Recen por sus enemigos, por aquellos que les persiguen. ¡Recen! Y díganle a Dios: Cámbiale el corazón, tiene un corazón de piedra, pero cámbialo, dale un corazón de carne, que sienta el bien y que ame.

¿Rezo yo por mis enemigos? ¿Rezo por aquellos que no me quieren? Si nosotros decimos "sí", yo les digo: sigan adelante, recen más, ese es un buen camino. Si la respuesta es "no", el Señor dice: Pobrecito, también tú eres enemigo de los otros. [...]

¡Para los criterios del mundo no es un buen negocio! Pero este es el camino que recorrió Jesús, que de rico se hizo pobre por nosotros. En una pobreza en la que está la gracia que nos justifica a todos y nos hace ricos porque es el misterio de la salvación. (Cf. S.S. Francisco, 18 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta).


Reflexión


La cadena de injusticia es como una fila donde diez personas están formadas. El primero de la fila se voltea y le pega al segundo, éste a su vez repite lo mismo con el que tiene atrás y así se siguen. Pero al llegar al quinto miembro de la fila, éste, al voltearse, le da un abrazo al de atrás y perdona al que le golpeó. Rompe la cadena de violencia. Absorbe violencia y responde con amor. Esto es lo que Cristo vino a enseñarnos, viviéndolo él en primera persona. Ante todas las ofensas que recibe, mías y de tanta otra genta, su respuesta siempre es la misma: amor y perdón. Y esto lo podemos vivir en las situaciones más ordinarias de nuestra vida, ante una queja, ante la crítica que recibimos, un mal gesto, una ofensa, al ser olvidados en algo importante u otra situación diaria. Pero esto requiere una profunda actitud de humildad, la cual sólo lograremos aprendiendo en la oración con Cristo.


Propósito


Responder con un gesto de amor (una sonrisa, la palabra "gracias", con paciencia, con perdón...) las ofensas que reciba el día de hoy.


Diálogo con Cristo


Jesús, Tú que eres manso y humilde de corazón, enséñame la virtud de saber amar a mis enemigos, a aquellos que me ofenden, a comprenderlos o tan sólo saber perdonarlos. Es difícil, pero sé que contigo nada es imposible. Llena mi corazón de tu amor a tal grado que pueda transmitir tu amor a todos los que me rodean. Que tu corazón, Señor, lata en mi pecho toda mi vida.


La medida del amor es amar sin medida (San Agustín)



March 16, 2014 at 06:02AM

6:28 a.m.
Del santo Evangelio según san Lectura del santo Evangelio según Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el reino de los cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar del castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro de que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último centavo".


Oración introductoria


Señor, quiero tomar conciencia de la cercanía que Tú tienes conmigo, para que pueda valorar lo que Tú haces por mí.Señor,Tú me has perdonado muchas veces. Concédeme verlo y palparlo,para que, siguiendo tu ejemplo, mi corazón perdone y ame a los que me hieran de alguna forma.


Petición


Señor, que me dé cuenta de que soy un cristiano necesitado de tu gracia y de amor.


Meditación del Papa Francisco


Ante el pasaje del evangelio de Mateo que narra que quien se enfada con el propio hermano será procesado y san Juan dice que quien expresa resentimiento y odio hacia el hermano, en realidad, en su corazón, ya lo mata, hay necesidad de entrar en la lógica del perfeccionamiento, es decir, ajustar nuestra conducta. No se puede desacreditar al hermano a partir de pasiones interiores nuestras. Se ha extendido en la tradición latina recurrir al insulto con una creatividad maravillosa, porque vamos inventando uno tras otro. [...]

Respecto al insulto, Jesús va mucho más allá. Porque dice que cuando ya en tu corazón hay algo negativo contra el hermano y se expresa con un insulto, con una maldición o con enojo, hay algo que no funciona, y te tienes que convertir, tienes que cambiarlo. Pidamos al Señor la gracia para ajustar nuestra vida a esta nueva ley, que es ley de la mansedumbre, ley del amor, ley de la paz para cuidar un poquito más la lengua con lo que decimos de los demás. Sin duda es una pequeña penitencia, pero da buenos frutos. (S.S. Francisco, 21 de junio de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta).


Reflexión


Cristo nos plantea un punto de partida: "Si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no podrán entrar en el reino de los cielos". Nos pone este punto, porque sabía que ellos no estaban del todo mal, pues intentaban seguir a la perfección los preceptos de la ley;sólo que olvidaban una cosa, lo que Dios había dicho: "Misericordia quiero y no sacrificios".


Esto era lo que no entendían ellos,e incluso hoy en día, muchas veces nos cuesta entender que el primer medio de alabanza a Dios pasa por medio del perdón, de la reconciliación y del amor. Nosotros, como cristianos, estamos llamados a ser transmisores del amor que Dios ha tenido a la humanidad.


Cuando vayas de camino con tu adversario arréglate pronto, no sea que te entregue....Con el paso del tiempo, nos acercamos cada vez más al final de nuestra vida, y, querámoslo o no, tendremos que presentar cuentas a nuestro Juez. ¿Por qué no nos esforzamos desde ahora por arreglarnoscon la persona que nos ha hecho -o a la que le hemos hecho- mal, que no nos cae muy bien y a la que solemos criticar? Y en vez de presentarnos con un enemigo aquel día, ganemos amigos que sean nuestros abogados, para la hora de este momento.


El mensaje de este evangelio es un mensaje de paz y de amor. ¡Cuánta paz alcanza un hombre que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra sino que es presencia de Dios, presencia de Amor.


La luz de un nuevo día, las flores que despiertan, el murmullo del viento que roza nuestra ventana, nos enseña cuán grande y bello es el creador de todo. Y lo hizo para mí. Y lo hizo para mi hermano. Y lo hizo, también, para aquel con el que estoy enemistado. Y lo habría hecho igual aunque sólo fuera yo el único habitante de este mundo, aunque fuera el otro el único habitante de este mundo. Si Dios, que es Padre, nos da esto, cuanto más nosotros debemos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás, aun siendo el otro.


Jesús da un nuevo sentido a la ley rabínica, un nuevo sentido a nuestro modo de pensar; no matarás decía la antigua ley, Cristo dice: no te enfades con tu hermano, perdona. A veces es difícil perdonar, pero tenemos el ejemplo de Cristo que nos perdona todo, si se lo pedimos; que perdona a cualquier pecador si, en su corazón, se arrepiente.


Hoy podemos aprender una nueva cosa: amar. Amar nunca se aprende totalmente. "El amor que no se practica se seca", dicen. Hoy es el día oportuno para volver a regar esa planta del amor. Esa planta que es la rosa más preciosa del Jardín de Dios.


Propósito


Rezar un Ave María por aquellas personas que nos han ofendido y pedir a Dios la gracia de perdonar de corazón.


Diálogo con Cristo


Jesús,Tú me conoces muy bien y sabes cuánto quiero agradarte, pero también conoces cuán débil soy y que tengo muchas caídas a pesar de mis luchas. Ayúdame, por eso, Señor, a esforzarme por agradarte más, sirviendo a los hombres, quienes son tus hijos y mis hermanos. Quiero practicar cada día más la caridad, virtud principal de tu corazón. Ayúdame como cristiano a ser faro del amor. Pues sólo así seré reconocido como discípulo tuyo.


«Nada nos asemeja más a Dios que el estar siempre dispuestos a perdonar» (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre S. Mateo, 61)



March 16, 2014 at 06:02AM

Hermanos Franciscanos

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