06/10/16

11:45 p.m.

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 33-37
Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.

Oración introductoria
El Papa Francisco nos dice: «Estar con Jesús exige salir de nosotros mismos, de un modo de vivir cansino y rutinario». Señor, en esta oración te pido tu gracia para salir de mí mismo y escucharte. Te he fallado, pero te adoro y confío en tu misericordia. Quiero estar contigo, así como Tú quieres estar conmigo.

Petición
Dame la gracia de dar siempre un testimonio coherente de mi fe.

Meditación del Papa Benedicto XVI
El Espíritu Santo es la certeza de que Dios llevará a cumplimiento su plan de salvación, cuando conduzca "a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra". San Juan Crisóstomo comenta sobre este punto: "Dios nos escogió por la fe y ha marcado en nosotros el sello de la herencia de la gloria futura". Tenemos que aceptar que el camino de nuestra redención es también nuestro camino, porque Dios quiere criaturas libres, que digan libremente que sí; pero es sobre todo y primero, Su camino. Estamos en sus manos y ahora es nuestra libertad el ir en el camino abierto por Él. Vamos por este camino de la redención, junto con Cristo, y sentimos que la redención se realiza. La visión que nos presenta san Pablo en esta gran oración de bendición, nos ha llevado a contemplar la acción de las tres Personas de la Santísima Trinidad: el Padre que nos ha elegido antes de la fundación del mundo, ha pensado en nosotros y nos ha creado; el Hijo que nos ha redimido por su sangre, y la promesa del Espíritu Santo, prenda de nuestra redención y de la gloria futura. (Benedicto XVI, 20 de junio de 2012).

Reflexión

"No perjurarás", el Señor no necesita nuestros juramentos para saber que vamos a cumplir. Él prefiere que nos esforcemos hasta lograr nuestro propósito, no importando las veces que caigamos. Él conoce mejor que nosotros mismos nuestro corazón, sabe que somos débiles, sabe que caeremos, pero también sabe que nos volveremos a levantar si lo que hacemos lo estamos haciendo por Él.

También Él nos invita a confiarnos plenamente a su amor. No podemos cambiar nada de nuestro cuerpo, pero Él todo lo puede; en él todo dolor físico cambia, cobra todo su valor, ya no sufriremos sin sentido, ahora podemos unir nuestro sufrimiento al de Cristo en la cruz. ¿Por qué Dios no nos quita el sufrimiento? Tal vez porque nos ama tanto que quiere asociarnos más a su propio sufrimiento. Nosotros sufriendo tan pequeñitas cosas, en comparación con lo que Él sufrió por nosotros, le ayudamos a salvar a tantos hombres que no lo conocen o se han alejado de Él.

Diálogo con Cristo
Jesucristo, ¡venga tu Reino! Ésta es la aspiración de mi existencia. Que tu Reino se establezca y se realice en mi persona. Me conoces mejor de lo que yo me conozco, por eso necesito que seas el Rey de mi vida y me digas quién soy yo y qué tengo que hacer para cumplir tu voluntad.

Propósito
Si hoy tengo un problema, pediré a Dios que me ayude, en vez de tratar de solucionar todo con mi propio esfuerzo.

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11:28 a.m.
La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron. Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor. Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos". En la Iglesia de Antioquía había profetas y doctores, entre los cuales estaban Bernabé y Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahén, amigo de infancia del tetrarca Herodes, y Saulo. Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la obra a la cual los he llamado". Ellos, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.

11:28 a.m.
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y fidelidad en favor de la casa de Is rael. Todos, hasta los confines del mundo, han visto la salvación de nuestro Dios. se acordó de su amor y fidelidad en favor de la casa de Is rael. Todos, hasta los confines del mundo, han visto la salvación de nuestro Dios. se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.

11:28 a.m.
Jesús dijo a sus apóstoles: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente." No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.

11:28 a.m.
     En la persona, pues, de los obispos, a quienes asisten los presbíteros, el Señor Jesucristo, Pontífice supremo, está presente en medio de los fieles. Porque sentado a la diestra del Padre, no está ausente de la congregación de sus pontífices, sino que, principalmente a través de su servicio eximio, predica la palabra de Dios a todas las gentes y administra continuamente los sacramentos de la fe a los creyentes, y por medio de su solicitud paternal va congregando nuevos miembros a su Cuerpo con regeneración sobrenatural; finalmente, por medio de su sabiduría y prudencia dirige y ordena al Pueblo del Nuevo Testamento en su peregrinar hacia la eterna felicidad... Para realizar estas cargas tan altas, los apóstoles fueron enriquecidos por Cristo, con una efusión especial del Espíritu Santo, que descendió sobre ellos (Hch 1,8; 2,4; Jn 20,22). Y ellos, a su vez, por la imposición de las manos, transmitieron a sus colaboradores este don espiritual (1Tm 4,14; 2Tm 1,6), que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal. Enseña pues, el santo concilio, que en la consagración episcopal se confiere la plenitud del sacramento del orden, llamada, en la práctica litúrgica de la Iglesia y en la enseñanza de los Santos Padres, sumo sacerdocio, cumbre del ministerio sagrado. La consagración episcopal, junto con el oficio de santificar, confiere también los oficios de enseñar y regir, los cuales, sin embargo, por su misma naturaleza, no pueden ejercerse sino en comunión jerárquica con la cabeza y los miembros del colegio. Pues según la Tradición..., es cosa clara que por la imposición de las manos y las palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y se imprime el sagrado carácter, de tal manera que los obispos, de modo visible y eminente, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice, y actúan en lugar suyo.

12:04 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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             ”Verbum Spei”
     ”Palabra de Esperanza”
  
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10° Viernes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Mateo 5, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.
También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que todo el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio”.

Reflexión:
En este pasaje Mateo une dos enseñanzas: una sobre el pecado y otro sobre el adulterio. El ejemplo que pone Jesús de arrancarse un ojo o una mano, desde luego que no debe ser tomado al pie de la letra, pues está ejemplificando la importancia y lo doloroso que, a veces puede resultar, el apartarse de las ocasiones de pecado.
Compara el dolor y la pérdida sustancial de uno de nuestros miembros a la de dejar aquello que sabemos que nos lleva al pecado. Con esto en mente, podemos entender que es mejor dejar o alejarse de una amistad, de un lugar, de un trabajo con todo el dolor y la pérdida que esto significa, si esta amistad, lugar, trabajo están siendo la ocasión de pecado.
Esta es quizás la enseñanza más fuerte y explícita de las consecuencias del pecado y de la lucha contra el mismo y lo doloroso que representa una conversión profunda y total a Jesús como Señor. Por lo tanto, si alguna cosa, persona o lugar te son ocasión de pecar ¡aléjalas de ti!, pues es mejor no tenerlas, que perder la vida en Cristo. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, gracias por dejarme disfrutar de tu presencia que es como una suave brisa que renueva mis fuerzas. Te pido que, por la fuerza de tu Espíritu, me des un gran celo por tu honra; que en cada situación de mi vida diaria, esté siempre buscando cómo lograr que más personas te honren, ya sea por mi testimonio de vida o porque al fin te encuentren. Amén.

Acción:
Hoy pondré especial atención en mis actividades y buscaré la manera de que en ellas Dios sea honrado por más personas.
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          ”Nuntium Verbi Dei”
”Mensaje de la palabra de Dios”
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