18° Domingo Tiempo Ordinario


“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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18° Domingo Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy
Mateo 14, 13-21
Al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se retiró en barca a un lugar despoblado y solitario. Cuando la gente se dio cuenta, lo siguió a pie desde los pueblos. Al desembarcar Jesús y ver toda esa multitud, sintió compasión por ellos y curó a los que estaban enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos y le dijeron: “El lugar es despoblado y ya es tarde. Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y compren de comer”. Pero Jesús les dijo: “No hace falta que se vayan. Denles ustedes de comer”. Ellos contestaron: “Pero no tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. Él les dijo: “Tráiganmelos aquí”. Entonces mandó que la gente se sentara en la hierba y tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la mirada al cielo, bendijo los panes, los partió y se los dio a los discípulos, y ellos se los dieron a la gente. Y todos comieron y quedaron satisfechos. Después recogieron lo que sobró: doce canastos llenos. Habían comido unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres ni a los niños.
Reflexión
La comunidad recogida en torno a Jesús, primicia del Reino de los Cielos, acoge en sí a hebreos y gentiles, todos son llamados a aceptar la invitación de participar de la mesa con el Señor. Jesús hace ver esto incluso con su gesto de sentarse a la mesa con publicanos y pecadores y con su enseñanza en las parábolas de los banquetes, donde “muchos vendrán de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos”.
Dios ha manifestado en la Eucaristía la forma suprema del amor, trastocando todos los criterios de dominio que rigen con demasiada frecuencia las relaciones humanas, y afirmando de modo radical el criterio del servicio: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. ¿Por qué, pues, no hacer de este tiempo un tiempo en que las comunidades diocesanas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna alguna de las múltiples pobrezas de nuestro mundo? Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de las personas que no tienen trabajo, el trasiego de los emigrantes. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo.
Oración
Oh Dios, que en la compasión de tu Hijo hacia nosotros manifiestas tu bondad paterna, haz que el pan multiplicado de tu Providencia sea partido en la caridad, y que la comunión con el alimento bajado del cielo nos abra al diálogo y al servicio de los hermanos. Amén
Acción
Para reflexionar: Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Te confías a la Providencia del Señor? ¿Qué significa para ti confiarse a la Providencia?
“Nuntium Verbi Dei”
“Mensaje de la palabra de Dios”
