04/23/17

11:53 p.m.

Por: H. Iván Yoed González, L.C. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a recordar las tantas veces en que he podido ver tu bondad en mi vida. Aumenta esa confianza que me une a Ti. Regálame la sencillez para poder mirarte con simple gratitud. Aumenta mi simplicidad y ponme frente a Ti en este instante. Quiero estar contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 3, 1-8

Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él".

Jesús le contestó: "Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?".

Le respondió Jesús: "Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: 'Tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Fue de noche a ver a Jesús. Nicodemo, pobre hombre. Se movía entre los suyos pero ya no se sentía parte de ellos. Alguien había llegado a su vida; alguien había cambiado sus planes; o al menos no dejaba de interpelarlo para que lo hiciera. Cristo había pasado por su vida y él ya no podía resistir mucho más. Sin embargo, tenía miedo. Quería estar con el Señor, quería expresarle su buena voluntad; quería compartirle que tenía una pobre fe, pero que la tenía.

Sin embargo, aún no cogía valor suficiente. Estaba caminando con "prudencia"… quizá demasiada. Valiente fue a ver a Jesús, pero fue de noche. ¿Qué habría pasado si hubiese ido a encontrarlo de día? Es peligroso de verdad mostrar tu fe frente a la gente. Si el mundo no se cae, al menos tu fama, tu previa imagen, aquella por la que trabajaste tanto tiempo y por la que trabajas en cada instantepuede caer. Ahora me aprecian, me valoran, tengo una personalidad que, si bien no es querida por todos, al menos simpatiza con algunos. Y no sé qué haría si se me pidiera mostrar mi fe. En otras palabras, no sé qué pasaría si la gente supiera que creo en Ti.

Podemos pensar que Nicodemo estaba recorriendo un camino de conversión. Que el encuentro de hoy sería un paso de un futuro cambio. Pero el cambio, al final de cuentas, tendría que darse. Y si el cambio no se diera, mucho habría sido en vano… ¿tal vez todo?

¿En qué aprovecha creer a medias?, ¿no es lo mismo que no creer? Existe una cosa que se llama identidad. Ella da libertad; pero sólo si existe plenamente. Si creo en Ti, Señor, entonces ¡te pido que sea desde que mis ojos se abren por la mañana hasta cuando los cierro por la noche! Dame autenticidad; dame fuerzas. Estoy disponible. Estoy verdaderamente abierto a tu gracia.

"El verdadero protagonista de todo esto es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla de "nacer de nuevo", nos hace entender que es el Espíritu el que nos cambia, el que viene de cualquier parte, como el viento: escuchemos su voz. Solo el Espíritu es capaz de cambiar nuestra actitud, de cambiar la historia de nuestra vida, cambiar nuestra pertenencia."
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de abril de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré hacer una oración antes de comenzar a cumplir mis tareas de cada día, para ponerme en las manos del Señor y permanecer en ellas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:38 a.m.
Una vez en libertad, los Apóstoles regresaron adonde estaban sus hermanos, y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: "Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre David, tu servidor: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos? Los reyes de la tierra se rebelaron y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Ungido. Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú has ungido. Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de antemano. Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad: extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús". Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios.

11:38 a.m.
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos? Los reyes de la tierra se sublevan, y los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Ungido: «Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo.» El que reina en el cielo se sonríe; el Señor se burla de ellos. Luego los increpa airadamente y los aterra con su furor: «Yo mismo establecí a mi Rey en Sión, mi santa Montaña.» Voy a proclamar el decreto del Señor: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy.» «Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la tierra." Los quebrarás con un cetro de hierro, los destrozarás como a un vaso de arcilla»

11:38 a.m.
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. " Nicodemo le preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?". Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".

11:38 a.m.
Vamos a exponeros de qué manera, renovados por Cristo, nos hemos consagrado a Dios… A quienes aceptan y creen que son verdad las cosas que enseñamos y exponemos, y prometen vivir de acuerdo con estas enseñanzas, les instruimos para que oren a Dios, con ayunos, y pidan perdón de sus pecados pasados, mientras nosotros, por nuestra parte, oramos y ayunamos también juntamente con ellos. Luego los conducimos a un lugar donde hay agua, para que sean regenerados del mismo modo que fuimos regenerados nosotros. Entonces reciben el baño del bautismo en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo. Pues Cristo dijo: “El que no nazca de nuevo, no podrá entrar en el reino de los cielos”. Ahora bien, es evidente para todos que no es posible, una vez nacidos, volver a entrar en el seno de nuestras madres. También el profeta Isaías nos dice de qué modo pueden librarse de sus pecados quienes pecaron y quieren convertirse: “Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien… Venid y litigaremos, dice el Señor, Aunque vuestros pecados sean rojos como escarlata, quedarán como lana” (Is 1,16ss)… Los apóstoles nos explican la razón de todo esto. En nuestra primera generación, fuimos engendrados de un modo inconsciente por nuestra parte, y por una ley natural y necesaria, por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres… Mas, para que tengamos también un nacimiento, no ya fruto de la necesidad natural e inconsciente, sino de nuestra libre i consciente elección, y lleguemos a obtener el perdón de nuestros pecados pasados, se pronuncia, sobre quienes desean ser regenerados y se convierten de sus pecados, mientras están en el agua, el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, único nombre que invoca el ministro cuando introduce en el agua al que va a ser bautizado. Nadie, en efecto, es capaz de de poner nombre al Dios inefable, y si alguien se atreve a decir que hay un nombre que expresa lo que es Dios es que está rematadamente loco. A este baño lo llamamos “iluminación” para dar a entender que los que son iniciados en esta doctrina quedan iluminados. También se invoca sobre el que ha de ser iluminado el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y el nombre del Espíritu Santo que, por medio de los profetas, anunció de antemano todo lo que se refiere a Jesús.

11:38 a.m.
“Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré.” Vemos en este discípulo una resistencia sorprendente; ni el testimonio de muchos de sus hermanos ni al verlos en su dicha les son suficientes para darle la fe. Y es ahí donde interviene el Señor, para cuidar esta fe. El buen Pastor no soporta la pérdida de su oveja (Mt 18,12), Él quien le había dicho a su Padre, “a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió” (Jn 17,12). Que los pastores aprendan entonces el cuidado que deben manifestar para con sus ovejas, pues el Señor se apareció por una sola. Toda su atención y toda su labor son poca cosa en comparación a la importancia de una sola alma. “Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. ¡Bienaventurada la mano que ha escudriñado los secretos del corazón de Cristo! ¿Qué riquezas no habrá encontrado? Fue al reposarse en éste corazón que Juan extrajo los misterios del Cielo (Jn 13,25) . Fue escudriñándolo que Tomás descubrió ahí grandes tesoros, ¡qué admirable escuela que educa a tales discípulos! Gracias a ella, Juan se expresó sobre la divinidad de las maravillas más altas que los astros diciendo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1,1). Y Tomás alcanzado por la luz de la Verdad, soltó éste grito sublime: “¡Señor mío y Dios mío!”.

1:34 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza_
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*2° Domingo de Pascua*

*El Evangelio de hoy*

*Juan 20, 19-31*
Al anochecer del día de la resurrección estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor se llenaron de alegría. 

De nuevo les dijo Jesús: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado así también los envío yo». Después de decir esto sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen les quedarán sin perdonar».

Tomás uno de los Doce a quien llamaban el Gemelo no estaba con ellos cuando vino Jesús y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado no creeré».

Ocho días después estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano métela en mi costado y no sigas dudando sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».

Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías el Hijo de Dios y para que creyendo tengan vida en su nombre.
*Reflexión*

Cuando vemos de nuevo a alguien que amamos, nos alegramos. Nos alegramos porque creíamos que estaba perdido, o creíamos que había dejado de amarnos. Pero cuando lo vemos de nuevo sentimos su amor, nos trasmite su paz, su espíritu, su presencia confortadora y protectora. 

Esto es lo que les pasó a los discípulos de Jesús. Cuando ellos mismos ven al Señor se llenan de alegría, porque vuelven a creer en él, a confiar en él, a recibir su paz y su espíritu. Es la fe en Jesús la que les llena de alegría, la que les da paz, confianza, fuerza y valor para seguir viviendo como auténticos creyentes. 

Tomás cuando vio de nuevo a Jesús también él se llenó de alegría, recibió su espíritu y creyó firmemente en él. ¡Señor mío y Dios mío! ¿Y nosotros? ¿Nuestra fe en Jesús nos hace alegres, fuertes de espíritu, apóstoles valientes y decididos anunciadores del evangelio, de la buena nueva, que Jesús vino a traer al mundo, vino a traernos a nosotros? Es posible que todos nosotros, en estos momentos, tengamos dentro de nosotros a algún Tomás. Con el termómetro de nuestra alegría y de nuestra paz interior y espiritual examinemos nuestra fe en Jesús.
*Oración*

Señor Jesús, creo pero aumenta mi fe, para que te sepa descubrirte en todos los momentos de mi vida. Acrecienta mi confianza para que no me deje seducir por cosas pasajeras, que se acaban, que defraudan. Amén.
*Acción:*

Me detendré un momento a contemplar un crucifijo y agradeceré a Dios el amor que me tiene.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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