lunes 7 Marzo 2016 : Libro de Isaías 65,17-21.

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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4° Domingo Cuaresma
El Evangelio de hoy
Lucas 15,1-3.11-32
En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo, por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: “Padre dame la parte de la herencia que me toca”. Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano, y allí derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: “¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre!. Me levantaré, volveré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores”. En seguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba cuando todavía lejos, su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, y lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “¡Pronto!, traigan la túnica mas rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Tu hermano ha regresado y tu padre mando a matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo”. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replico: “¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tu no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso si, viene ese hijo tuyo, que despilfarro tus bienes con malas mujeres, y tu mandas matar el becerro gordo”. El padre repuso: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Reflexión:
Ante todo, ¡Dios perdona siempre! No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar. El modelo es el hijo pródigo de la Parábola, que arrepentido prepara un razonamiento para exponerle a su padre, el cual ni siquiera lo deja hablar, sino que lo abraza y lo tiene junto a sí.
No hay pecado que Él no perdone. Él perdona todo. «Pero, padre, yo no voy a confesarme porque hice tantas cosas feas, tan feas, tantas de esas que no tendré perdón…» No. No es verdad. Perdona todo. Si tú vas arrepentido, perdona todo. Cuando… ¡eh!, tantas veces ¡no te deja hablar! Tú comienzas a pedir perdón y Él te hace sentir esa alegría del perdón antes de que tú hayas terminado de decir todo.
Además cuando perdona, Dios hace fiesta. Y, en fin, Dios olvida. Porque lo que le importa a Dios es encontrarse con nosotros…
La parábola habla de dos hijos, Dios nos “llama a la conversión” por eso “Es que en Jesús nos muestra la Misericordia” El siempre esta dispuesto a esperar, a perdonar todos tus pecados por más grandes que sean estos, pero “La misericordia” de Dios debe “llevarnos a la conversión sin la cual ni tu ni yo podemos entrar al Reino de Dios o al banquete de bodas” porque la conversión es mi traje de fiesta que El Señor me da mediante su Iglesia y los sacramentos.
Es a lo que: “Se llama conversión” y es todo un proceso como ya nos lo enseñó el Catecismo.
Me sorprende hermano: “Que El Padre Dios lo vio a lo lejos y no espero a que llegara, sino que corrió a su encuentro y no lo dejo que terminara su confesión” lo abrazo lo beso, y note que no le dijo “Lavenlo, bañenlo, porque huele mal” imagínese usted si este padre fuera un fariseo, es para que tu y yo veamos “El Amor misericordioso de nuestro Padre Dios que nos espera”.
Oración:
Señor Jesús, me levantaré y volveré a mi padre Dios y le diré todo cuanto me he separado de él y que todo tiene sus consecuencias en mi vida. Amén.
Acción:
Hoy buscaré un momento en silencio y le hablaré a Dios y le diré que me duele haberme separado de su camino.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”
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