05/04/18

10:48 a.m.
Pablo llegó luego a Derbe y más tarde a Listra, donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una judía convertida a la fe y de padre pagano. Timoteo gozaba de buena fama entre los hermanos de Listra y de Iconio. Pablo quería llevarlo consigo, y por eso lo hizo circuncidar en consideración a los judíos que había allí, ya que todo el mundo sabía que su padre era pagano. Por las ciudades donde pasaban, transmitían las decisiones tomadas en Jerusalén por los Apóstoles y los presbíteros, recomendando que las observaran. Así, las Iglesias se consolidaban en la fe, y su número crecía día tras día. Como el Espíritu Santo les había impedido anunciar la Palabra en la provincia de Asia, atravesaron Frigia y la región de Galacia. Cuando llegaron a los límites de Misia, trataron de entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Pasaron entonces por Misia y descendieron a Tróade. Durante la noche, Pablo tuvo una visión. Vio a un macedonio de pie, que le rogaba: "Ven hasta Macedonia y ayúdanos". Apenas tuvo esa visión, tratamos de partir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba para que la evangelizáramos.

10:48 a.m.
Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos. Reconozcan que el Señor es Dios: él nos hizo y a él pertenecemos; somos su pueblo y ovejas de su rebaño. ¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones.

10:48 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.»

10:48 a.m.
La muerte, a la que, una vez que ha sido vencida por el Salvador y condenada al deshonor en la cruz, atados los pies y las manos, todos los que caminan en Cristo arrojan a los pies y, dando testimonio de Cristo, se burlan de ella y la insultan, repitiendo las palabras que habían sido escritas en otra ocasión : «¿Dónde está, muerte, tu victoria; dónde, infierno, tu aguijón» ? (1Co 15,55; Os 13,14)... ¿Es una pobre demostración de la victoria conseguida sobre ella por el Salvador, cuando niños y jóvenes muchachas en Cristo desprecian la vida presente y se preparan para morir ? El hombre teme por naturaleza la muerte y la disolución de su cuerpo; y lo más maravilloso es que se ha revestido de la fe de la cruz, desprecia este sentimiento natural y por Cristo no teme ya la muerte... Y si antes la muerte era tan poderosa y por ello tan temible, pero ahora tras la venida del Salvador y la muerte de su cuerpo y su resurrección, se la desprecia, es claro que es por Cristo, que ascendió a la cruz, por quien la muerte ha sido aniquilada y vencida. Cuando tras la noche el sol aparece e ilumina toda la superficie de la tierra, no se puede dudar en absoluto que el sol que despliega por todas partes su luz es el mismo que ha ocultado las tinieblas e ilumina todo. No hay duda en absoluto de que el Salvador que se ha manifestado en el cuerpo es el mismo que ha aniquilado la muerte y que cada día hace ver en sus discípulos... Si se ve a hombres, a mujeres y a jóvenes correr y lanzarse a la muerte por la fe en Cristo, ¿quién sería tan estúpido y tan incrédulo, quién tendría el espíritu tan ciego, para no comprender y pensar que es Cristo, a quien estos hombres rinden testimonio, quien da y garantiza a cada uno la victoria sobre la muerte y destruye el poder de la muerte en cada uno de los que tienen fe en él y llevan el signo de la cruz?