01/22/16

11:13 a.m.
Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. "¿De dónde vienes?", le preguntó David. El le respondió: "Me he escapado del campamento de Israel". David añadió: "¿Qué ha sucedido? Cuéntame todo". Entonces él dijo: "La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán". Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada. "¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!".

11:13 a.m.
Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, Tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos. Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo? Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros.

11:13 a.m.
El Hijo único de Dios, queriendo hacernos participar de su divinidad, tomó nuestra naturaleza con el fin de divinizar a los hombres, y se hizo hombre. Además, lo que tomó de nosotros nos lo ha dado enteramente para nuestra salvación. En efecto, sobre el altar de la cruz ofreció su cuerpo en sacrificio a Dios Padre con el fin de reconciliarnos con él, y derramó su sangre para que fuera al mismo tiempo nuestro rescate y nuestro bautismo: rescatados de una lamentable esclavitud, quedaríamos purificados de todos nuestros pecados. Y para que conserváramos siempre en la memoria un tan gran beneficio, dejó a sus fieles su cuerpo como comida y su sangre como bebida, bajo las apariencias de pan y de vino... ¿Puede haber algo de mayor precio que ese banquete en el que no se nos propone, como en la Ley antigua, comer la carne de terneros y machos cabríos, sino el mismo Cristo que es Dios verdaderamente? ¿Hay algo más admirable que este sacramento?... Nadie es capaz de expresar las delicias de este sacramento puesto que en él se gusta la dulzura espiritual en su misma fuente; y en él se celebra la memoria de este amor insuperable que Cristo nos mostró En su Pasión. Quiso que la inmensidad de este amor quedara grabado más profundamente en el corazón de los fieles. Por eso en la última Cena, después de haber celebrado la Pascua con sus discípulos, sabiendo que iba a pasar de este mundo a su Padre, instituyó este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, cumplimiento de las antiguas prefiguraciones, el mayor de todos los milagros; y a los que su ausencia iba a llenar de tristeza, les dejó este sacramento como incomparable consuelo.

12:48 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
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2° Viernes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios. 
Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir “hijos del trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó.

Reflexión:
Estos son los nombres de las columnas de la Iglesia. Ellos aprendieron del Maestro y una vez que descendió el Espíritu Santo se dedicaron a predicar y a expulsar a los demonios (forma genérica en que san Marcos presenta la misión de Cristo), es decir, a continuar la labor que el Maestro había iniciado. 
Nunca ha sido ni será, tarea fácil hacer realidad el reino de los cielos, pues hay todavía muchos a quienes es necesario predicar, y hay todavía muchos demonios que expulsar: es mucho el trabajo por hacer. Por ello, la iglesia sigue necesitando hombres y mujeres que estén dispuestos a dejarlo todo para consagrar su vida a estar con el Maestro, para luego continuar su misión entre los hombres. 
Si aún no has decidido el futuro de tu vida, ¿has pensado que tú pudieras ser uno de estos llamados? Al menos, tenlo como una posibilidad. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Dios, tú que instituyes hombres para que nos conduzcan por el camino de la verdad y la justicia, haz que guiados por nuestros jefes, a imitación de tu Hijo Jesucristo, el hombre fiel a tu palabra y dócil a tus designios, alcancemos la corona prometida a quienes cumplen tu voluntad. Amén

Acción:
El día de hoy romperé la cadena del mal y haré el bien a los que me dañan, pediré en oración por los que me hieren y dedicaré tiempo a quienes más amo.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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