04/15/16

11:04 p.m.

Del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo muchos discípulos de Jesús al oírle, dijeron: Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo? Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?... El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

Oración introductoria
Dios mío, no quiero ser de los que traicionan, porque ¿a quién iría? Sólo Tú me puedes dar la luz y fuerza que necesito para dejar mi autosuficiencia y mi egoísmo. Creo, espero y te amo, permite que pueda tener un encuentro contigo en esta oración.

Petición
Dios mío, no permitas que las preocupaciones del mundo me distraigan en mi oración.

Meditación del Papa Francisco

A veces, se escucha sobre la santa misa esta objeción: “¿Para qué sirve la misa? Yo voy a la iglesia cuando me apetece, y rezo mejor en soledad”. Pero la eucaristía no es una oración privada o una bonita experiencia espiritual, no es una simple conmemoración de lo que Jesús hizo en la Última Cena. Nosotros decimos, para entender bien, que la eucaristía es “memorial”, o sea, un gesto que actualiza y hace presente el evento de la muerte y resurrección de Jesús: el pan es realmente su Cuerpo donado por nosotros, el vino es realmente su Sangre derramada por nosotros.

La eucaristía es Jesús mismo que se dona por entero a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la transforma en un don a Dios y a los hermanos. (Ángelus de S.S. Francisco, 16 de agosto de 2015).

Reflexión
Hay que desconfiar de los que venden la felicidad a bajo precio, como sospechamos cuando en el mercado nos brindan la fruta o el pescado casi regalados, seguros de que están podridos o rancios. Ninguna felicidad verdadera es barata.

La felicidad que Cristo nos ofrece es tan luminosa y clara que mucha gente no la ve. Muchos la confunden con estrellas del antojo e ilusiones superficiales y endebles. Pero, claro, cuando a veces esta felicidad verdadera se oculta, se acobardan, se alejan, se amedrentan y como muchos de los discípulos no admiten y ven como inadmisibles las palabras de Jesús.
¿Por qué? Porque eran unos discípulos que buscaban la felicidad barata de los milagros, de los panes y peces gratis, que buscaban y estaban con Jesús mientras no se presentaba ninguna cuesta arriba.

Todas las aventuras con Cristo son calvarios, cuestan. Pero el que se embarque con Él será verdaderamente feliz aunque no vivirá despreocupado y comodón. Habrá cosas que ignorará y no comprenderá, pero quien persevera hasta el final se salvará. Será verdadera y eternamente feliz.

Propósito
Delicadeza y alegría para darle todo a Dios, y dárselo en el amor.

Diálogo con Cristo
Jesús mío, quiero seguirte día a día y servirte en los demás. No quiero marcharme ni quedarme atrás, quiero caminar al paso que necesita la Iglesia. Cumplir con mis deberes de estado y con mi apostolado de extender tu Reino por medio de la caridad. Por eso te doy gracias por este momento de oración que puede transformar mis deseos en una hermosa realidad.

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10:49 a.m.
La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo. Pedro, en una gira por todas las ciudades, visitó también a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que estaba postrado en cama desde hacía ocho años. Pedro le dijo: "Eneas, Jesucristo te devuelve la salud: levántate, y arregla tú mismo la cama". El se levantó en seguida, y al verlo, todos los habitantes de Lida y de la llanura de Sarón se convirtieron al Señor. Entre los discípulos de Jope había una mujer llamada Tabitá, que quiere decir "gacela". Pasaba su vida haciendo el bien y repartía abundantes limosnas. Pero en esos días se enfermó y murió. Después de haberla lavado, la colocaron en la habitación de arriba. Como Lida está cerca de Jope, los discípulos, enterados de que Pedro estaba allí, enviaron a dos hombres para pedirle que acudiera cuanto antes. Pedro salió en seguida con ellos. Apenas llegó, lo llevaron a la habitación de arriba. Todas las viudas lo rodearon y, llorando, le mostraban las túnicas y los abrigos que les había hecho Tabitá cuando vivía con ellas. Pedro hizo salir a todos afuera, se puso de rodillas y comenzó a orar. Volviéndose luego hacia el cadáver, dijo: "Tabitá, levántate". Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. El la tomó de la mano y la hizo levantar. Llamó entonces a los hermanos y a las viudas, y se la devolvió con vida. La noticia se extendió por toda la ciudad de Jope, y muchos creyeron en el Señor.

10:49 a.m.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor.

10:49 a.m.
Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".

10:49 a.m.
Leemos en el Evangelio que cuando el Señor se puso a predicar e instruir a sus discípulos sobre el misterio de su cuerpo dado a nosotros como alimento, y la necesidad de participar en sus sufrimientos, algunos dijeron: «Este modo de hablar es duro» y muchos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Mas, cuando Jesús preguntó a sus discípulos si también ellos querían marcharse, contestaron. «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tu tienes palabras de vida eterna». Igualmente os digo, hermanos, que, hoy en día, también para algunos las palabras de Jesús son «espíritu y vida» y caminan en pos de él. Pero a otros les parecen duras, de tal manera que buscan en otra parte una miserable consolación. En efecto «la Sabiduría alza su voz por las plazas» (Pr 1,20), y con más precisión aún «espacioso es el camino que lleva a la perdición» (Mt 7,13) para llamar a aquellos que se han comprometido con él. «Durante cuarenta años –dice un salmo-estando cerca de ellos, aquella generación me asqueó y dije: es un pueblo de corazón extraviado» (94,10). «Dios ha hablado una vez»(Sl 61,12): una vez, sí, porque su Palabra es única, ininterrumpida y perpetua. Ella invita a los pecadores a que entren en su propio corazón, puesto que es allí que él habita, allí que les habla... «Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón» (Sl 94,8). Y en el Evangelio se nos dicen casi las mismas palabras...: «Mis ovejas escuchan mi voz» (Jn 10,17)... «Vosotros sois su pueblo, el rebaño que él guía, si hoy escucháis su voz» (Sl 94,8).

1:08 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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3° Viernes Pascua
El Evangelio de hoy 
Juan 6, 52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”. Esto lo dijo Jesús, enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Reflexión:
En esta cita se encuentra la médula del significado y del valor de la Eucaristía. Jesús dice: “el que no coma y beba no tendrá vida”, por ello, lo primero que surge es que este alimento espiritual no es “optativo”, es algo que se exige si verdaderamente se quiere tener la “Vida” y aspirar a la resurrección Eterna. El efecto de este pan de vida, es la unión y permanencia con Jesús. De manera que el pan se convierte en la savia que da vida a nuestra vida injertada en Cristo.
En Juan 15 nos dice Jesús que de la misma manera que el sarmiento lo hace con la vid, nosotros debemos permanecer unidos a él. Es decir, no se trata de estar a ratitos (ser cristiano de momentos), sino de una permanencia. Aclara, para que no haya dudas, que el pedazo de pan que se consagra en la Eucaristía es verdaderamente su cuerpo. Es decir, no es una presencia “simbólica”, como dicen algunos, o meramente espiritual, sino que es real y substancialmente su cuerpo y su sangre.
Finalmente, y como consecuencia de esto, se trata de comer, de masticar -el verbo griego que usa San Juan es “trogon” significa morder, masticar-, de darnos cuenta que estamos “comiendo” a Jesús y que esto es precisamente lo que nos da la vida. Te invito a que este domingo, en la celebración eucarística tengas la experiencia de “comer”, de “masticar” a Jesús. Que te hagas consciente de lo que comes y que te unas íntimamente, como el sarmiento a la vid, a Jesús. 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, haz de mí un verdadero siervo y apóstol tuyo, que con mi vida pueda llevarte a las situaciones y circunstancias más inusitadas. Y cuando por mi ceguera, Señor, no pueda descubrir tu plan maravilloso para mi vida, envía a un servidor tuyo para que me ayude a regresar a tu luz admirable, recupere las fuerzas y me ponga a predicar, afirmando que tú eres el Hijo de Dios. Amén.

Acción:
Este día buscaré a las personas con las que normalmente tengo más diferencias y les demostraré que en realidad las amo.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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