02/02/14

11:11 p.m.
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él y gritó con gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Es que Él le había dicho: Espíritu inmundo, sal de este hombre. Y le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Le contesta: Mi nombre es Legión, porque somos muchos. Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: Envíanos a los puercos para que entremos en ellos. Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2000 - se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti. Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.


Oración introductoria


Padre Santo, ten misericordia de mí. Tú conoces mi miseria y sabes cuánto necesito de tu gracia para poder seguir tu mandato del amor. Concédeme que este momento de oración aumente mi fe, esperanza y caridad.


Petición


Señor, dame la gracia de la confianza para crecer en la esperanza.


Meditación del Papa Francisco


La luz de Jesús podemos conocerla porque es una luz humilde, no es una luz que se impone: es humilde. Además es una luz que te ofrece la Cruz. Si nosotros en nuestra luz interior somos hombres mansos, escuchamos la voz de Jesús en el corazón y miramos sin miedo la Cruz: esa es la luz de Jesús. Siempre donde está Jesús hay humildad, mansedumbre, amor y Cruz. Debemos, por tanto, ir detrás de Él "sin miedo", seguir su luz porque la luz de Jesús "es bella y hace bien". Jesús no necesita un ejército para expulsar los demonios, no necesita de la soberbia, no necesita de la fuerza, del orgullo. ¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen. Esta es una palabra humilde, mansa, con mucho amor; es una palabra que nos acompaña en los momentos de Cruz. Pidamos al Señor que nos dé hoy la gracia de su Luz y nos enseñe a distinguir cuándo la luz es de Él y cuándo es una luz artificial, hecha por el enemigo, para engañarnos. (S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).
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Reflexión


¿Nuestra vida es un tormento por ver a Jesús, como la de este endemoniado? ¿Es un tormento que nos ciega al pecado y hace herir constantemente nuestra alma? ¿Ya nadie es capaz de soportarnos, ni siquiera nosotros mismos, sino sólo Cristo que nos visita?


Cristo se dirigió a la región de Gerasa explícitamente para salvar al endemoniado, aunque el endemoniado no lo sabía y una vez que lo supo no lo aceptó. El mismo poseído es quien se arroja a sus pies para pedirle que se aleje de él, para pedirle que no lo atormente. La presencia de Cristo nos perturba cuando nuestro pecado nos mantiene alejados de Él. Y podría ser que también nosotros nos arrojemos a sus pies para pedirle que se vaya, en lugar de pedirle nuestra curación. Parecería que es una visita casual, por pura coincidencia, lo que para Él es la salvación de nuestra alma. Pero ya lo dice Cristo "No son los sanos los que necesitan de curación, sino los enfermos".


Por otro lado, ¿cuántas veces optamos por el valor material de las cosas que tener a Cristo entre nosotros? Preferimos la cantidad de nuestras posesiones al bien y salvación de un alma. Porque, ¿qué son 2000 cerdos comparados con la gracia de ser curado por Cristo? Los habitantes de la región de Gerasa escuchaban atentos el milagro y se alegraban con el desposeído, pero sus corazones se cerraron al escuchar la pérdida de los cerdos por el precipicio. Creemos en Jesús pero hasta la multiplicación de los panes, no hasta la cruz. Creemos en Él siempre y cuando no eche por el precipicio a "nuestros cerdos".


Propósito


Confiemos plenamente en Jesús. No importa si para ello necesita de nuestros bienes, pues ¿de qué nos sirve ganar todo el mundo si al final perdemos nuestra alma?


Diálogo con Cristo


Gracias, Señor, por buscarme constantemente y mostrarme tu infinita misericordia, a pesar de mi debilidad, de mi infidelidad. Aumenta mi caridad para que viva atento a las múltiples oportunidades que me das para colaborar con tu gracia y crecer en el amor. Que sepa tomar cada encuentro con los otros como una oportunidad para dar testimonio de Jesucristo.



February 02, 2014 at 11:04PM

10:53 a.m.
Cuando David recibió esta noticia: "Todos los hombres de Israel están de parte de Absalón", dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén: "¡Rápido huyamos! Si Absalón se nos pone delante, no tendremos escapatoria. ¡Apúrense a partir, no sea que él nos sorprenda, que precipite la desgracia sobre nosotros y pase la ciudad al filo de la espada!". David subía la cuesta de los Olivos; iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que lo acompañaba también llevaba la cabeza cubierta, y lloraba mientras subía. Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones, y arrojaba piedras contra David y contra sus servidores, a pesar de que todo el pueblo y todos los guerreros marchaban a la derecha y a la izquierda del rey. Y al maldecirlo, decía: "¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y canalla! El Señor hace recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, a quien tú has usurpado el reino. ¡El Señor ha puesto la realeza en manos de tu hijo Absalón, mientras que tú has caído en desgracia, porque eres un sanguinario!". Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey: "¿Cómo ese perro muerto va a maldecir a mi señor, el rey? ¡Deja que me cruce y le cortaré la cabeza!". Pero el rey replicó: "¿Qué tengo que ver yo con ustedes, hijos de Seruiá? Si él maldice, es porque el Señor le ha dicho: "¡Maldice a David!". ¿Quién podrá entonces reprochárselo?". Luego David dijo a Abisai y a todos sus servidores: "Si un hijo mío, nacido de mis entrañas, quiere quitarme la vida, ¡cuánto más este benjaminita! Déjenlo que maldiga, si así se lo ha dicho el Señor. Quizá el Señor mire mi humillación y me devuelva la felicidad, a cambio de esta maldición que hoy recibo de él". David siguió con sus hombres por el camino, mientras Simei iba por la ladera de la montaña, al costado de él; y a medida que avanzaba, profería maldiciones, arrojaba piedras y levantaba polvo. February 01, 2014 at 05:00PM

10:53 a.m.
¡Señor, cuántos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí! ¡Cuántos los que me dicen: «Ya no tienes en Dios salvación»! Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza. Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su monte santo. Yo me acuesto y me duermo, y me levanto: el Señor me sostiene. No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza. February 01, 2014 at 05:00PM

10:53 a.m.
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!". Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!". Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos". Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti". El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados. February 01, 2014 at 05:00PM

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