07/09/17

11:57 p.m.

Por: H. Luis Alberto de Ávila, L.C. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Nos ponemos en tu presencia, Espíritu Santo, Ilumínanos con tu luz, abre nuestros corazones.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9,18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir".

Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: "Con sólo tocar su manto, me curaré". Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: "Hija, ten confianza; tu fe te ha curado". Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.

Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: "Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida". Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este pasaje contemplamos a Jesús que cura, que devuelve la vida. Y cuánto nos gusta esta faceta del Señor, mucho más que cuando enfrenta la hipocresía de los fariseos, o cuando predica las exigencias de las bienaventuranzas, o la dificultad de su Pasión.

Nos gusta ver a Cristo sanar y dar vida porque en nosotros está grabado un deseo de vida eterna. Jesús hace estos signos para demostrarnos que Él tiene poder sobre la muerte, que Él es fuente de vida y que, por ende, debemos escuchar la totalidad de su mensaje. Sus palabras dan vida eterna.

¿Tengo la humildad de buscar a Jesús así como lo hizo el jefe de la sinagoga? ¿Tengo una fe grande de que en Jesús encontraré mi curación así como la tuvo la mujer que padecía flujo de sangre?

"¿Qué nos ocurrirá, a nosotros, si hacemos esto; si tenemos la mirada fija en Jesús? Nos ocurrirá, lo que le ocurrió a la gente después de la resurrección de la niña: "ellos se quedaron con gran estupor". Yo voy, miro a Jesús, camino delante, fijo la mirada en Jesús y ¿qué encuentro? Que Él tiene la mirada fija sobre mí. Y esto me hace sentir gran estupor. Es el estupor del encuentro con Jesús. Pero para experimentarlo, no hay que tener miedo, como no tuvo miedo esa viejecita para ir a tocar el bajo del manto. ¡No tengamos miedo! Corramos por este camino, con la mirada siempre fija sobre Jesús. Y tendremos esta bonita sorpresa: nos llenará de estupor. El mismo Jesús tiene la mirada fija sobre mí".
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de enero de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy dedicaré un momento del día para ir a una Iglesia y pedirle a Jesús Eucaristía, con toda humildad y fe, una gracia que necesito.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Let's block ads! (Why?)

11:40 a.m.
Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán. De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. Y el Señor, de pie junto a él, le decía: «Yo soy el señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado. Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo». Jacob se despertó de su sueño y exclamó" "¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!". Y lleno de temor, añadió: "¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo". A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella. Y a ese lugar, que antes se llamaba luz, lo llamó Betel, que significa "Casa de Dios". Luego Jacob hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios. Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé".

11:40 a.m.
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío». Él te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa; te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas. “Él se entregó a mí, por eso, yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré

11:40 a.m.
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá". Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada". Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada. Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: "Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.

11:40 a.m.
El jefe [de la sinagoga] puede interpretarse como representante de la Ley de Moisés, que, ruega en provecho de la multitud que ella había alimentado para Cristo, anunciándole la espera de su llegada; pide al Señor devuelva la vida a una muerta... El Señor le prometió su ayuda y para garantizársela, le acompaña. En primer lugar, la multitud de paganos pecadores se salva con los apóstoles. El don de la vida equivalía, en primer lugar a la elección predestinada por la ley, pero previamente, en la imagen de la mujer, la salvación ha visitado los publicanos y a los pecadores. Por eso, esta mujer confía en que acercándose cuando pase el Señor, será curada de su flujo de sangre al tocarle el vestido... Ella se ha adelantado en la fe a tocar el borde del vestido, es decir a alcanzar en compañía de los apóstoles el don del Espíritu Santo que sale del cuerpo de Cristo a través del vestido. En un instante está curada. Así, la salud destinada a una se hizo también a otra, a los que el Señor ha elogiado la fe y la perseverancia, porque lo que estaba preparado para Israel fue acogido por todos los pueblos... La fuerza sanadora del Señor, contenida en su cuerpo, llegaba hasta el borde de sus vestidos. En efecto, Dios no era divisible ni perceptible para ser encerrado en un cuerpo; reparte sus dones en el Espíritu, pero no se divide en sus dones. Su fuerza se percibe por la fe en todas partes, porque es para todos y no está ausente ninguna parte. El cuerpo que ha tomado no le ha disminuido su fuerza, pero su potencia tomó la fragilidad de un cuerpo para el rescatarlo... El Señor entra posteriormente en la casa del jefe, es decir, en la sinagoga..., y muchos se burlan de él. En efecto no han creído en un Dios hecho hombre; se han reído al escuchar predicar la resurrección de entre los muertos. Tomando la mano de la niña, el Señor ha devuelto a la vida a aquella cuya muerte no era ante Él más que un sueño.