01/15/17

11:53 p.m.

Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, vengo ante Ti para pasar este momento de oración en tu presencia. Quiero estar contigo. Necesito de Ti. Dame la gracia de conocerte un poco más en esta oración. Permíteme entrar en la intimidad de tu Corazón y descubrir qué es lo que quieres de mí en este momento concreto de mi vida. Aumenta mi fe, mi confianza y mi caridad. Dame un celo apasionado por la salvación de las almas, y porque más y más personas te conozcan y te amen.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 2,18-22

En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”

Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras el esposo está con ellos? Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar. Pero llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán.

Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

En este Evangelio me hablas de odres nuevos, de telas nuevas. Efectivamente, es un año nuevo lo que me presentas por delante. Y entonces, es así como este pasaje toma sentido en mi vida.

A vino nuevo, odres nuevos. Este año es una nueva oportunidad que me das para rellenar el odre de mi vida del vino nuevo. Tu gracia es este vino nuevo y bueno que viene a dar sabor y sentido a mi existencia. Debo ser yo el que reciba ese vino y lo deposite en el mejor recipiente posible para que perdure y se disfrute al máximo. Dame la gracia, Señor, de que mi vida, en este nuevo año que me das, sea odre nuevo; sea una vida nueva en la que puedas depositar tu gracia y dejarla actuar en toda su plenitud.

Un odre no es una pieza de cuero única, sino que es la unión de varias piezas de cuero que pegadas o cosidas forman el contenedor. Así también mi vida está hecha de pequeñas piezas que unidas por el amor son la mejor disposición para que entre el vino de tu gracia, el vino de tu amor. Mi vida puede empezar a cambiar para transformarse en odre nuevo con mis actos de servicio, de benedicencia, de humildad, de amor, con mi oración y mi trabajo diario.

Dame la gracia, Jesús,  al inicio de este año, de dejar de ser odre viejo y cambie esos aspectos de mi vida que agujeran mi alma y no permiten que tu gracia se mantenga fresca, buena y en abundancia. A ti no te importa tanto el tamaño de mi odre, la calidad, la marca… no. A Ti te interesa que sea capaz de recibir, acoger tu gracia y saberla compartir con el que la necesita.

«El Señor no sólo no se cansa de perdonarnos sino que renueva también el odre en que recibimos su perdón. Utiliza un odre nuevo para el vino nuevo de su misericordia, para que no sea como un vestido con remiendos ni un odre viejo. Y ese odre es su misericordia misma: su misericordia en cuanto experimentada en nosotros mismos y en cuanto la ponemos en práctica ayudando a otros. El corazón misericordiado no es un corazón emparchado sino un corazón nuevo, re-creado. Ese del que dice David: “Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.»
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy procuraré disculpar de corazón a alguien que me pueda ofender o esté haciendo algo de mi desagrado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:29 a.m.
Hermanos: Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, porque Dios lo proclamó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

11:29 a.m.
Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies». El Señor extenderá el poder de tu cetro: «¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos! Tú eres príncipe desde tu nacimiento, con esplendor de santidad; yo mismo te engendré como rocío, desde el seno de la aurora.» El Señor lo ha jurado y no se retractará: «Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec.»

11:29 a.m.
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".

11:29 a.m.
« Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios...; como el esposo se pone la corona; como la esposa se adorna con sus joyas.» Cabeza y miembros, Esposo y Esposa, Cristo y la Iglesia, somos un solo cuerpo. Desde ahora, en Cristo el Esposo brillará para siempre la corona del triunfo –él, mi cabeza, que ha sufrido por algún tiempo-; mientras que sobre mí, su Esposa, brillarán las joyas de sus victorias y de sus gracias. «Como el suelo echa sus brotes como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos». Él es el Esposo, y yo la Esposa; él es el Señor Dios, y yo su tierra y su jardín; él es el jardinero, y yo su campo. Así como él, por ser mi Creador es mi Señor y mi Dios, es también mi jardinero porque se ha hecho hombre... Así como el jardinero «planta y riega y Dios da el crecimiento», de la misma manera él que es el Único, por su humanidad va a plantar y regar anunciando la Buena Nueva, y por su divinidad dará el crecimiento gracias a su Espíritu. Entonces yo, la Iglesia haré «brotar la justicia de la fe y la alabanza del Dios», no tan sólo ante el pueblo judío, sino «ante todas las naciones». Ellas «verán mi buenas obras», leyendo las palabras y las acciones de los patriarcas y de los profetas, escuchando la voz de los apóstoles y acogiendo su luz; ellas verán y creerán, y «así darán gloria al Padre que está en los cielos». (Referencias bíblicas: Is 61,10s; 1C 12,12; Rm 12,5; Ef 5,23; Jn 15,1; 1C 3,6-9; Mt 5,16)

1:21 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*2° Domingo Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Juan 1, 29-34*
En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel”.

Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.
*Reflexión*

Veamos a Juan el Bautista, un hombre pobre y silencioso que a lo largo de los años fue purificando su corazón para poder recibir y reconocer al Mesías. Jesús va a él y Juan lo reconoce entre la muchedumbre, pues el Espíritu Santo lo guía y lo ilumina.

Ahora pensemos en los apóstoles. Cuando el Espíritu Santo los iluminó, conocieron realmente el misterio de la vida de Jesús. Fue el Espíritu quien les reveló el verdadero rostro de Cristo, fue Él quien les ayudó a ir más allá de las apariencias y ver en ese hombre, no sólo a un amigo y un compaisano, sino a su mismo Dios y Señor. 

Cuando Juan el Bautista se encontró con Jesús, exclamó: “He ahí el Cordero de Dios”, hizo una experiencia profunda del amor de Dios. Conoció en Jesús “El rostro de la misericordia del Padre” y lo anunció a los demás. Se dio cuenta de la gran miseria suya y del gran amor del Mesías que había salido a buscarlo.

Hoy, Jesús viene a nuestro encuentro en este momento. ¿Quiero recibirlo? ¿Deseo realmente encontrarme con Él? Jesús conoce muy bien nuestra nada y nuestro pecado, y quiere curarnos. No hay que tener miedo a abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesús, a nuestro Salvador, a nuestro Dios, a nuestro Padre. «He aquí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo».

*Oración:*

Señor Jesús, quiero abrirte de par en par las puertas de mi corazón, para poder descubrirte como el Cordero de Dios y que me quitas todo pecado y me perdonas siempre. Amén.
*Acción:*

hoy voy a participar de la misa dominical con especial fervor. Me pondré totalmente en las manos de Jesús y estaré atento a lo que me quiera decir.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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