lunes 14 Marzo 2016 : Libro de Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62.

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“Verbum Spei”
“Palabra de Esperanza”
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5° Domingo Cuaresma
El Evangelio de hoy
Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y Él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a Él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. “¿Tú qué dices?”. Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que esté libre de pecados, que arroje la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras los acusadores empezaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie junto a Él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y ya no vuelvas a pecar. Palabra del Señor.
Reflexión:
A los escribas y fariseos no les importaba la mujer; no les importaban los adúlteros, quizá alguno de ellos era adúltero… ¡No les importaba! ¡Sólo les importaba tender una trampa a Jesús!. De ahí la respuesta del Señor: «¡Quien de ustedes esté sin pecado, arroje la primera piedra contra ella!».
El Evangelio con cierta ironía, dice que los acusadores se fueron, uno a uno, comenzando por los más ancianos. Y Jesús permanece solo con la mujer, como un confesor, diciéndole: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? ¿Dónde están? Estamos solos, tú y yo. Tú ante Dios, sin las acusaciones, sin las habladurías. ¡Tú y Dios! ¿Nadie te ha condenado?»
La mujer responde: «¡Nadie Señor!”, pero no dice: «¡Ha sido una falsa acusación! ¡Yo no cometí adulterio»; sino que reconoce su pecado. Y Jesús afirma: «¡Ni siquiera yo te condeno! Ve, ve y de ahora en adelante no peques más, para no pasar un feo momento como este; para no pasar tanta vergüenza; para no ofender a Dios, para no ensuciar la hermosa relación entre Dios y su pueblo».
¡Jesús perdona! Pero aquí se trata de algo más que el perdón: Jesús supera la ley y va más allá. No le dice: «¡El adulterio no es pecado!». ¡No lo dice! Pero no la condena con la ley. Y éste es el misterio de la misericordia. Éste es el misterio de la misericordia de Jesús.
La misericordia es algo difícil de comprender: «Pero, Padre, la misericordia ¿borra los pecados?». «No, ¡lo que borra los pecados es el perdón de Dios!». La misericordia es el modo con que Dios perdona. Porque Jesús podía decir: «Yo te perdono. ¡Ve!», como dijo a aquel paralítico que le habían presentado desde el techo: «¡Te son perdonados tus pecados!». Aquí dice: «¡Ve en paz!».
Jesús va más allá. Le aconseja que no peque más. Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa. También nosotros, cuántos de nosotros, quizá deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa… y Él perdona más allá. ¿Cómo? ¡Con esta misericordia!.
La misericordia va más allá y hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es arrinconado. Es como el cielo. Nosotros miramos el cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando sale el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura.
(Papa Francisco).
Oración:
Señor Jesús, tu eres rico en misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados. Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón y a dejar atrás mi vida de pecado con las palabras “vete y no peques más”. Esa es tu inmensa bondad. No nos condenas, solo quieres que volvamos con ojos renovados hacia Ti. Amén.
Acción:
Visitaré a Jesús por 15 minutos en el Sagrario, le daré las gracias por su eterno Amor y ofreceré mis oraciones para que se tengamos más sacerdotes, que sean misericordiosos como el Padre.
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“Nuntium Verbi Dei
“Mensaje de la palabra de Dios”
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