05/12/16

11:42 p.m.

Del santo Evangelio según san Juan 21, 15-19
Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez:«Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez:«Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho ésto, añadió: «Sígueme».

Oración introductoria
Jesucristo, hoy me preguntas si te amo. Te respondo con todo mi corazón: ¡Sí, te amo! Quiero decírtelo no sólo con mis palabras, sino con mi vida toda: te amo, creo en Ti y en Ti confío.

Petición
Señor, acrecienta en mi alma la virtud de la fe para amarte por encima de todas las cosas y amar a mi prójimo, como a mí mismo.

Meditación del Papa Francisco

Pedro lloró amargamente. Ese entusiasmo de seguir a Jesús se ha convertido en llanto, porque él ha pecado: él ha negado a Jesús. Esa mirada cambia el corazón de Pedro, más que antes. El primer cambio es el cambio de nombre y también de vocación. Esta segunda mirada es una mirada que cambia el corazón y es un cambio de conversión al amor. La tercera mirada es la confirmación de la misión, pero en las tres ocasiones, la mirada de Jesús pide la manifestación y confirmación del amor de Pedro. (Homilía de S.S. Francisco, 22 de mayo de 2015, en Santa Marta).

"¿Me amas?... Apacienta mis ovejas". Las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy son las primeras que os dirijo, queridos hermanos. Estas palabras nos recuerdan algo esencial. Todo ministerio pastoral nace del amor... nace del amor. […]

Ser embajador de Cristo significa, en primer lugar, invitar a todos a un renovado encuentro personal con el Señor Jesús (Evangelii Gaudium, 3), nuestro encuentro personal con él. Esta invitación debe estar en el centro de vuestra conmemoración de la evangelización de Filipinas. Pero el Evangelio es también una llamada a la conversión, a examinar nuestra conciencia, como personas y como pueblo. Como los obispos de Filipinas han enseñado justamente, la Iglesia en Filipinas está llamada a reconocer y combatir las causas de la desigualdad y la injusticia, profundamente arraigadas, que deforman el rostro de la sociedad filipina, contradiciendo claramente las enseñanzas de Cristo.

El Evangelio llama a cada cristiano a vivir una vida de honestidad, integridad e interés por el bien común. Pero también llama a las comunidades cristianas a crear “ambientes de integridad”, redes de solidaridad que se extienden hasta abrazar y transformar la sociedad mediante su testimonio profético. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de enero de 2015).

Reflexión
Cristo conoce nuestra debilidad en el amor y así como alguno le entregó nefastamente, otro en cambio se arrepintió y pidió perdón. Y no dudamos que Jesús quería el bien tanto de Pedro como el de Judas, pero uno supo corresponder al amor de su maestro levantándose de su caída y el otro en cambio prefirió ahorcarse en la maldad de su pecado.

Pedro, ¿me quieres?, ¿me amas?, ¿me amas de verdad, incluso más que éstos? Cristo se lo pregunta tres veces porque quiere escuchar de sus mismos labios que le ama de verdad, se lo pregunta tres veces porque busca confirmarle en el amor. Seguramente Jesús sabía que Pedro le amaba pero no es lo mismo saber que alguien nos ama a que nos diga con sus mismo labios tú sabes que te quiero.

El evangelio nos dice que Pedro se entristeció de que por tercera vez Cristo le hubiera preguntado ¿me amas? y no era para más, porque ¿quién de nosotros no se apenaría si escuchamos estas preguntas de aquel que sabemos que nos ama? Nos haría pensar que quien nos lo pregunta duda de nuestro amor o que realmente busca que le digamos que le amamos. De igual forma nos pregunta hoy Cristo a cada uno de nosotros, ¿me amas? ¿me amas incluso más que tu padre y tu madre, tu esposa y tu esposo, un amigo o una amiga, incluso por encima de cualquier objeto material? Y no temamos reponer con un sí sostenido, con un sí que hará de nuestro amor un amor no de sentimientos sino un amor fundado en la entrega y donación, como el amor de Pedro.

Propósito
Hacer una visita a Cristo Eucaristía para pedirle perdón por todas mis faltas de amor hacia Él..

Diálogo con Cristo
Jesús, decirte cuánto te quiero con palabras es fácil, lo complicado es demostrártelo permanente en mi quehacer diario. Te ofrezco ser fiel a la oración, a la formación, al apostolado. Con tu gracia, lo puedo lograr.

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No dejes de rezar la Novena al Espíritu Santo. El domingo celebraremos la venida del Espíritu Santo que le llamamos Pentecostés. Pidámosle al Espíritu Santo que nos renueve los frutos y dones que nos concede.
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Treinta días de oración a la Reina del Cielo. A lo largo del mes de mayo, tengamos a María presente en nuestro corazón y en nuestros hogares, entregándole un ramo de Rosas de oración.
 

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11:00 a.m.
Algunos días más tarde, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: "Félix ha dejado a un prisionero, y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su condena. Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse. Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente. Pero cuando se presentaron los acusadores, estos no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba. Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús que murió y que Pablo asegura que vive. No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador".

11:00 a.m.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen; cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados. El Señor puso su trono en el cielo, y su realeza gobierna el universo. Bendigan al Señor todos sus ángeles, héroes poderosos, que ejecutan sus órdenes apenas oyen el sonido de su palabra.

11:00 a.m.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

11:00 a.m.
Lo que por encima de todo nos atrae el beneplácito de lo alto es la solicitud hacia nuestro prójimo. Por esto Cristo exige a Pedro esta disposición: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Y Jesús le dice: Apacienta mis ovejas». ¿Por qué Jesús, dejando de lado a los demás apóstoles, se dirige a Pedro para su propósito? Es porque Pedro era el primero de entre los apóstoles, su portavoz, la cabeza del colegio, de tal manera que un día el mismo Pablo le consultó antes que a los demás (Ga 1,18). Para enseñar a Pedro que debía tener confianza y que sus negaciones habían sido olvidadas, Jesús le da ahora la primacía entre sus hermanos. No menciona su negación y no le avergüenza del pasado. «Si me amas, le dice, sé el primero entre tus hermanos; y da prueba ahora del amor ferviente que con tanto gozo siempre me has manifestado. La vida que tú dijiste estabas dispuesto a dar por mí, dala por mis ovejas»... Pero Pedro se turba ante el pensamiento que podía, él mismo, tener la impresión de no ser auténtico su amor y, realmente, no serlo. De la misma manera, se dice, que estaba seguro y afirmativo de mí mismo en el pasado, ahora estoy confuso. Jesús le pregunta tres veces, y tres veces le ordena lo mismo. Es así como le enseña qué precio él mismo concede al cuidado de sus ovejas puesto que hace de ello la prueba más grande de amor hacia él.

12:48 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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7° Jueves Pascua
El Evangelio de hoy
Juan 17,20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo y dijo: “Padre, no sólo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así mundo conozca que tú me has enviado y que los has amas, como me amas a mí. Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido; yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos.”

Reflexión:
¿Qué pide el Señor al Padre?: La unidad de la Iglesia: que la Iglesia sea una, que no haya divisiones, que no haya altercados. Para esto es necesaria la oración del Señor, porque la unidad en la Iglesia no es fácil. He aquí la referencia a muchos que dicen estar en la Iglesia, pero están dentro sólo con un pie, mientras el otro queda fuera.
Para esta gente la Iglesia no es la casa propia. Se trata de personas que viven como arrendatarios, un poco aquí, un poco allá. Es más, hay algunos grupos que alquilan la Iglesia, pero no la consideran su casa. Entre estos, hay tres categorías:
1.- Los uniformistas: los que quieren que todos sean iguales en la Iglesia. Su estilo es uniformar todo: todos iguales. Están presentes desde el inicio, es decir, desde que el Espíritu Santo quiso hacer entrar en la Iglesia a los paganos… Son cristianos rígidos, porque no tienen la libertad que da el Espíritu Santo.
2.- Los alternativistas: Estos son los que piensan: «Yo entro en la Iglesia, pero con esta idea, con esta ideología». Ponen condiciones y así su pertenencia a la Iglesia es parcial. También ellos tienen un pie fuera de la Iglesia; alquilan la Iglesia pero no la sienten propia.
3.- Los ventajistas o especuladores: son los que buscan ventajas. Ellos van a la Iglesia, pero para ventaja personal y acaban haciendo negocios en la Iglesia. También ellos, naturalmente, no sienten a la Iglesia como madre.
Jesús dice que “la Iglesia no es rígida, es libre”. En la Iglesia hay tantos carismas, hay una gran diversidad de personas y de dones del Espíritu.
Todos estamos llamados a la docilidad al Espíritu Santo. Y es precisamente la virtud la que nos salvará de ser rígidos, de ser alternativistas y del ser ventajistas o especuladores en la Iglesia: la docilidad al Espíritu Santo, aquel que hace la Iglesia.
(Papa Francisco)

Oración:
Señor Jesús, sé que en todo intervienes tú para bien de los que te amamos, así que sólo te pido que me enseñes, con tu gracia, a ser un fiel testigo en cada situación sin importar si me siento alegre y complacido o si me siento triste y atribulado. Amén.

Acción:
Hoy haré un recuento de situaciones difíciles en mi vida y voy a pensar cómo hubiera podido dar un mejor testimonio de mi fe en esos casos para que, en un futuro, cuando vuelva a pasar por una circunstancia similar, dar un verdadero testimonio.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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Hermanos Franciscanos

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