11/09/21

11:24 a.m.


¡Presten atención, los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones! Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibo del Altísimo: él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios, Ya que ustedes, siendo ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley ni han obrado según la voluntad de Dios él caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están arriba. Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor. Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual, Pero los poderosos serán severamente examinados. A ustedes, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y no incurran en falta; porque los que observen santamente las leyes santas serán reconocidos como santos, y los que se dejen instruir por ellas, también en ellas encontrarán su defensa. Deseen, entonces, mis palabras; búsquenlas ardientemente, y serán instruidos.

11:24 a.m.


Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".

11:24 a.m.


Te agradezco, oh Dios, por todas las gracias. De las cuales me colmas continuamente, Las que me iluminan como los rayos de sol, Y con las cuales me indicas el camino seguro. Gracias, oh Dios, por haberme creado, Por haberme llamado a la existencia de la nada, Y por grabar en mí Tu divino sello, Y lo has hecho únicamente por amor. Gracias, oh Dios, por el santo bautismo, Que me insertó en la familia divina, Es un gran e inconcebible don de la gracia, Que nos transforma las almas. Gracias, oh Señor, por la confesión, Por esta fuente de grandísima misericordia, Que es inagotable, Por este manantial inconcebible de gracias, En el cual blanquean las almas manchadas por el pecado. Gracias, oh Jesús, por la Santa Comunión, En la cual Tu Mismo Te nos das. Siento Tu Corazón latir en mi pecho, Mientras Tu Mismo desarrollas en mí la vida divina. Gracias, oh Espíritu Santo, por el sacramento de la confirmación, Que me arma Tu caballero Y da fuerza al alma en cada momento, Y me protege del mal. Gracias, oh Señor, por el sacramento de la unción, Que me fortificará en los últimos momentos Para luchar y me ayudará a salvarme, Y dará fuerzas al alma para que podamos gozar eternamente. Gracias, oh Dios, por todas las inspiraciones, De las cuales me colma Tu bondad, Por estas iluminaciones interiores del alma, Que es imposible expresar, pero que el corazón percibe. Gracias, oh Santísima Trinidad, por esta inmensidad de gracias, De las cuales me has colmado incesantemente durante toda la vida. Mi gratitud crecerá al despuntar la eterna aurora, Cuando por primera vez entone Tus alabanzas.

Hermanos Franciscanos

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