03/17/17

11:12 a.m.
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.

11:12 a.m.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen; cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados.

11:12 a.m.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

11:12 a.m.
¿Por dónde empezar a llorar las obras de mi vida? ¿Cuáles serán los primeros acentos de este canto de dolor? Concédeme, oh Cristo, por tu misericordia, el perdón de mis pecados… Como un alfarero modelando el barro, tú me has dado, Creador mío, carne y hueso, aliento y vida. Oh Señor que me has creado, mi juez y mi Salvador, llévame de nuevo, hoy, hacia ti. Oh Salvador mío, ante ti confieso mis faltas. Caí bajo los golpes del Enemigo. He aquí las llagas de mis pensamientos homicidas, como unos bandoleros han asesinado mi alma y mi cuerpo (Lc 10, 29s). Sí, he pecado, mi Salvador, pero sé que tú amas al hombre. Tu ternura es nuestro castigo y tu misericordia nos abrasa. Me ves llorar y vienes a mí igual que el Padre acoge al hijo pródigo. Desde mi juventud, oh Salvador mío, he despreciado tus mandamientos. He pasado mi vida entre las pasiones y la inconsciencia. A ti acudo; antes que llegue la muerte, Sálvame… He dilapidado el patrimonio de mi alma en el vacío. No poseo los frutos del fervor, y tengo hambre. Te grito: Padre, lleno de ternura, ven a mí, acógeme en tu misericordia. Aquel que los ladrones asaltaron (Lc 10,30), soy yo en medio de los extravíos de mis pensamientos. Me golpean, me hieren. Pero inclínate sobre mí, Cristo Salvador, y cúrame. El sacerdote me vio y se giró. El levita me vio, desnudo y sufriendo, pero pasó de largo. Pero tú, Jesús nacido de María, te detienes y me socorres… Me lanzo a tus pies, Jesús, he pecado contra tu amor. Quítame esta carga demasiado pesada y en tu misericordia, acógeme. No me juzgues, no desveles mis acciones, no escudriñes ni motivos ni deseos. Sino que, según tu compasión, oh Todopoderoso, cierra tus ojos ante mis faltas y sálvame. Es tiempo de arrepentimiento. Vengo a ti. Alíviame de la pesada carga de mis pecados y, según tu ternura, dame lágrimas de arrepentimiento.

8:32 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

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*2° Viernes de Cuaresma*

*El Evangelio de hoy*

*Mateo 21, 33-43.45-46*
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.

Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores? Ellos le respondieron: Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.

Entonces Jesús les dijo: ¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?

Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.

Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.

*Reflexión:*

El Señor planta una viña, la rodea de una cerca, cava un lagar y edifica una torre. Esto el Señor lo ha hecho siempre con tanto amor y con tanta ternura. Él recuerda siempre a este pueblo cuando le era fiel, cuando lo seguía en el desierto, cuando buscaba su rostro. Pero después la situación se volvió al revés y el pueblo se adueñó de este don de Dios. Nosotros somos nosotros, somos libres. Ese pueblo no piensa, no recuerda que fueron las manos, el corazón de Dios quien lo hizo, y así se convierte en un pueblo sin memoria, un pueblo sin profecía, un pueblo sin esperanza. Es, por lo tanto, a los dirigentes de este pueblo a quienes Jesús se dirige con esta parábola: un pueblo sin memoria ha perdido la memoria del don, del regalo; y atribuye a sí mismo lo que es: Nosotros podemos.

No existe nada más doloroso que hacer el bien en medio de injusticias. Siendo justo sin triunfar en esta vida, mientras otros «triunfan» sin ser justos. Es difícil, pero es así, Señor. O quizá he acaso perdido el sentido moral de mi vida. 

*Oración:*

Señor Jesús, quiero poner en tus manos mi corazón, mi persona, para que en ella florezcan estas virtudes. Amén.
*Acción:*

Hoy es el día para cambiar aquello que sé que debo cambiar, aunque vaya a ser difícil por el entorno en que me encuentro. Pongo en tus manos este propósito, Señor.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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