09/14/19

11:49 p.m.


Por: H. Francisco J. Posada, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia de hacer una experiencia de tu misericordia en mi vida para que pueda ser un testigo de tu gran amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos, que no necesitan convertirse.

¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.

También les dijo esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo, y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.

El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Evangelio se muestran tres actitudes de la misericordia de Dios: salir en busca, reconstruir y regresar al Padre. Dios sale en busca de aquellos que se han perdido porque son parte de su propia familia divina, ninguna persona queda excluida de su amor y, por esto, Él siempre sale al encuentro de los que se han alejado.

Otra forma en la que Dios, nuestro Padre, nos muestra su misericordia es la ayuda que nos da para reconstruir nuestra vida cuando nos hemos desviado del camino que Él nos proponía, el plan original; primero debemos darnos cuenta de que hemos hecho mal para que así podamos aceptar nuestros errores y remediarlos con la gracia que Dios nos dona.

Por último, pero no menos importante, está el regreso al Padre; después de haber emprendido un camino lejos de Él, en el que hemos experimentado la miseria, hay algo que nos llama a regresar al Padre y, al hacerlo, nos damos cuenta por lo que Él siempre nos había estado esperando y nunca había perdido la fe en nosotros. La llamada del Padre que nos toca en lo más profundo es sutil porque Él no nos obliga a volver, sino que nos deja a que nosotros tomemos la decisión y nos demos cuenta de que la mejor opción es regresar.

«Es cierto, son tantas las circunstancias que pueden alimentar la división y la confrontación; son innegables las situaciones que pueden llevarnos a enfrentarnos y a dividirnos. No podemos negarlo. Siempre nos amenaza la tentación de creer en el odio y la venganza como formas legítimas de brindar justicia de manera rápida y eficaz. Pero la experiencia nos dice que el odio, la división y la venganza, lo único que logran es matar el alma de nuestros pueblos, envenenar la esperanza de nuestros hijos, destruir y llevarse consigo todo lo que amamos. Por eso Jesús nos invita a mirar y contemplar el corazón del Padre. Sólo desde ahí podremos redescubrirnos cada día como hermanos. Sólo desde ese horizonte amplio, capaz de ayudarnos a trascender nuestras miopes lógicas divisorias, seremos capaces de alcanzar una mirada que no pretenda clausurar ni claudicar nuestras diferencias buscando quizás una unidad forzada o la marginación silenciosa. Sólo si cada día somos capaces de levantar los ojos al cielo y decir Padre nuestro podremos entrar en una dinámica que nos posibilite mirar y arriesgarnos a vivir no como enemigos sino como hermanos».
(Homilía de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En un momento, en silencio, reflexionaré sobre mi propio pecado y el amor comprensivo que Dios me muestra.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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8:49 p.m. ,


Reflexión breve de Lc 15,1-32: En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos." Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta." También les dijo: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""


10:44 a.m.


El Señor dijo a Moisés: "Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: "Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto". Luego le siguió diciendo: "Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación". Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: "¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: "Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia". Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

10:44 a.m.


¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

10:44 a.m.


Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús. Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna. ¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.

10:44 a.m.


Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido". Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse". Y les dijo también: "Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido". Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte". Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

10:44 a.m.


Puesto que la debilidad de los hombres no sabe mantener un camino firme en este mundo resbaladizo, el buen médico de enseña los remedios contra el extravío, y el juez misericordioso de ninguna manera rechaza la esperanza del perdón. Es por este motivo que san Lucas ha propuesto las tres parábolas siguientes: la oveja que se había extraviado y que fue hallada, la moneda de plata que se había perdido y se encontró, el hijo que se daba por muerto y recobró la vida. Todo ellos es para que este triple remedio nos impulse a curar nuestras heridas… La oveja cansada es devuelta al redil por el pastor; la moneda extraviada es hallada; el hijo pisa de nuevo el camino y regresa a su padre arrepentido de su extravío… Alegrémonos, pues, de que esta oveja que se extravió en Adán, sea levantada por Cristo. Las espaldas de Cristo son los brazos de la cruz; Las espaldas de Cristo son los brazos de la cruz; Las espaldas de Cristo son los brazos de la cruz; es en ella donde he dejado mis pecados, es sobre esta horca que he encontrado mi descanso. Esta oveja es única en su naturaleza, pero no en sus personas, porque nosotros todos formamos un solo cuerpo, pero somos muchos miembros. Por esto está escrito: “Sois el cuerpo de Cristo y miembros de sus miembros” (1C 2,27). “El Hijo del hombre ha venido para salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10), es decir, a todos los hombres puesto que “si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida” (1C 15,22)… Tampoco es sin relevancia que esta mujer se alegre de haber encontrado la moneda: pues no es poca cosa que en esta moneda figure el rostro de un príncipe. De la misma manera el rostro del Rey es el bien de la Iglesia. Nosotros somos ovejas: pidamos las praderas: Somos la moneda: conservemos nuestro valor. Somos los hijos: corramos hacia el Padre.

9:01 a.m. ,


Un canto a maría es un programa realizado por distintas personas y comunidades marianas, que busca infundir una sana devoción a la virgen, especialmente en las generaciones más jóvenes. Continúa con nosotros en: 👉 http://bit.ly/UnCantoaMaría 🙇 También puedes orar el Santo Rosario de cada día con nosotros, en: http://bit.ly/SantoRosarioCatolico 📿 Recuerda suscribirte a nuestro canal 👉 http://bit.ly/SuscribeteTeleVID 👈 Síguenos y haz parte de nuestro canal: Facebook: https://www.facebook.com/televid.tv Twitter: https://twitter.com/Canaltelevid Página web: http://www.televid.tv/ Haz tus donaciones en: http://televid.tv/donar/




De las Disertaciones de san Atanasio, obispo (Disertación sobre la encarnación del Verbo, 10: PG 25, 111-114) RENUEVA NUESTROS DÍAS COMO ANTAÑO El Verbo eterno del Padre no abandonó la naturaleza humana que corría hacia su ruina, sino que con la oblación de su propio cuerpo destruyó la muerte bajo cuyo dominio el hombre había sucumbido, con sus enseñanzas corrigió los errores humanos y con su poder restauró los bienes que el género humano había perdido. Quienquiera que lea los escritos de los discípulos del Señor verá confirmado, con la autoridad de estos teólogos, lo que hemos afirmado. Leemos, en efecto, en estos escritos: El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente todos murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, nuestro Señor Jesucristo. Y en otro lugar dice: Vemos a Jesús, a quien Dios puso momentáneamente bajo los ángeles, coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte; así por amorosa dignación de Dios gustó la muerte en beneficio de todos. La Escritura nos da la razón por la que fue precisamente el Verbo de Dios y no otro el que tenía que hacerse hombre: Era conveniente para Dios -dice-, para quien y por quien son todas las cosas, que, queriendo llevar una multitud de hijos a la gloria, consumase en la gloria, haciéndolo pasar por los sufrimientos, al jefe de la salud de todos ellos. Con estas palabras se nos significa que librar a los hombres de la corrupción corresponde únicamente al Verbo de Dios, por quien fueron creados en el principio. La razón por la cual el Verbo quiso tomar carne y hacerse hombre no fue otra sino la de salvar a los hombres con quienes se había hecho semejante al asumir un cuerpo; así lo dice, en efecto, la Escritura: Como los hijos comparten carne y sangre, también él entró a participar de las mismas; así por su muerte reducía a la impotencia al que retenía el imperio de la muerte, es decir, al demonio; y libraba a los que por temor a la muerte vivían toda su vida sometidos a esclavitud. Así, al inmolar su propio cuerpo, destruyó la ley que había sido dada contra nosotros, y renovó nuestra vida, dándonos la esperanza de la resurrección. Pues si la muerte penetró en la humanidad fue por culpa de los hombres, en cambio, fue gracias a la encarnación del Verbo de Dios que la muerte fue destruida y se recuperó la vida, como lo afirma aquel apóstol, cuyo vivir era Cristo: Porque, como por un hombre vino la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos; y, así como todos mueren, asociados a Adán, así todos revivirán, asociados a Cristo, y lo demás que sigue. Ya no morimos, pues, como unos condenados, sino que morimos con la esperanza de resucitar de entre los muertos en el día de la resurrección universal que Dios realizará cuando llegue el tiempo.


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*23° Sábado Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Lucas 6, 43-49*

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.
¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.
Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida”.

*Reflexión:*
En una ocasión nos decía el padre Esquerda: “El que tiene a Dios en su corazón no lo puede ocultar, pues se transparenta inmediatamente; y el que no lo tiene, no pude fingir que lo tiene, pues no se ve”. Esto es precisamente lo que hoy nos dice Jesús en esta primera parte del texto. El problema pudiera ser, algo que nos pasa con frecuencia, el creer que nosotros somos buenos.
Pero, ¿seremos realmente buenos? Pues, una manera de saberlo es ver si verdaderamente, como dice la segunda parte del texto, cotidianamente hacemos lo que Dios nos dice; otra forma de saberlo es ver con qué material alimentamos nuestra vida interior. Desafortunadamente, hoy estamos expuestos a mucha violencia de todo tipo, a la televisión y a todos los medios audiovisuales que la mayoría de las veces no alimentan el alma con elementos negativos y para nada evangélicos. Sería, pues, entonces bueno el preguntarnos: ¿con qué estamos alimentando nuestro corazón?
Las buenas lecturas, especialmente la de la Biblia, aseguran una buena alimentación del alma y con ello el que de nuestra boca salgan palabras que manifiesten nuestra identidad cristiana. Por lo que toca a las obras, quizás, para ayudarnos a purificar nuestra vida, sería conveniente que, de cuando en cuando, preguntásemos a los que viven con nosotros si se nos nota; si ellos se dan cuenta de que nuestra vida se va ajustando a la voluntad de Dios. Si hacemos estas dos cosas seguramente que nuestra vida crecerá inmensamente y seremos con facilidad reconocidos como testigos de Jesucristo.
(Evangelización Activa).

*Oración*
Señor Jesús, ayúdame a recordar que sólo Tú eres el motivo de nuestra esperanza. Amén.

*Acción*
Cuando se me presente la ocasión de ayudar a alguien, buscaré sondear mi corazón para asegurarme que mi apoyo es desinteresado.
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_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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