lunes 11 Julio 2016 : Libro de Isaías 1,10-17.

*”Verbum Spei”*
_”Palabra de Esperanza”_
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*15° Domingo Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Lucas 10, 25-37*
En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
-Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo: -¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?
El letrado contestó: -«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
El le dijo: -Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida. Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús:
-¿Y quién es mi prójimo? Jesús dijo: -Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: -Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos? El letrado contestó:-El que practicó la misericordia con él. Le dijo Jesús: Anda, haz tú lo mismo.
*Reflexión:*
El buen samaritano se acerca a aquél hombre herido -lo primero que hay que hacer es acercarse al hermano sufriente-, le vendó las heridas –hizo lo que sabía y lo que podía– y después lo llevó a la posada para que lo atendieran –lo puso en manos de aquellas personas que podían ayudarlo mejor que él para que se repusiera totalmente– y además de hacerse cargo de los gastos, prometió volver para visitarlo. La posada es el símbolo de aquellos organismos que dan, o deben dar cobijo a los pobres e indigentes. La Iglesia debe ser esa posada, esa casa acogedora, en donde es posible rehabilitarse como persona. Nuestra comunidad parroquial debe ser esa posada abierta a todos, donde es posible encontrar la medicina material o espiritual que el enfermo necesita. Y tuvo que ser un samaritano, alguien peor que un extranjero, el que practicara con él la misericordia. Recuerdo ahora la hermosura del significado de esta palabra: “poner el corazón en la miseria”. El samaritano puso su corazón en la miseria y pobreza de aquél hombre.
Esta parábola del hombre malherido por los ladrones camino de Jericó es toda una enseñanza muy fuerte, muy radical, de Jesús de Nazaret contra la religión oficial judía. Los “malos”, los que no atienden al moribundo, son dos miembros de la élite religiosa de Israel. Quien recoge al herido, le lleva a la posada y da dinero para que el posadero le cuide es un hereje, un samaritano, un excomulgado, pero es quien se apiada del hombre robado, apaleado gravemente herido. Sin duda, explica Jesús muy bien quien es nuestro prójimo, pero también recuerda la falta de humanidad y de amor de quienes deberíamos estar más entregados a la ayuda de los más necesitados.
*Oración:*
Señor Jesús, te doy gracias por todo acto de bondad y de compasión que pones en mi corazón para que aprenda amar a ejemplo del samaritano y sea manso y humilde de corazón. Amén.
*Acción:*
Hoy caminaré más despacio y me detendré para ayudar a quien lo necesite por el camino a ejemplo del samaritano.
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*”Nuntium Verbi Dei”*
_”Mensaje de la palabra de Dios”_
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» El dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
Oración introductoria
Señor, dame la sabiduría y el amor para descubrir y actuar, buscando el bien de los demás, en las diversas situaciones de mi vida cotidiana. No permitas que el ajetreo de mis pendientes me haga pasar de largo y no ver a esa persona que necesita que me detenga a platicar con ella para darle consuelo o simplemente una sonrisa.
Petición
Señor, concédeme un corazón grande para ayudar a todos, en todo momento.
Meditación del Papa Francisco
En cambio el samaritano, cuando vio a ese hombre, “sintió compasión” dice el Evangelio. Se acercó, le vendó las heridas, poniendo sobre ellas un poco de aceite y de vino; luego lo cargó sobre su cabalgadura, lo llevó a un albergue y pagó el hospedaje por él... En definitiva, se hizo cargo de él: es el ejemplo del amor al prójimo. Pero, ¿por qué Jesús elige a un samaritano como protagonista de la parábola? Porque los samaritanos eran despreciados por los judíos, por las diversas tradiciones religiosas. Sin embargo, Jesús muestra que el corazón de ese samaritano es bueno y generoso y que —a diferencia del sacerdote y del levita— él pone en práctica la voluntad de Dios, que quiere la misericordia más que los sacrificios. Dios siempre quiere la misericordia y no la condena hacia todos. Quiere la misericordia del corazón, porque Él es misericordioso y sabe comprender bien nuestras miserias, nuestras dificultades y también nuestros pecados. A todos nos da este corazón misericordioso. El samaritano hace precisamente esto: imita la misericordia de Dios, la misericordia hacia quien está necesitado. (S.S. Francisco, 14 de julio de 2013)
Reflexión
Muchas lecciones les ha dado Nuestro Señor a los fariseos, pero ninguna tan bella como ésta. Es de esas ocasiones en las que Cristo da a conocer su doctrina y su mandamiento a todos los hombres, y lo hace de manera muy velada.
Amar al prójimo no es muy fácil, porque requiere donarse a los demás, y ese donarse cuesta, porque no a todos los tratamos o queremos de la misma manera. Por ello tenemos que lograr amar a todos por igual, sin ninguna distinción. Quererlos a todos, sin preferir a nadie. Es difícil mas no imposible.
Dios nos ha dado el ejemplo al vivir su propia doctrina: "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos", pero Él no la dio solo por sus amigos, sino también por sus enemigos, y muchos santos han hecho lo mismo.
Propósito
Imitemos a Cristo en su vida de donación a los demás, y vivamos con confianza y constancia su mandamiento: "vete y haz tú lo mismo".
Diálogo con Cristo
Señor, Tú lo sabes todo: mi debilidad al amar a los demás, especialmente aquellos que están más cerca de mí, porque si hay impaciencia, si hay juicios temerarios, si hay indiferencia, no hay verdadero amor. Ayúdame a crecer en la convicción de que Tú me has creado para amar y servirte en esta vida y que sólo superando mi egoísmo mediante la vivencia del amor, podré gozar de Ti y alabarte eternamente en el cielo.