12/29/14

10:54 a.m.
Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús. Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno. Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno. No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza.- Todo esto no viene del Padre, sino del mundo. Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.

10:54 a.m.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda, adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él! Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! el mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.

10:54 a.m.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

10:54 a.m.
Que la carne se acerque al Verbo hecho carne hoy, para comprender cuales son sus propios límites y en ella aprender, poco a poco, a pasar de la carne al Espíritu. Que nos acerquemos, pues, hoy a Él porque un nuevo sol brilla más de lo ordinario. Hasta aquí encerrado en Belén en la estrechez de un pesebre y conocido sólo por un número reducido de personas, hoy va Jerusalén, al Templo del Señor; allí es presentado ante más de una persona. Hasta ahí, tú, Belén, te has regocijado tu sola de la luz que se nos ha dado para todos; orgullosa de un privilegio, de una novedad inaudita, podías rivalizar con el mismo Oriente por tu luz. Más aún, cosa increíble de decir, en ti había, en un pesebre más luz que toda la que el sol de este mundo puede difundir cuando se levanta... Pero hoy, el sol se lanza para iluminar al mundo entero. Hoy, el Señor del Templo se ofrece en el Templo de Jerusalén. ¡Qué dichosos son los que, en la soledad de un corazón pacífico se ofrecen a Dios como Cristo se ofreció como una paloma! Éstos están maduros para celebrar con María el misterio de la purificación... No es la Madre de Dios, que jamás consintió al pecado la que ha sido purificada en este día. Es el hombre ensuciado por el pecado que hoy ha sido purificado por su alumbramiento y su ofrenda voluntaria... Es nuestra purificación la que hemos obtenido por María... Si abrazamos con fe al fruto de sus entrañas, si nos ofrecemos con Él en el Templo, es el misterio que celebramos el que nos purificará.

12:32 a.m.

Por: Lucas Ongaro Arcie, L.C. | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.

Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.


Oración introductoria

Señor, quiero tomar conciencia de tu presencia y cercanía junto a mí. Señor, cambia mi corazón frío de piedra por un corazón caliente de carne, que sepa descubrirte y ver tu Amor en mis hermanos, en la eucaristía, en un nuevo amanecer, en la brisa suave… que en todo lo que me rodea, me asombre de tu Amor.


Petición

Niño Jesús, ayúdame a encontrarte en los demás, en la Eucaristía. Y concédeme ser consciente de tu presencia en mi corazón.


Meditación del Papa Benedicto XVI

Es interesante observar de cerca esta entrada del niño Jesús en la solemnidad del templo, en medio de un gran ir y venir de numerosas personas, ocupadas en sus asuntos: los sacerdotes y los levitas con sus turnos de servicio, los numerosos devotos y peregrinos, deseosos de encontrarse con el Dios santo de Israel. Pero ninguno de ellos se entera de nada. Jesús es un niño como los demás, hijo primogénito de dos padres muy sencillos. Incluso los sacerdotes son incapaces de captar los signos de la nueva y particular presencia del Mesías y Salvador. Sólo dos ancianos, Simeón y Ana, descubren la gran novedad. Guiados por el Espíritu Santo, encuentran en ese Niño el cumplimiento de su larga espera y vigilancia. Ambos contemplan la luz de Dios, que viene para iluminar el mundo, y su mirada profética se abre al futuro, como anuncio del Mesías: «Lumen ad revelationem gentium!» (Lc 2, 32). En la actitud profética de los dos ancianos está toda la Antigua Alianza que expresa la alegría del encuentro con el Redentor. A la vista del Niño, Simeón y Ana intuyen que precisamente Él es el Esperado. (Benedicto XVI Basílica Vaticana, Martes 2 de febrero de 2011)


Reflexión

Muchas veces, con la agitación del día, no percibo la presencia de Cristo, olvido que Él está siempre a mi lado. Vivo la vida pensando en mis problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en mi egoísmo; no me doy cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a mí, y que tengo el mayor tesoro: ¡la vida de gracia y su permanencia fiel en mi corazón!


Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para mi peregrinar rumbo al cielo.


Propósito

Hoy haré una visita a Cristo Eucaristía o una comunión espiritual durante algunos instantes de silencio.


Diálogo con Cristo

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes que ofenderte.


"Pidámosle que nos atraiga cada vez más hacia sí mismo con la sagrada Comunión. Pidámosle que nos ayude a no tener nuestra vida sólo para nosotros mismos, sino a entregársela a él y así actuar junto con él, a fin de que los hombres encuentren la vida, la vida verdadera, que sólo puede venir de quien es el camino, la verdad y la vida. Amén." (Benedicto XVI, Basílica de San Juan de Letrán, Jueves Santo, 5 de abril de 2007 )




Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.