07/01/17

11:27 p.m.

Por: H. Cristian Gutiérrez, L.C. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Creo, Señor, que estás presente en este momento de oración y que quieres hablarme. Deseo escucharte y dejarme guiar. Aumente mi fe, mi confianza y mi amor, para así abandonarme en tus manos y dejarte actuar en mí. Te pido me concedas aquella gracia que más necesito. Concédeme serte fiel en todo momento. Gracias por todos los dones y beneficios que me das. Inflama mi corazón de amor ardiente por Ti y por tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 37-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que salve su vida la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.

Quien los recibe a ustedes me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.

Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa".

Palabra del señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Ya que desde los primeros años de tu predicación haces referencia a la cruz. No era que la cruz tuviera un bonito significado en tu tiempo. Era considerada por todos la peor humillación, el instrumento de muerte más cruel que podían dar a un hombre; era el símbolo del delito, del sufrimiento, de la muerte. Sin embargo, Tú me invitas a tomar la cruz.

Puedo preguntarme en este rato de oración, ¿cuál es mi cruz? ¿Qué es lo bueno que puedo encontrar en ella para que me invites a tomarla y seguirte?

Es importante responderme delante de Ti estas preguntas porque, efectivamente, es mi cruz la que me pides que cargue. No me pides que cargue con tu cruz, o con la de Pedro, o con la de Andrés. Me pides que cargue con la mía. Cada uno debe cargar con su cruz, con sus sufrimientos, así como Tú cargaste con tu cruz y tus sufrimientos. Tú ya me has enseñado la forma de llevar la cruz y quieres que te siga, cargando la mía.

Pero ¿cuál es mi cruz? Tal vez es la de alguna molestia o enfermedad, la traición de un amigo, la de mi familia que padece persecución. Quizá mi cruz de hoy es un problema matrimonial, el desempleo, el malestar de algún ser querido o una crisis en las decisiones importantes de mi vida. En mi interior, también, puedo llevar la cruz del cansancio, del desaliento, del desánimo en la lucha por la santidad, por la justicia o la verdad; la tristeza por la partida de un ser querido, o la soledad que a veces experimento.

En definitiva, yo también tengo una cruz. Ella no es una realidad extraña a mi vida. Pero ¿para qué cargar con mi cruz? ¿Por qué no dártela? ¿Por qué no me la quitas? ¿Qué es lo que puedo hallar en la cruz que me pides cargarla detrás de Ti? ¿Acaso quieres hacerme sufrir?

No. No es que me quieras ver sufriendo, no quieres que cargue con la cruz por obligación, porque toca, porque no hay otra opción. Me invitas a cargar con la cruz porque ella es un medio de unión contigo y con los demás. El sufrimiento es la cruz que todos los hombres llevamos, cruz que también Tú quisiste experimentar. Ella es como puente que me une a Ti y a mis hermanos.

El madero vertical es aquél que me eleva hacia Ti; es el tramo por el que descienden miles de gracias para llevar esta misma cruz; es el puente por el que puedo entrar en contacto directo contigo. Es curioso que todos los hombres te buscamos cuando sentimos el peso de la cruz, y creo que es justo por este aspecto.

El tramo horizontal es el puente con los demás. Muchas veces mi cruz me hace sensible ante el dolor de los demás. ¡Cuánto me conmueve ver el dolor de otros, sobre todo de los inocentes, que cargan con cruces más pesadas que la mía! Este madero horizontal es el medio de salir en ayuda del prójimo, para dejarme conmover, para compadecerme, para acercarme.

Ayúdame, Señor, a ver mi cruz no sólo como algo que me molesta o me hace sufrir, sino como el medio para seguirte, para unirme a Ti. Pero sobre todo, ayúdame a cargar con mi cruz, pero siguiéndote. No permitas que cargue con mi cruz errando el camino, no siguiendo tus pasos, porque contigo la cruz es más ligera, más soportable, incluso más querida. Pero cuando cargo la cruz sin ir detrás de Ti, entonces, ¡qué triste es la vida y qué pesado el caminar cuando se carga con una cruz vagando por el camino, sin seguirte, sin saber que un día llegará la Pascua!

"Cuando Jesús afirma la primacía de la fe en Dios, no encuentra una comparación más significativa que la de los afectos familiares. Y, por otro lado, estos mismos vínculos familiares, dentro de la experiencia de fe y del amor de Dios, se transforman, son "llenados" de un sentido más grande y son capaces de trascender a sí mismos, para crear una paternidad y una maternidad más amplias, y para acoger como hermanos y hermanas también aquellos que están al margen de cualquier vínculo."
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy no me quejaré ante algo que me moleste o me incomode y lo ofreceré por ese familiar del que me he alejado.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:06 a.m.
Un día, Eliseo pasó por Sunám. Había allí una mujer pudiente, que le insistió para que se quedara a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba, él iba a comer allí. Ella dijo a su marido: "Mira, me he dado cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre de Dios. Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así, cuando él venga, tendrá donde alojarse". Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a la habitación de arriba y se acostó. Pero Eliseo insistió: "Entonces, ¿qué se puede hacer por ella?". Guejazí respondió: "Lamentablemente, no tiene un hijo y su marido es viejo". "Llámala", dijo Eliseo. Cuando la llamó, ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: "El año próximo, para esta misma época, tendrás un hijo en tus brazos". Ella exclamó: "No, señor, por favor; tú eres un hombre de Dios, no engañes a tu servidora".

11:06 a.m.
Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo.» ¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia. Porque tú eres su gloria y su fuerza; con tu favor, acrecientas nuestro poder. Sí, el Señor es nuestro escudo, el Santo de Israel es realmente nuestro rey.

11:06 a.m.
Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

11:06 a.m.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".

11:06 a.m.
    El Salvador no está solo en el camino de la cruz y no sólo  hay enemigos que le acosan, sino también hay hombres que le apoyan: como modelo de los seguidores de la cruz de todos los tiempos tenemos a la Madre de Dios; como tipo de aquellos que asumen el peso del sufrimiento impuesto y soportándolo reciben su bendición, tenemos a Simón de Cirene; como representante de aquellos que aman y se sienten impulsados a servir al Señor está Verónica. Cualquiera que a lo largo del tiempo haya aceptado un duro destino en memoria del Salvador sufriente, o haya asumido libremente sobre sí la expiación del pecado, ha expiado algo del inmenso peso de la culpa de la humanidad y ha ayudado con ello al Señor a llevar esta carga; o  mejor dicho, es Cristo-Cabeza quien expía el pecado en estos miembros de su cuerpo místico que se ponen a disposición de su obra de redención en cuerpo y alma.      Podemos suponer que viendo a estos fieles que le habrían  seguido en el camino del dolor, fortaleció al Salvador en la noche del monte de los olivos. Y la fuerza de estos portadores de la cruz viene en su ayuda después de cada caída. Los justos de la Antigua Alianza le acompañan en el camino entre la primera y la segunda caída. Los discípulos y discípulas, que se reunieron en torno a El durante  su vida terrena, son los que le ayudan en el segundo tramo. Los amantes de la cruz que El suscitó y que nuevamente y siempre suscitará en la historia cambiante de la Iglesia militante, son sus aliados en el tiempo final. A ello hemos sido llamados también nosotros.

1:27 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza_

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*12° Sábado Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Mateo 8, 5-17*
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún se le acercó un oficial romano rogándole: «Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama paralítico, y sufre mucho». Él le contestó: «Voy a curarlo».

Pero el oficial le replicó: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, con que digas una sola palabra mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, cuando le digo a uno: ¡Ve!, él va; al otro: ¡Ven!, y viene; a mi criado: ¡Haz esto!, y lo hace». 

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: «Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de Oriente y de Occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación».

Jesús le dijo al oficial romano: «Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído». Y en aquel momento se curó el criado.

Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre; ella se levantó y se puso a servirles.

Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: “El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores”.

*Reflexión:*

Un texto muy breve, que la mayoría de las veces nos pasa desapercibido, es el versículo quince en el que leemos que, la suegra de Pedro estaba enferma y, una vez curada, “se levantó y se puso a servirles”. Llama la atención sobre este texto que, la mayoría de los casos recibimos gracias especiales de Dios, incluso, muchas veces, hasta grandes milagros y pruebas de su amor y una vez recibidos, los disfrutamos, pero no hacemos nada más. En este caso, la suegra “se levantó a servirles”.

Qué mejor manera de agradecer todas y tantas gracias que recibimos de Jesús que sirviéndole. Hoy en día, tenemos muchas formas de servirle, especialmente en la Iglesia, sin que esto reste el que descubramos en nuestros hermanos, sobre todo en los que viven con nosotros, la persona de Cristo. Hay tanto qué hacer en la Iglesia, en nuestra parroquia, que tus manos son muy importantes. Jesús decía: “La mies es mucha y los obreros pocos”.

Es posible que digas: pero yo no sé predicar, no conozco bien la Biblia, ¿qué puedo hacer?”. Pues en una parroquia no sólo se necesitan evangelizadores, también urgen catequistas, auxiliares de la pastoral social, de la pastoral de enfermos, del cuidado de los niños, de la Sacristía. Siempre podremos encontrar en qué “darle una mano” al Señor. Si has recibido alguna gracia especial de Jesús, no sólo te contentes en decirle “gracias”. Busca una manera concreta de servirlo y mostrarle así tu agradecimiento y tu amor. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero con que yo digas una sola palabra, estaré sanado de todas mis angustias y dolores. Amén.
*Acción:*

Este día dedicaré​ un momento para orar en la presencia de Jesús. Muchas veces voy corriendo de un lado a otro, queriendo solucionar un sinfín de problemas y poco a poco mi corazón se va secando. Quiero acercarme a su presencia como lo hizo el soldado romano para que sane mis heridas y sacie mi sed.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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