07/05/17

11:46 p.m.

Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Hoy es un nuevo día… un día normal, un día más. Así me pongo ante Ti, Señor. Te quiero contar… te quiero escuchar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.

En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados".

Al oír esto, algunos escribas pensaron: "Este hombre está blasfemando". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir 'Se te perdonan tus pecados', o decir 'Levántate y anda'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, -le dijo entonces al paralítico-: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".

Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Me doy cuenta que la relación con Dios muchas veces se da en el silencio…sin palabras. Muchas veces sólo basta ponerme frente a Él… sin decir nada.

Ponerme frente a Él no con máscaras…con sonrisas o lágrimas falsas; ponerme frente a Él tal y como estoy; tal y como soy. Con mis alegrías, con mis tristezas; con mis grandes o pequeños problemas… en la felicidad o en la enfermedad.

Jesús no pregunta…el paralítico sólo se muestra. No hay diálogo. Sólo amor y sinceridad…sólo sinceridad y amor. Jesús sabe mi necesidad pero respeta mi libertad.

No puedo solamente contemplar la escena; me doy cuenta que estoy en ella. Yo también padezco y…, también estoy enfermo pero, aún mas importante…necesito de Dios. Sólo es cuestión que abra mi corazón y me deje mirar… me deje amar.

Él sabe lo que mi corazón necesita…sólo quiere que se lo diga…

No hay diálogo…sólo amor y sinceridad; sinceridad y amor.

"Permítenos hoy, Hijo de Dios, acercarnos a tu corazón. Haz que no nos creamos grandes por nuestras experiencias. Concédenos, en cambio, que seamos pequeños como tú, para que podamos estar cerca de ti y recibir de ti humildad y mansedumbre en abundancia. No nos prives de tu revelación, la epifanía de tu infancia en nuestros corazones, para que con ella podamos curar todo tipo de orgullo y de arrogancia."
(Discurso de S.S. Francisco, 22 de diciembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me acercaré al sacramento de la confesión con un corazón abierto, sencillo, confiando en que Aquél con quien voy es Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:28 a.m.
Después de estos acontecimientos, "Dios puso a prueba a Abraham "¡Abraham!", le dijo. El respondió: "Aquí estoy". Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré". A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: "Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes". Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". El respondió: "Sí, hijo mío". "Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?". "Dios proveerá el cordero para el holocausto", respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Angel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡Abraham, Abraham!". "Aquí estoy", respondió él. Y el Angel le dijo: "No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único". Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: "El Señor proveerá", y de allí se origina el siguiente dicho: "En la montaña del Señor se proveerá". Luego el Angel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: "Juro por mí mismo - oráculo del Señor - : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz". Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y Abraham residió allí.

11:28 a.m.
No nos glorifiques a nosotros, Señor: glorifica solamente a tu Nombre, por tu amor y tu fidelidad. ¿Por qué han de decir las naciones: «¿Dónde está su dios?» Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra él hace todo lo que quiere. Los ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de las manos de los hombres. Tienen boca pero no hablan, ojos, pero no ven , tienen orejas, pero no oyen, tienen nariz, pero no huelen. Como ellos serán los que los fabrican, los que ponen en ellos su confianza. Pueblo de Israel, confía en el Señor: él es tu ayuda y tu escudo;

11:28 a.m.
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema". Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

11:28 a.m.
Hay dos cosas que son exclusivas de Dios: la honra de recibir la confesión y el poder de perdonar. Hemos de confesarnos a él y esperar de él el perdón. Solamente Dios puede perdonar los pecados; es, pues a él sólo a quien debemos confesarlos. Pero el Todopoderoso, el Altísimo, habiendo tomado una esposa débil e insignificante, ha hecho de esta sierva, una reina. La que estaba recostada a sus pies, la ha colocado a su lado; porque es de su costado que ella ha salido y se ha desposado con ella (Gn 2,22; Jn 19,34).Y, del mismo modo que todo lo que es del Padre es del Hijo, y todo lo que es del Hijo es del Padre por su unidad de naturaleza (Jn 17,10), igualmente el Esposo ha dado todos sus bienes a la esposa y se apropió todo lo que es de la esposa a la que ha unido a sí mismo y al Padre... Por eso el Esposo que es uno con el Padre y uno con la esposa, hizo desaparecer de su esposa todo lo que en ella halló de impropio, lo clavó en la cruz y en ella expió todos los pecados de la esposa. Todo lo borró por el madero. Tomó sobre sí lo que era propio de la naturaleza de la esposa, y la esposa dio todo lo suyo al Esposo... De esta manera participa él en la debilidad y el llanto de su esposa, y todo es común entre el Esposo y la esposa incluso el honor de recibir la confesión y el poder de perdonar los pecados. Por ello dice: «Ve a presentarte al sacerdote» (Mc 1,44).