En aquel tiempo, yendo Jesús de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Al verlos, les dijo: Id y presentaos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha salvado.
Oración introductoria
Señor, aumenta mi fe para que pueda alcanzar la salvación. Ten compasión y permite que esta oración me ayude a vivir este día con humildad, con esperanza y alegría, sirviendo a todos, especialmente a los que tengo más cerca.
Petición
Señor, dame la gracia de saber agradecerte todos los dones que me das.
Meditación del Papa Francisco
Jesús nos dice que, o se sigue el Reino de Dios o a las riquezas y a las preocupaciones mundanas. En el Bautismo somos elegidos en el amor, por Él, tenemos un Padre que nos puso en camino. Y así, el futuro también es alegre, porque caminamos hacia una promesa. El Señor es fiel, Él no defrauda, y por lo tanto estamos llamados a hacer lo que podemos, sin decepción, sin olvidar que tenemos un Padre en el pasado que nos ha elegido. Las riquezas y las preocupaciones, advirtió, son las dos cosas que nos hacen olvidar nuestro pasado, que nos hacen vivir como si no tuviéramos un Padre. Olvidar el pasado, no aceptar el presente, desfigurar el futuro: esto es lo que hacen las riquezas y las preocupaciones. El Señor nos dice: ´¡Pero, no te preocupes! Busquen el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás vendrá´. Pidamos al Señor la gracia de no equivocarnos con las preocupaciones, con la idolatría de la riqueza y siempre tener memoria de que tenemos un Padre que nos ha elegido, recordar que este Padre nos promete algo bueno, que es caminar hacia aquella promesa y tener el valor de tomar el presente como viene. ¡Pidamos esta gracia al Señor! (cf S.S. Francisco, 22 de junio de 2013).
Reflexión
¡Cuánto se agradece cuando una persona se detiene en la carretera para ayudarnos cuando nuestro coche se ha averiado! "Jamás me había visto antes, sabía que muy probablemente no nos volveríamos a encontrar para que yo le agradeciera este favor... y sin embargo, tuvo el detalle de detenerse para hacerlo." Parece obligado que ante este hecho, brote del corazón la gratitud.
Pero suele suceder que las personas que saben agradecer las cosas grandes, son las que también lo hacen ante pequeños detalles, que podrían pasar inadvertidos. A quien le cede el paso en medio del tráfico, al que sabe sonreír en el trabajo los lunes por la mañana, a la persona que atiende en la farmacia o en el banco... Son felices porque les sobran motivos para decir esa palabra que para otros es extraña y humillante.
Quien la pronuncia con sinceridad, al mismo tiempo llena de alegría a los demás, y crea "el círculo virtuoso" de la gratitud, en el que cada uno cumple su deber con mayor gusto y perfección.
Y si estas personas agradecen a los hombres los pequeños favores y detalles, ¡cuánto más a Dios que es quien a través de canales tan variados nos hace llegar todo lo bueno que hay en nuestra vida! ¡Gracias!
Es frecuente que nos olvidemos de dar gracias a Dios por los beneficios recibidos. Somos prontos para pedir y tardos para agradecer.
A veces las cosas nos parecen tan naturales que no se nos ocurre ageradecerlas a Dios:
Darle gracias por las maravillas de la naturaleza: del aire que es gratis para todo el mundo. Del agua: ese tesoro de la naturaleza.
Dar gracias a Dios por las maravillas del cuerpo humano. De tener ojos: esas maravillosas máquinas fotográficas. De tener oídos: esa maravilla de la técnica. Supongamos que fuéramos ciegos o mudos.
Dar gracias Dios por la familia en la que hemos nacido. Quizás tengamos problemas, pero si miramos para atrás veremos tragedias espantosas.
Dar gracias Dios por nuestra Patria. Las hay mejores, pero también las hay mucho peores. Supongamos que hubiéramos nacido en Etiopía o en Somalia: donde tantos mueren de hambre.
Pero sobre todo darle gracias por la fe. Es el mayor tesoro que podemos tener en la Tierra.
Y la principal petición es en ella morir. Tener la suerte inmensa de una santa muerte.
Propósito
Iniciar mis actividades, especialmente la oración, pidiendo a Dios que aumente mi fe.
Diálogo con Cristo
Señor, permite que sepa reconocer los muchos dones que me has dado, utilizarlos bien y darte gracias por ellos. Tú no necesitas mi agradecimiento, soy yo quien necesita reconocer que, sin tu gracia, nada puedo y de nada me sirven los dones terrenales que pueda tener.
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?" ¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?" ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.
Oración introductoria
Padre ayudanos a decir: "Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Petición
Te suplico toda tu gracia y misericordia para poder ser humilde en lo más profundo de mi corazón para ser digno de presentarme ante Ti en esta oración.
Meditación del Papa Francisco
¿Rezamos por la Iglesia, pero por toda la Iglesia? ¿Por nuestros hermanos y hermanas que no conocemos, que están por todas partes del mundo? Es la Iglesia del Señor, y nosotros en nuestra oración le decimos al Señor: Señor, mira a tu Iglesia... Es tuya. Tu Iglesia son nuestros hermanos. Esta es una oración que tenemos que hacer desde el corazón, cada vez más. Es fácil orar pidiendo una gracia al Señor, para dar las gracias o cuando necesitamos algo. Pero fundamentalmente es orar al Señor por todos, por los que han recibido el mismo bautismo, diciendo: "Son los tuyos, son los nuestros, protégelos". Encomendar al Señor la Iglesia, es una oración que hace crecer la Iglesia. Es también un acto de fe; no podemos hacer nada, somos siervos pobres --todos--, de la Iglesia. Él es quien puede mantenerla en marcha y hacerla crecer, hacerla santa, defender, protegerla del príncipe de este mundo y de lo que él quiere que la Iglesia se convierta: en más y más mundana. (cf S.S. Francisco, 30 de abril de 2013)
Reflexión
Los hombres tendemos a convertir en "heroico" las cosas más ordinarias de nuestro deber. Nos llegamos a considerar "héroes" por llegar puntuales al trabajo o por respetar las señales de tráfico. Los niños creen que se merecen un premio por cumplir con sus deberes escolares... Sólo estamos haciendo lo que debíamos hacer.
También como cristianos se nos presenta esta tentación. Aunque nunca lo expresamos así, llegamos a creer que nosotros le hacemos un favor a Dios cuando rezamos, participamos en la Misa dominical, o cuando cumplimos los Mandamientos. Cristo nos ofrece este mensaje para prevenirnos de esta actitud, con la que nos olvidamos de que Él nos ha dado infinitamente más de lo que nosotros podemos ofrecerle.
Pero Dios no es un amo déspota y desconsiderado. No pensemos que al final de nuestra vida, después de haber trabajado y luchado sinceramente por Dios, seremos recibidos en el cielo con un seco y frío: "Sólo has hecho lo que tenías que hacer". Eso lo tenemos que decir nosotros, pero no lo dirá Él. Sus palabras las conocemos: dirá a quienes hayan vivido su mensaje: "Venid, benditos de mi Padre...". Y nos sentaremos con Cristo a gozar del banquete eterno.
Propósito
Tener una actitud de humildad, agardeciendo a Dios todo lo que soy y lo que tengo, no por méritos propios, sino por su generosidad.
Diálogo con Cristo
Exigir con altanería «mis derechos», querer acaparar siempre la atención, buscar ser servido, son manifestaciones de mi orgullo. Señor, ayúdame a recordar siempre que sólo los humildes y los sencillos de corazón son los que están cerca de Ti y pueden poseerte. Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.