11/03/14

10:49 a.m.
Hermanos: Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".

10:49 a.m.
Para ti mi alabanza en la asamblea, mis votos cumpliré ante su vista. los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre! Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia. Porque sólo el Señor es rey y él gobierna a las naciones. se agacharán al verlo los que al sepulcro van. Para Dios será sólo mi existencia. Glorificarán su poder. Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia a los que nacerán después, porque esta es la obra del Señor.

10:49 a.m.
En aquel tiempo: Uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!". Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'. El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'. Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'. A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'. Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'. El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'".

10:49 a.m.
Dice el salmista: «El pan da fuerzas al corazón del hombre y el vino le alegra el corazón» (Sl 103, 15). Para los que creen en él, Cristo es alimento y bebida, pan y vino. Es pan cuando nos da fuerza y firmeza, según lo que dice Pedro: «Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia que os ha llamado como cristianos a su eterna gloria os restablecerá, os afianzará, os robustecerá» (1P 5,10). Es bebida y vino cuando alegra, según dice el salmista: «Alegra el alma de tu siervo pues levanto mi alma hacia ti, Señor» (Ps 85,4). Todo lo que en nosotros es sólido, firme, alegre y gozoso para cumplir los mandamientos de Dios, soportar los males, actuar según la obediencia, defender la justicia, todo esto es fuerza que nos da este pan o gozo que nos produce este vino. ¡Dichosos aquellos cuya actuar es sólido y gozoso! Y puesto que nadie lo puede por sí mismo, dichosos son los que desean ávidamente vivir según lo que es justo y honesto y ser en todas estas cosas fortificados y gozosos gracias a aquel que dice: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6). Si desde ahora Cristo es pan y bebida para la fuerza y gozo de los justos ¿cuánto más lo será en la vida futura cuando se dará sin medida a los justos?

12:13 a.m.

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 14, 12-14

En aquel tiempo, decía Jesús a uno de los principales fariseos que le había invitado: Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.


Oración introductoria

Padre, que comprenda que sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.


Petición

Jesús te pido que encuentre la felicidad en dar más que en recibir, y que entre menos cosas desee, soy más rico.


Meditación del Papa Francisco

A quien quiere seguirlo, Jesús le pide amar a los que no lo merecen, sin esperar recompensa, para colmar los vacíos de amor que hay en los corazones, en las relaciones humanas, en las familias, en las comunidades, en el mundo. Hermanos cardenales, Jesús no ha venido para enseñarnos los buenos modales, las formas de cortesía. Para esto no era necesario que bajara del cielo y muriera en la cruz. Cristo vino para salvarnos, para mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado, y este camino de santidad, es la misericordia. La que Él nos ha dado y cada día tiene con nosotros. Ser santos no es un lujo, es necesario para la salvación del mundo. Y esto es lo que el Señor nos pide a nosotros.


Queridos hermanos cardenales, el Señor Jesús y la Madre Iglesia nos piden testimoniar con mayor celo y ardor estas actitudes de santidad. (S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).


Reflexión

¿Te imaginas invitando a cenar a cien personas desconocidas? Si alguien hiciese eso hoy en día, lo mínimo que le pasaría es que saldría en el telediario del día siguiente. Lo "propio" es invitar a los amigos íntimos para pasárselo bien. ¿acaso está mal esto? No, ¡cómo va a estar mal convivir con los amigos!


No es esta la idea que nos quiere transmitir Jesucristo con el Evangelio de hoy. Aunque sea difícil verlo, Cristo nos está invitando en este pasaje a vivir la vida con una "elegancia superior", con la mirada puesta en el cielo. Porque quien invita a uno esperando recibir otra invitación sólo piensa en sí mismo, no tiene un horizonte que no vaya más allá de sus propios intereses. ¿Cómo se puede ser dichoso sin esperar una compensación material por lo que hacemos?


Una vez oí hablar de un hombre que era inmensamente rico. Tenía todo lo que un hombre puede materialmente necesitar. Un día en un viaje en avión se sentó junto a él un sacerdote muy santo y sencillo con el que se puso a conversar. Al ver la santidad de este sacerdote y que las historias de sus riquezas no le impresionaban, sintió la necesidad de abrirle su corazón. ¿Saben qué es lo que le dijo al sacerdote? Que el momento más feliz de su vida había sido cuando había hecho un acto de fe sencillo, de ponerse en manos de Dios con lo que era, y no con lo que tenía. Este hombre confesaba que daría todo lo que tenía por volver a experimentar esa felicidad.


¿No será cierto que hay más felicidad en dar que en recibir, y que el que menos cosas desea es el más rico?


Propósito

Ayudar a una persona sin esperar que me lo regrese. Dar sin esperar nada a cambio.


Diálogo con Cristo

Humildad y generosidad para servir, confiar más en tu Providencia y crecer en el amor a los demás, son los ingredientes que cambiarían el sentido de mi vida. Me cuesta desprenderme de mi tiempo, de mis haberes y talentos, como si algo fuera mérito mío. Por ello pido la intercesión de tu Madre, María, para que sepa imitarle en su servicio delicado y lleno de amor.



Hermanos Franciscanos

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