11/25/16

11:25 p.m.

Por: H. Balam Loza,LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, enséñame a orar. No sé orar. Así como cuando Tú invitaste a tus discípulos a orar contigo así me encuentro yo. Dame más fe, para darme cuenta quién está delante de mí: Dios mismo. A veces al ver la Eucaristía me acostumbro y sin embargo eres Tú quien está aquí. Aumenta mi amor para que no tenga que decir muchas palabras sino que puede estar aquí como un amigo hablando de corazón a corazón.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerán de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra".

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Llevamos un tesoro en vasos de barro». No hace falta reflexionar mucho para darnos cuenta de lo débiles que somos. Apenas uno sale de misa y ya está pensando mal o peleándose con alguno o simplemente criticando con buenas formas la homilía «aburrida» del padre. Y sí, es normal pues somos débiles. El mismo san Pedro, apenas había dicho a Jesús que no lo negaría nunca y pocas horas más tarde ya estaba negándolo. Sí, era un hombre tan normal como cualquiera.

Sin embargo vio a Jesús. Y esa mirada le cambio la vida. Encontró la misericordia de Dios y eso le dio la fortaleza para vigilar continuamente. Su oración ya no era de palabras hermosas sino una verdadera amistad con Cristo, una profunda relación con Él. Tal vez no le prometía grandes cosas, pero puso en las manos de Jesús, ese pobre amor. Sabía que no le podía dar mucho, pero le dio todo lo que tenía.

Y la oración no es decir mucho, no es pensar mucho, no es ofrecer mucho. Es simple y sencillamente ver esa mirada de Jesús, contemplar el amor inmenso que Dios me tiene y poner en sus manos ese pobre amor mío. Pero si bien es pobre, es el amor que Jesús nos pide. El amor que yo le puedo dar. Y eso es la oración, ponernos en manos de Dios tal cual somos.

Tal vez, apenas salgamos tropezaremos, pero si reconocemos nuestros límites le permitimos a Dios que entre. Cuando reconocemos que no podemos es cuando el Señor nos fortalece.

«El núcleo central en torno al cual gira el discurso de Jesús es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su regreso al final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. Yo os quisiera preguntar: ¿cuántos de vosotros pensáis en esto? Habrá un día en que yo me encontraré cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro. Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, vamos al encuentro de una persona: Jesús. Por lo tanto, el problema no es «cuándo» sucederán las señales premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán estas cosas, sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios.»
 (Homilía de S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, Jesús, voy a dedicar un momento, delante de algún sagrario, para hacer un rato de oración. Aprovecharé para leer con calma el salmo 103.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

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10:48 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*34° Sábado Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 21, 34-36*
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: “Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

*Reflexión:*

En este último día del tiempo ordinario, la liturgia termina con una de las frases mas fuertes de Jesús acerca de nuestra salvación: “Velen y oren para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder” Esto nos revela, por un lado, que durante nuestra vida, como camino hacia la eternidad, estará siempre amenazada de un sin fin de peligros, de tentaciones, de obstáculos que pueden impedir que lleguemos a disfrutar eternamente de la felicidad que encontraremos en el cielo. Sin embargo, en la misma advertencia está el antídoto: Oración.

Es cuestionable ver cómo muchos hermanos se van quedando en el camino y cómo sus vidas se van destrozando, su fe deteriorando de suerte que cualquier problema en la vida se convierte en una verdadera tragedia. Es hoy patente la infelicidad de una gran parte de la comunidad cristiana. Esto es, sin lugar a dudas, porque no hay oración. La mayoría de los cristianos hoy no oran.

Cuando pregunto sobre el tiempo que dedica la gente a orar lo común es escuchar “un Padrenuestro y un Avemaría por las mañanas o por las noches”, esto en el mejor de los casos. San Pedro de Alcántara decía: “Un buen cristiano debe orar al menos 2 horas diarias”. Quizás alguien podría decir que es una exageración; tal vez, pero al menos una hora sí es posible. Una persona que no tiene al menos una hora de oración diaria no verá progresos sólidos en su vida y además estará siempre a merced de su pecado.

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, enséñame a orar. No sé orar. Así como cuando Tú invitaste a tus discípulos a orar contigo así me encuentro yo. Dame más fe, para poder contemplar el amor inmenso que tu me tienes. Amén.
*Acción:*

Aprenderé a vivir mi día en clave de amor, es decir, tratando de hacer un acto de caridad hacia los demás para que mi corazón esté más dispuesto a recibirte en la Eucaristía

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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