06/23/13

11:39 p.m.
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66.80

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.


Oración introductoria


Jesús, quiero que ocupes mi persona en mis relaciones personales. A semejanza de san Juan Bautista, quiero disminuir a mis caprichos para que Tú crezcas en mí. Deseo ser tu testigo entre mis familiares, amigos y compañeros de trabajo. Aumenta cada día más en mí tu presencia.


Petición


Señor, mandaste a tu primo Juan como precursor de tu mensaje y luego lo señalaste como el más grande nacido de los de mujer. Espero que en este día yo sea un testigo tuyo y de tu mensaje. Estoy a tu disposición para lo que me pidas en este día.


Meditación del Papa


Su fiesta nos recuerda que toda nuestra vida está siempre "en relación con" Cristo y se realiza acogiéndolo a él, Palabra, Luz y Esposo, de quien somos voces, lámparas y amigos (cf. Jn 1, 1. 23; 1, 7-8; 3, 29). "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30): estas palabras del Bautista constituyen un programa para todo cristiano.


Dejar que el "yo" de Cristo ocupe el lugar de nuestro "yo" fue de modo ejemplar el anhelo de los apóstoles san Pedro y san Pablo, a quienes la Iglesia venerará con solemnidad el próximo 29 de junio. San Pablo escribió de sí mismo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20). Antes que ellos y que cualquier otro santo vivió esta realidad María santísima, que guardó en su corazón las palabras de su Hijo Jesús. Ayer contemplamos su Corazón inmaculado, Corazón de Madre, que sigue velando con tierna solicitud sobre todos nosotros. Que su intercesión nos obtenga ser siempre fieles a la vocación cristiana. Benedicto XVI, Ángelus del 25 de junio de 2006.


Reflexión apostólica


Juan pudo haber dicho que él era el mesías y sin embargo no lo hizo. Por qué muchas veces yo siento que soy más que mis hermanos si somos hijos del mismo padre. Debo encontrar la manera de hacer que los demás se sientan queridos por Dios y por mí.


Propósito


Hoy durante el día, para ser testigo de Cristo voy a mencionar a Dios al menos cinco veces en este día: «Bendito sea Dios», «Gracias a Dios», «Dios mediante», «Si Dios nosquiere», «Hasta mañana, si Dios quiere», etc…


Diálogo con Cristo


¡Jesús, mándame como testigo tuyo! Estoy dispuesto a que tu mensaje sea transmitido por mi medio. En las redes sociales en los encuentros con los demás, en mis mensajes, en todas las cosas que haga hoy serán para tu mayor gloria. «Señor, hazme fiel a tu amistad y jamás permitas que me separe de ti».


Nada tengas por más valioso ni más amable que la humildad (San Jerónimo, Epist. 148, 20)



June 23, 2013 at 11:07PM

10:52 a.m.
Escúchenme, islas lejanas, pongan atención, pueblos. Yavé me llamó desde el vientre de mi madre, conoció mi nombre desde antes que naciera. Hizo de mi boca una espada cortante y me guardó debajo de su mano. Hizo de mí una flecha puntiaguda que tenía escondida entre las otras. El me dijo: «Tú eres mi servidor, Israel, y por ti me daré a conocer.» Mientras que yo pensaba: «He trabajado en balde, en vano he gastado mis fuerzas, para nada.» Yavé, sin embargo, protegía mis derechos, mi Dios guardaba mi salario, pues soy importante para Yavé, y mi Dios se hizo mi fuerza. Y ahora ha hablado Yavé, que me formó desde el seno materno para que fuera su servidor, para que le traiga a Jacob y le junte a Israel: «No vale la pena que seas mi servidor únicamente para restablecer a las tribus de Jacob, o traer sus sobrevivientes a su patria. Tú serás, además, una luz para las naciones, para que mi salvación llegue hasta el último extremo de la tierra.» June 22, 2013 at 05:00PM

10:52 a.m.
Señor, tú me examinas y conoces, sabes si me siento o me levanto, tú conoces de lejos lo que pienso. Ya esté caminando o en la cama me escudriñas, eres testigo de todos mis pasos. Pues eres tú quien formó mis riñones, quien me tejió en el seno de mi madre. Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe. Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe. Te doy gracias por tantas maravillas, admirables son tus obras y mi alma bien lo sabe. Mis huesos no te estaban ocultos cuando yo era formado en el secreto, o bordado en lo profundo de la tierra. June 22, 2013 at 05:00PM

10:52 a.m.
Pero después Dios lo rechazó y les dio a David, de quien dio este testimonio: Encontré a David, hijo de Jesé, un hombre a mi gusto, que llevará a cabo mis planes. Ahora bien, Dios ha cumplido su promesa: ha hecho surgir de la familia de David un salvador para Israel, ese es Jesús. Antes de que se manifestara, Juan había predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo de conversión. Y cuando estaba para terminar su carrera, Juan declaró: «Yo no soy el que ustedes piensan, pero detrás de mí viene otro al que yo no soy digno de desatarle la sandalia.» Hermanos israelitas, hijos y descendientes de Abrahán, y también ustedes los que temen a Dios, a todos nosotros se nos ha dirigido este mensaje de salvación. June 22, 2013 at 05:00PM

10:52 a.m.
Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo, y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le había mostrado. Al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisión, y querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo: «No, se llamará Juan.» Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así.» Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo llamasen. Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que todos se quedaron extrañados. En ese mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a alabar a Dios. Un santo temor se apoderó del ve cindario, y estos acontecimientos se comentaban en toda la región montañosa de Judea. La gente que lo oía quedaba pensativa y decía: «¿Qué va a ser este niño?» Porque comprendían que la mano del Señor estaba con él. A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Espíritu. Vivió en lugares apartados hasta el día en que se manifestó a Israel. June 22, 2013 at 05:00PM

10:52 a.m.
Con razón, Juan Bautista puede decir del Señor nuestro Salvador: "hace falta que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3,30). Esta afirmación se realiza en este mismo momento: al nacimiento de Cristo, los días aumentan; al de Juan, disminuyen... Cuando aparece el Salvador, el día, con toda evidencia, aumenta; retrocede en el momento en el que nace el último profeta, porque está escrito: "la Ley y los profetas reinaron hasta Juan" (Lc 16,16). Era inevitable que la observancia de la Ley se ensombrezca, en el momento en el que la gracia del Evangelio empieza a resplandecer; a la profecía del Antiguo Testamento le sucede la gloria del Nuevo... El evangelista dice a propósito del Señor Jesucristo: "Él era la luz verdadera que alumbra a todo hombre" (Jn 1,9)... Es en el momento en el que la oscuridad de la noche cubría casi el día entero, cuando la súbita llegada del Señor, lo convirtió todo en claridad. Si su nacimiento hizo desaparecer las tinieblas de los pecados de la humanidad, su llegada dio fin a la noche y trajo a los hombres la luz y el día... El Señor dice que Juan es una lámpara: "Él es la lámpara que arde y que alumbra" (Jn 5,35). La luz de la lámpara palidece cuando brillan los rayos del sol; la llama baja, vencida por el resplandor de una luz más radiante. ¿Qué hombre razonable se sirve de una lámpara a pleno sol?... ¿Quién vendría todavía para recibir el bautismo de penitencia de Juan (Mc 1,4), cuando el bautismo de Jesús aporta la salvación? June 22, 2013 at 05:00PM

12:40 a.m.
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-24

Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos respondieron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado." Les dijo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro le contestó: "El Cristo de Dios." Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día." Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.


Oración introductoria


Señor, quiero acompañarte siempre porque sólo así mi vida tendrá sentido. Sé que eres fiel y que mi compromiso bautismal es, como dijo el Papa Francisco: «ser de Cristo, pensar, actuar, amar como Él, dejando que tome posesión de nuestra existencia para que la cambie, la trasforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado» (10/4/2013). ¡Gracias Señor, por todo tu amor!


Petición


Dame la gracia de experimentar tu amor en esta oración y en la Eucaristía de este día.


Meditación del Papa


Se decía -pienso en Nietzsche, pero también en muchos otros- que el cristianismo es una opción contra la vida. Se decía que con la cruz, con todos los Mandamientos, con todos los "no" que nos propone, nos cierra la puerta de la vida; pero nosotros queremos tener la vida y escogemos, optamos, en último término, por la vida liberándonos de la cruz, liberándonos de todos estos Mandamientos y de todos estos "no". Queremos tener la vida en abundancia, nada más que la vida.

Aquí de inmediato viene a la mente la palabra del evangelio de hoy: "El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará". Esta es la paradoja que debemos tener presente ante todo en la opción por la vida. No es arrogándonos la vida para nosotros como podemos encontrar la vida, sino dándola; no teniéndola o tomándola, sino dándola. Este es el sentido último de la cruz: no tomar para sí, sino dar la vida. (Benedicto XVI, 2 de marzo de 2006).


Reflexión


El Evangelio de este domingo me trae a la memoria una experiencia de mi niñez que se me quedó muy grabada. Recuerdo que, cuando yo estudiaba la primaria, nuestro profesor nos mandó un día hacer una encuesta. Era la tarea que debíamos llevar la siguiente vez a la clase de religión. Cada uno de nosotros teníamos que preguntar a treinta personas –familiares, vecinos y gente de la calle- quién era Jesús para ellos.


Por la tarde de aquel mismo día, inicié mi recorrido "periodístico". Yo vivía en un pueblecito de unos 25.000 habitantes, muy católico. Todas las respuestas fueron, pues, doctrinalmente muy correctas.


Pero yo creo que, si realizáramos hoy la misma encuesta en Norteamérica o en las grandes ciudades de cualquier país de la Europa "pluralista" y secularizada –por no decir de Asia-, escucharíamos respuestas bastante variopintas: desde el hombre excepcional, el maestro y modelo de buenas costumbres, el revolucionario y reformador de la sociedad; pasando por el Cristo poético y romántico al estilo "hippy" –el Jesus Christ Super Star de los años setentas- o el Jesús deformado por las diversas filosofías e ideologías; hasta llegar al Cristo visto por hombres y mujeres de fe, pero de distinto credo y religión. Un teólogo católico contemporáneo, el P. Javier García, presenta un abanico muy interesante de posibilidades en su libro: "Jesucristo, Hijo de Dios, nacido de mujer".


Jesús fue el primero, en la historia del cristianismo, en llevar a cabo una encuesta o un "sondeo de opinión" acerca de su propia persona. Y sus discípulos se manejaron en aquella ocasión con bastante desenvoltura.


Pero los resultados de la sociología y de las encuestas no le interesan a Jesús. Lo que a Él realmente le importa es la respuesta personal: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" -les pregunta a sus apóstoles-. Sin duda, esa pregunta les provocó un silencio embazoso. Hasta que Pedro, armándose de valor, se pronunció en nombre de los Doce: "Tú eres el Mesías de Dios".


Pues también ahora Jesús nos plantea este mismo interrogante a cada uno de nosotros, a ti, que estás leyendo ahora este artículo: "Y tú, ¿quién dices que soy yo?". Aquí no se valen las respuestas evasivas, ambiguas o de mero "compromiso". Ni tampoco espera Cristo respuestas teóricas, académicas y doctrinalmente "correctas". Él no quiere ver qué es lo que "sabemos" sobre Él, sino lo que realmente creemos y testimoniamos -con nuestra fe, nuestras obras y nuestra vida entera- acerca de Él.


De verdad, ¿quién es Jesucristo para nosotros? Es un interrogante existencial, que hay que responder desde el fondo de nuestra conciencia, a solas con Cristo, mirándole directamente a los ojos. Y hay que darla con el corazón. Es una pregunta que requiere un verdadero compromiso personal y vital con el Señor. Una respuesta que debe cambiar toda nuestra existencia, nuestros criterios y comportamientos "mundanos", para comenzar a asemejarnos un poco más a Él en nuestras palabras, gestos, pensamientos y acciones concretas de cada día.


Pero a continuación viene la siguiente escena, que es desconcertante para nuestras categorías humanas: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día". Pedro le acaba de proclamar el Mesías de Dios. La narración del evangelio de san Mateo es mucho más fuerte que la de Lucas.


Después de la confesión de Pedro, en efecto, Jesús lo felicita, lo llama bienaventurado y le otorga los poderes del Primado sobre los demás apóstoles. Enseguida, Jesús les comunica el primer anuncio de la pasión. Y Pedro trata de disuadirlo y de apartarle de ese camino. Es entonces cuando Jesús reacciona de un modo enérgico llamándolo "Satanás" porque no entiende las cosas de Dios; es decir, el valor de la cruz.


Seguir a Jesús no es -glosando las palabras de aquel famoso rey azteca- como "estar en un lecho de rosas". Ser discípulo de Cristo, ser auténtico cristiano, no siempre es cosa fácil. Porque muchas veces nos exige ir "contra corriente" y plantar cara a la mentalidad humana, a veces demasiado humana –o sea, "mundana", sensual y naturalista- propia del mundo y de la cultura de nuestro tiempo. Ser un cristiano de verdad es un compromiso exigente. Y en ocasiones también misterioso. Porque Dios nos desconcierta y sus modos de actuar no son como los de los hombres, ni siempre inteligibles para nuestra razón.

Vivir el Evangelio exige mucha fe porque Dios es misterioso y casi siempre se nos presenta envuelto en el misterio. Y exige también mucha valentía, generosidad y amor porque, para hay que seguir a Jesús por la vía de la cruz: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo". Tenemos que pasar por el misterio de la cruz, del dolor y del sufrimiento para poder llegar hasta Él, para tener vida eterna, para ayudarle en la redención de la humanidad. Y sólo con mucha fe y con un amor muy grande y generoso, la cruz no será para nosotros un motivo de escándalo, sino un instrumento bendito de salvación y de santificación.


Diálogo con Cristo


Jesús, no te pido que quites las cruces de mi camino, pero dame la luz y la fuerza para avanzar hasta el final. Te pido la gracia de experimentar tu amor, especialmente en las dificultades. Sé que éste es un don que Tú estás dispuesto a dar a todos aquellos que te lo piden con humildad, fe y perseverancia.


Propósito


Éste es el reto que Cristo hoy nos presenta. Ojalá que nuestra respuesta sea valiente, generosa, decidida, consecuente. Entonces podremos llamarnos y ser en verdad auténticos "cristianos". O sea, seguidores de un Cristo crucificado y resucitado.



June 22, 2013 at 11:18PM

Hermanos Franciscanos

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